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PorInstituto Bitácora

¿ES POSIBLE CAMBIAR NUESTROS PENSAMIENTOS?

Sabemos que nuestros pensamientos y creencias los solemos adquirir de manera involuntaria, pero podemos aprender a modificarlos voluntariamente.

Todos somos víctimas de pensamientos negativos, pero como todo lo que se aprende se puede desaprender, sólo se necesita un poco de práctica. Comprender y trabajar el papel de nuestros pensamientos nos ayudará a entender cómo nos sentimos y cómo afrontamos las diferentes situaciones que se nos plantean.

Algunas técnicas a seguir serían las siguientes:

1. Detectar pensamientos negativos y creencias irracionales: pues como hemos comentado en post anteriores, nos llevan a mantener emociones y conductas contraproducentes.

Para ello una técnica muy eficaz son los autorregistros, que se basan en el esquema ABC, y por ello anotaremos varios apartados:

-A: la situación desencadenante

-B: los pensamientos irracionales

-C: las emociones y conductas negativas derivadas de B.

Una vez que aprendamos a identificar estas creencias, tenemos que sustituirlas por formas de pensar que nos ayuden a sentirnos y a actuar de forma más deseable. Por ello, cuando la persona adquiera más práctica en detectar las creencias irracionales, podrá añadir dos columnas al autorregistro:

-D: pensamientos racionales

-E: emociones y conductas deseables (derivadas de los pensamientos racionales).

De esta forma, el proceso de detectar y cambiar pensamientos negativos y contraproducentes se irá convirtiendo en algo automático. Así en la medida en que estos pensamientos cambien irán cambiando también las emociones y conductas asociadas a ellos. Esto nos ayudará entre otras cosas a sentirnos mejor y a establecer relaciones personales más satisfactorias.

2. Poner a prueba la validez de tus creencias: pues sabemos que muchas veces nuestros pensamientos y conclusiones acerca de un hecho pueden ser erróneos; así que para evitar sufrimientos inútiles tenemos que tener en cuenta que puede haber otras explicaciones para lo que ha sucedido, busquemos la prueba, la evidencia. Tengamos en cuenta que los pensamientos son ideas, no realidades absolutas y siempre tenemos que verificarlos y comprobar si son ciertos.

3. Autoinstrucciones positivas: son frases que nos decimos a nosotros mismos para ayudarnos a pensar, sentir y actuar como deseamos. Resultan más eficaces si contienen mensajes formulados en forma positiva. Por ejemplo, puedes decirte “voy a estar tranquilo”, “si aparece la ansiedad ya sé en qué consiste”, “soy capaz de soportarlo”, etc.

A algunas personas les resulta muy útil anotarlas en un papel y llevarlas consigo.

4. Reencuadre: consiste en ser capaces de percibir cualquier situación o experiencia desde diferentes perspectivas, y centrarnos en la que nos resulte más útil. De esta forma descubrimos que, en muchas ocasiones, una situación aparentemente adversa puede convertirse en algo positivo.

Reencuadrar nuestrapercepción de la realidad es similar a hacer una fotografía: elegimos la perspectiva, distancia, etc., y destacamos lo que más nos interesa.

Los errores o contratiempos son también una oportunidad para aprender, mejorar y crecer, siempre que nos acostumbremos a reencuadrarlos para afrontarlos como más nos interese.  La sabiduría popular recoge esta idea en el refrán: “No hay mal que por bien no venga”, y la filosofía oriental habla de que “No hay nada tan malo que no esconda aspectos positivos, ni tan bueno, que no incluya cosas negativas”.

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¿EN QUÉ CONSISTEN LAS CREENCIAS IRRACIONALES?

Las creencias irracionales, se expresan en forma de exigencia o necesidad (“debería”, “necesito”, “tienes que”, etc.), se mantienen de manera absolutista y van en contra de la lógica y la evidencia. Por tanto, cuando no se cumplen, reaccionamos con emociones y conductas contraproducentes, agresivas o inhibidas, o con  tristeza o ira excesiva, etc.

¿Cuáles son las creencias irracionales básicas?

Destacamos tres tipos principales de creencias irracionales que pueden crearnos problemas emocionales: las exigencias, el catastrofismo y la racionalización. A continuación describiremos en qué consisten.

Las exigencias: son creencias mantenidas en forma rígida e inflexible, acerca de cómo debería ser uno mismo, otras personas o la vida.

Las exigencias suelen expresarse en términos como “debería”, “no debería”, “habría que”, “es necesario que”, “siempre”, “nunca”, “absolutamente”. “totalmente”.

Las exigencias suelen relacionarse con los valores (es decir, creencias personales sobre lo que consideramos bueno o importante), y estos influyen en nuestras emociones y conductas. Las exigencias hacia nosotros mismos suelen llevarnos a comportamientos inhibidos, mientras que las exigencias hacia otras personas favorecen la ira o las conductas agresivas.

Algunos ejemplos de exigencias bastante comunes, que obstaculizan las relaciones interpersonales son los siguientes:

  • Debo ser aceptado por todas las personas a las que aprecio.
  • Los demás deben actuar de forma agradable y justa.
  • Nunca debemos cometer errores.
  • La vida debería ser fácil para mí, y conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo o incomodidad.
  • Debemos actuar siempre con justicia.
  • Hay que anteponer las necesidades de los demás a las propias.
  • Hay que intentar cambiar a los demás, siempre que su comportamiento nos parezca incorrecto.

Uno de los problemas derivados de mantener ese tipo de creencias es que nos lleva a tener expectativas poco realistas y nos lleva a alterarnos emocionalmente.

Por ello, un planteamiento más sano y más flexible consiste en intentar aceptar que estas exigencias sean algo preferible para nosotros, pero que si no se cumplen, nos podamos seguir sintiendo bien. Así, es cierto que resulta más agradable y deseable ser aceptados por las personas a las que queremos, o que los demás actúen siempre de forma justa con nosotros, o que la vida sea fácil para nosotros y consigamos lo que queremos sin mucho esfuerzo… pero lo cierto y verdad que es un planteamiento poco realista.

Por ello, cuando detectemos en nosotros estas exigencias, conviene que nos cuestionemos cualquier creencia personal formulada en términos como “debería”, “es necesario que”, “tiene que”, etc; pues tienden a ignorar que siempre hay excepciones, y nos llevan a comportarnos de manera rígida en nuestras relaciones personales.

El catastrofismo: es la tendencia a percibir o esperar catástrofes, sin tener motivos razonables para ello. Consiste en temer lo peor o en exagerar la posibilidad de que ocurra lo temido. Por ejemplo, cuando alguien recibe una crítica por algo no relevante y reacciona pensando que todos le rechazarán o que la otra persona le odia.

El pensamiento catastrofista generalmente comienza con la frase: “y si…”.

La racionalización: es la tendencia a minimizar o negar nuestros problemas o nuestros deseos y preferencias. Se concreta en pensar “no tiene importancia”, “paso”, “no me importa”, etc., cuando en realidad se trata de cuestiones importantes para nosotros.

Es una actitud parecida a la del avestruz, que esconde su cabeza en la arena para no afrontar las dificultades. Es un intento de evitar la ansiedad que nos produciría luchar por conseguir nuestras metas, afrontar nuestros problemas de modo asertivo o defender nuestros derechos. Como se puede deducir, las consecuencias de mantener esta actitud resultan negativas, pues los problemas a los que tenemos que hacer frente suelen aumentar, además de perder oportunidades y sentirnos frustrados si no luchamos por conseguir nuestras metas

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¿QUÉ TIPOS DE PENSAMIENTOS TENEMOS?

En nuestra mente emergen diversos tipos de pensamientos, algunos de ellos no son dañinos como los pensamientos llamados necesarios o mundanos, que son aquellos que se refieren a nuestra rutina diaria (qué comemos, qué tengo que hacer hoy, cuando tengo que abonar la matrícula, etc.).

Por otro lado, están los pensamientos positivos, que son los únicos que nos permiten acumular fuerza interior y nos capacitan para ser constructivos.  Pensar positivamente no significa que ignoremos la realidad a nuestro alrededor, sino ver los problemas y reconocer su realidad, pero al mismo tiempo ser capaces de encontrar soluciones a ese problema

Pero como bien sabemos, nuestro cerebro no es infalible. A pesar de ser el órgano más complejo de nuestro cuerpo, a veces nos juega malas pasadas y nos lleva a errores a la hora de interpretar correctamente la realidad. Es por ello que en muchas ocasiones aparecen en nuestra mente los pensamientos negativos automáticos, que no reflejan adecuadamente la realidad, pues están distorsionados y desencadenan emociones negativas en nosotros, como ansiedad, tristeza, ira, frustración, culpa, etc.

Este tipo de pensamientos se refieren a lo que nos decimos a nosotros mismos en cada situación. Todos tenemos un diálogo interior que utilizamos para hablarnos a diario y que si no se ajusta del todo a la realidad nos creará emociones desagradables. Por ejemplo, “¿por qué me tiene que ocurrir todo lo malo?”, “¡qué desastre de día!”, “no voy a aprobar el examen nunca”, ”no voy a soportar que me ocurra lo mismo”, “siempre digo tonterías”, etc.

Las características de estos pensamientos consisten en que:

  • Son automáticos, es decir, se producen sin que apenas nos demos cuenta, de manera inesperada, resultando difíciles de desviar.
  • Son telegráficos, en ocasiones se resumen en una o dos palabras.
  • Son idiosincrásicos, pues cada persona tiene los suyos propios.
  • Son evidentes para la persona, los da por verdaderos y se los cree, sin importar lo irracionales que puedan ser.
  • Van acompañados de gran carga emocional, tienen a dramatizar.
  • Son aprendidos

A un nivel más profundo de nuestra conciencia se encuentran nuestras creencias irracionales, que todos tendemos a mantener entremezcladas con otras creencias racionales.

Estas creencias irracionales las tenemos muy interiorizadas, pues son fruto de muchos años de experiencia y de aprendizajes que han ido forjando una serie de creencias acerca de nosotros, el mundo y los otros.

Nuestras creencias están tan arraigadas dentro de nosotros, que no resulta necesario que en cada situación nos las volvamos a plantear para decidir cómo actuar o pensar. Es más, suelen salir en forma de “pensamientos automáticos”, tan rápido que, a no ser que hagamos un esfuerzo consciente por retenerlas, casi no nos daremos cuenta de que hemos dicho eso.

Normalmente, una persona suele tener dos o tres creencias irracionales afincadas dentro de sí, que luego salen en forma de los llamados pensamientos automáticos.

Señalar que los pensamientos automáticos negativos resultan más fáciles de captar y son más accesibles, mientras que las creencias o ideas centrales (tanto las racionales como las irracionales), en muchas ocasiones no somos conscientes de ellas al encontrarse a un nivel más profundo de la conciencia, pero están ahí, y generan nuestros pensamientos.

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EL INTERROGATORIO

Todo paso poco a poco en una tarde de charlas y café con un buen amigo, hacia bastante tiempo que no nos veíamos, fuimos muy buenos amigos, y aparte de la amistad que nos unía, también compartíamos alguna que otra adicción.  Al cruzarnos nos dio mucha alegría, decidimos tomar un café, empezamos una charla que cuando me quise dar cuenta me estaban haciendo un interrogatorio.

Conforme se alargaba la charla me estaba dando cuenta que seguía en aquel infierno, puesto que solo quería saber cómo yo había cambiado tanto para bien, que el solo noto al apreciar mi aspecto y mi forma de hablar, no me importo sincerarme con él, ya que medí cuenta que estaba buscando ayuda, aunque su orgullo no le dejaba dar el paso definitivo, yo intente de ponérselo lo más fácil posible, me deje llevar y arranco nervioso un interrogatorio de preguntas, por querer saber que había pasado con aquel amigo que el dejo,  y hoy se encontró con otro distinto, no daba crédito a como yo estaba.

¿Cómo cambiaste tu vida de tal manera que no pareces el mismo?

Querido amigo la verdad que no soy el mismo, cuando te sirven una ración de gloria y estas harto de un plato tras otro de un infierno, no tienes dudas en saborear el nuevo, claro que no soy igual que era, solo quedo el carnet de identidad. La persona es otra, me he pausado, me he parado y he pensado, antes era un correr continuo, iba como pollo sin cabeza no pensaba, solo actuaba, mentía cada vez que hacía falta escapar de alguna situación, maquillaba todo para que pareciese otra cosa de lo que en realidad fue.

En fin, me hice un experto en cambiar las cosas de sitio, en hacer creer lo que ni yo mismo creía, estaba transformado, distorsionado, me pare y con el tiempo aprendí, aprendí a ver las cosas tal y como son, a vivir en el mundo real, sin mentiras, sin cambios de aspecto y de color, sin tener nada que esconder, aprendí de mí, y descubrí que sí que es posible, vivir en el mundo real.

¿se te aprecia de que estas mucho mejor?

Si amigo estoy bastante mejor, pero no solo por fuera que es lo que se aprecia, lo importante es por dentro, que es lo que real mente me importa, estoy tranquilo sereno y disfruto de todo, de los míos de ti que eres mi amigo y de mí que me tenía abandonado, olvidado y aparcado, hoy todo me parece de color, vivía en blanco y negro.

¿Quién te ve y quien te vio?

Fue seguramente lo que no tenía que haber sido, seré lo imprevisto, pero soy lo que quiero ser, y eso es lo que me importa, aquí y ahora, no pienso arruinar mi presente por culpa de un pasado que no tiene futuro.

¿Cómo estas en este momento?

Estoy en un sitio de confort, cómodo y contento conmigo que ya lo echaba de menos, a gusto con los demás como nunca lo estuve, agradecido por encontrarme aquí, cuando has vivido con el barro al cuello tanto tiempo, cualquier plato caliente te satisface, y no solo eso además te sirven con agrado y yo siempre fui agradecido.

¿Cómo lograste escapar?

Me di cuenta que del mal al bien solo hay un pazo, me limpié los zapatos y pase, el escapar fue complicado, pero el mantenerte fuera fue difícil, pero si aceptas la ayuda que te ofrecieron el camino fue bonito, sereno y lleno de satisfacciones.

¿Cómo lo viviste?

Es un mundo que ignoras y al principio a penas crees, pero si te pones el traje de guerrero y pones confianza en ti, te dejas llevar por la experiencia y sabiduría, pero sobre todo cree en ti porque solo creyendo en ti lo podrás conseguir., dijo un guerrero, cuando pises la arena hazlo con el espíritu del vencedor, no salgas con la derrota.

¿Qué te hizo dar el paso?

El dar este paso es complicado, de hecho, hay que reunir algunas cosas, por ejemplo, haber vivido como un muerto en vida, haber estado en el fondo del pozo con la soledad que esto conlleva, el vivir en la miseria de la falsedad y sentirte como tal, y otra cosa que ocurre que aquí nadie va, al noventa por cientos los llevan o te invitan obligado a que tienes que ir, y si no es así pues prepara las maletas que de aquí te vas, cuando reúnes todo esto ya estás preparado para dar el primer paso. 

¿Cuánto tiempo llevas?

Querido amigo aquí el tiempo es lo que menos importa, aquí solo importa la constancia y la fidelidad, constante y fiel a tus principios, a tu forma de actuar y de ver las cosas, tu empatía hacia los demás y el amor a ti y al prójimo, cuando te has llevado una buena ración de maldad y mentiras, todo el amor y cariño que pasa cerca de ti lo atrapas como un león a la gacela, y mañana no se te olvide de repetir lo mismo, al fin y al cabo, es una forma de vida muy común entre los humanos.

¿y cuánto tiempo resistirás con esta nueva actitud tuya?

Ja ja jjjjjja veo que no acabas de enterarte, no se trata de resistir ya que no estamos haciendo ningún esfuerzo, mi actitud es mi concepto de la vida y mi forma de vivir, mi camino se llama constancia y mi destino serenidad, calma y equilibrio.

¡no sabes cuánto me alegro por ti!

Gracias amigo yo me alegro más aun, por mí y por los que me rodean, se trata de querer dar el primer paso y dejarte llevar por la inercia, pero hazlo con confianza, lo que parece tan difícil y casi imposible, comienza a regalarte satisfacciones y se convierte en un camino bonito lleno de sorpresas que te hacen recuperar lo perdido, como la confianza que un día perdieron en ti, pero sobre todo no olvides que solo confiando en ti podrás vencer.,

Si tu cambias todo cambia…

PorInstituto Bitácora

Un tipo divertido

Era un tipo divertido, buena persona y amigo de sus amigos, solo tenía una falta y era grave, le gustaban casi todos los vicios, alcohol, drogas y mujeriego, como se suele decir un vicioso de los pies a la cabeza, no había soltado una cuando en nada de tiempo ya estaba metido en otra, lo que se dice un intermitente, pero de los rápidos, eso sí sin hacer daño a nadie tan solamente a los suyos que eran los que sufrían las consecuencias de aquella actitud desastrosa.

Pero un día ya cuando la gota culmino el vaso y casi con la maleta echa para que se fuese de casa, decidió pedir ayuda y bendito momento en el que lo decidió, su vida y la de los suyos cambio por completo, centro en casa la paz y cordialidad, un estado de bien inmejorable, todos tomaron aire y lo expulsaron, exclamaron por fin parece que todo va a cambiar, ha reaccionado cosa que parecía impensable, pero a todo santo le llega su día, pienso que exclamaron todos.

Dándole vueltas a la cabeza y pensando todo lo que dejaba detrás, cogió papel y lápiz y decidió escribir una despedida al infierno que había vivido.

En busca de mi libertad ya que fui un preso y esclavo de mi adicción un perdido en un mundo donde solo se escapa si reconoces lo que de verdad vives, se convirtió en un profesional de la mentira, de ocultar la verdad y de maquillar la realidad, en aquel infierno donde todo es oscuro y frio, donde el único carcelero y centinela de tu presidio eres tú, sin ver más salida que aferrarte a tu falso compañero, el que te hundió, el que como no abandones pronto te llevara a la tumba y después de abrir los ojos, empuño el lápiz y escribió esto.

Nunca me alegre tanto de haber perdido algo, en este caso a ti infierno, que tanto daño me hiciste, enturbiaste mi vida hasta el punto de no ser yo quien gobernaba mi persona, eras tú mi manipuladora, la que me condujo al desastre y al desaliento,

El que después de estar hundido me ato una piedra en los pies, la que me presentaba con un nombre distinto al mío, la que confundió a tantas personas.

Siento dejarte detras, pero tú compañía ya me hiso bastante daño, tanto a mi como a los míos, espero no te cruces más en mi camino, quiero olvidarte y dejarte lejos ya que no me aportaste nada, solo pena dolor y problemas, acabo de conocer la otra parte de la vida, la de verdad, la que no miente, la de los pies en la tierra y no en las nubes, la de levantarte por la mañana y sonreír al espejo la de dar un beso de corazón, la de echar un canto y emocionarte, la de tener sentimientos y que se te salten las lágrimas de emoción cuando el momento lo decida.

Después de desahogarse con todo esto, decidió de presentarse a la gloria, a la que hacía décadas que olvido, a la que echo tanto de menos que al encontrarla la abrazo y apretó como un náufrago puede agarrar algo que flota.

Hola espero me recibas en tus brazos, como ganas tenía yo de abrazarte, hacía tiempo que te esperaba, no recordaba como eras, pero ahora que empiezo a conocerte, no quisiera por nada del mundo pensar en perderte.

Estoy contento y lleno de satisfacción conmigo y con los que me rodean, porque me he encontrado, estaba perdido en las tinieblas, deambulando sin sentido.

De donde vengo no debería ni existir, tu ausencia me hiso bastante daño, pero al rescatarte mi vida tiene sentido, espero estar contigo todo el tiempo del mundo, eres agradable y suave como el terciopelo, tienes la claridad y dulzura del caramelo, sé que andar por tu alfombra suave tiene un precio, pero pisándola con firmeza y mente despejada, será un caminar sencillo, porque fuera de tu línea está la cuneta llena de espinos, y no quiero arañarme, porque ya cuando llegue a ti, traía las cicatrices de un caminar doloroso y triste.

En fin, quisiera estar siempre contigo y pasar los obstáculos de la vida juntos, porque luchando contigo, me siento más fuerte y más vivo, porque luchar muerto no es justo ni tiene sentido.

´´Solo creyendo en ti podrás vencer´´

JR 29/4-2023

PorInstituto Bitácora

¿En qué consiste el estrés?

En la actualidad, nos resultan familiares frases como “últimamente estoy muy estresado, no tengo tiempo para nada”, “qué estrés, no llego a tiempo” o “mi médico me ha dicho que lo que tengo es estrés”. Sin embargo, si preguntamos a esas personas cómo definirían el estrés, el asunto se hace complejo, porque el estrés es muy fácil de experimentar pero difícil de definir.

Desde una perspectiva etimológica, tiene su origen en el verbo latino “stringere” y significa apretar, oprimir, estrechar o contraer.

Sabemos que el estrés afecta a todo el mundo. Cuando decimos “me siento estresado”, realmente estamos diciendo que lo que estamos sintiendo es excesivo.

El estrés es una reacción normal de la vida de las personas de cualquier edad.

Se puede decir que el estrés es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio emocional o físico de la persona.

Se trata de una reacción adaptativa. El estrés constituye una parte esencial y necesaria de nuestras vidas. Nuestra vida está en continuo cambio y exige adaptarnos continuamente. Cuando la situación se ha solucionado cesa la respuesta de estrés y el organismo vuelve a un estado de equilibrio. Por tanto, el estrés es el resultado de la adaptación de nuestro cuerpo y nuestra mente al cambio, y gracias a esta respuesta de adaptación hemos sobrevivido como especie durante milenios.

Este nivel de estrés es necesario y deseable, pues actúa como factor de motivación para vencer y superar obstáculos. Puede decirse que es un elemento que nos ayuda a alcanzar el éxito, es el combustible para el logro de nuestras ambiciones. También es cierto que en ocasiones ese nivel de estrés puede ser superado llegando a ser perjudicial para la persona.

Por tanto, podemos definir el estrés como una respuesta global de nuestro organismo: física, psicológica y de comportamiento de un individuo a cualquier cambio en el ambiente, para adaptarse a él. Mediante esta respuesta el organismo se prepara para abordar la nueva situación, ya sea enfrentándose a ella, soportándola o huyendo. Así, cuando se produce esta activación en nuestro organismo podemos percibir mejor la nueva situación, decidir qué conductas llevar a cabo y realizarlas de la manera más rápida posible.

El estrés es algo subjetivo y personal. Comienza cuando percibimos una situación, una persona o un suceso como amenazadora y desafiante. La misma situación puede ser percibida de manera totalmente diferente por dos personas, pues ante una misma situación, una persona puede estresarse y otra no. E incluso una misma persona, en momentos diferentes, puede percibir y reaccionar de manera diferente ante el mismo suceso.

Ello lo podemos comprobar si observamos a nuestros amigos o familiares, ante la misma situación estresante unas personas reaccionan con mucho estrés y otras se quedan como si no hubiera pasado nada.

Un ejemplo de esto es el siguiente: Imagina el caso de varios estudiantes que se examinan en el plazo de dos días, que no cuentan con el tiempo suficiente para prepararlo, y que el hecho de suspender tiene consecuencias negativas para ellos. Si les preguntásemos cómo se sienten al preparar ese examen, unos dirían que tienen el corazón muy acelerado, otros que están sudando porque piensan que van a suspender y seguramente otros dirían que están tranquilos.

Lo curioso de esta situación es que todos han vivido el mismo estresor, que es preparar un examen importante sin tiempo para ello, pero no todos han experimentado esta situación de la misma manera. Por tanto la clave de estresarnos no está tanto en el suceso estresante sino en cómo lo percibimos. 

Tanto si el peligro es real como si es percibido como real por la persona, el resultado a nivel fisiológico es el mismo, pues generalmente provoca tensión, ansiedad, y distintas reacciones físicas. También sabemos que en esta reacción participan casi todos los órganos y funciones del cuerpo, incluidos el cerebro, los nervios, el corazón, el flujo de sangre, el nivel hormonal, la digestión y la función muscular.

PorInstituto Bitácora

Testimonio de un paciente

En esta ocasión queremos dejar por aquí el testimonio de un paciente acerca de su proceso de recuperación. Queremos que esto sirva como motor de motivación para todas aquellas personas que nos lean y que piensen que la adicción es algo de lo que no se puede salir. 

Queremos agradecer a T. por su sinceridad y su generosidad al compartir su experiencia. 

Esta semana justo he cumplido un año y tres meses desde que empecé el tratamiento con el Doctor Reina, Choni y Ana.

Un año y tres meses en los que mi vida ha cambiado por completo, con mucho trabajo, esfuerzo y sobretodo paciencia. He pasado por baches, pero por suerte no he tenido ninguna recaída ni nada que se le parezca, y eso, quizás ha hecho que todo sea un poco más fácil.

Haciendo balance y mirando atrás veo que el camino no ha sido fácil, y no seguirá siéndolo, pero hay cosas que hacen que seguir por el buen camino sea la mayor motivación. En mi caso, volver a acercarme a Dios, a mi familia y seguir haciendo deporte, han sido las claves.

He visto desde el primer día que empecé el tratamiento y cambié de vida literalmente, una liberación y una paz interior que no tenía desde hacía años. Esto me ayudaba en los momentos más duros, cuando las fuerzas aflojaban y a lo mejor no el hecho de tener deseos de consumo, sino mirando atrás y siendo consciente de todos los errores cometidos.

Deporte – En esos momentos, ver que estaba llevando una vida sana, sin mentiras, tener plena consciencia de mis actos y mi cabeza 24/7 me ayudaba a seguir. Los resultados deportivos a pesar de haber dejado mi deporte, y probar otros nuevos, teniendo el cuerpo y la mente desintoxicados cada día un poco más me ayudaba a motivarme, a seguir, a no querer dejar nada atrás. Estaba conociendo un nuevo yo, con unas capacidades nuevas, una capacidad de sufrimiento y ganas de seguir que cuando estaban en épocas de consumo era impensable.

La motivación deportiva ha sido una pieza fundamental para darme cuenta de hasta dónde puedo llegar y que con trabajo, paciencia, puedes mover tus límites cada día un poco más lejos.

Familia – Amigos – Novia– Este aspecto ha sido fundamental, volver a acercarme a mi familia, y no es que estuviera alejado físicamente, sólo vivía en otra ciudad y venía a visitarlos a menudo, pero vivía una mentira de la que llevaba meses queriendo salir y no sabía cómo pedir ayuda.

El volver a mi ciudad, estar cerca de mi familia y hacerles partícipes de mi tratamiento, de mis mejoras, de mis necesidades. Hablar de otros temas no relacionados con la adicción pero que me atormentaban desde hacía años, me ha ayudado a confiar más en los demás, a ser más abierto y consciente de que tener una familia para apoyarte en todo es el mayor de los tesoros.

Por otro lado, habiéndome equivocado en el asunto de las relaciones sentimentales, creo que el estar haciendo las cosas bien y olvidarme de buscar a alguien, y simplemente buscar mi mejor versión día a día ha hecho que aparezca ella, la mejor persona que he conocido. Ejemplo de amor, de bondad, de fe en Dios. Estoy muy feliz, pero con los pies en la tierra.

Para terminar este apartado, lo que me ha costado y me está costando recuperar a mis amistades de toda la vida, pero en definitiva las sanas, esto ha sido una motivación enorme y me ha ayudado muchísimo para llevar el tratamiento adelante.

Tratamiento – En este caso, la decisión que tomé el día que accedí a tratarme, creo que ha sido una de las más acertadas.

Esta decisión fue confiar al 100% en lo que me dijeran y propusieran, tanto Ana, como Choni como el Doctor Reina. Creo que ha sido una pieza clave el no dejarme llevar por mis instintos en muchas cosas, en escuchar y llevar a cabo las recomendaciones.

Me ha servido como guía y motivación para no desviarme ni una sola vez. Me acuerdo que la única vez que no hice caso a Choni, en un tema que no estaba relacionado con el consumo, pero como hablábamos de todo e intentabamos poner todo en orden, no le hice caso y decidí actuar como me dictaba el corazón, me di un golpe estrepitoso y me di cuenta de que estaba haciendo bien confiando y actuando en consecuencia en todo lo relacionado con la adicción.

La terapia de grupo ha sido también fundamental en todo esto, me ha hecho sentirme parte de algo sincero, sin medias tintas, en dónde todos podemos abrirnos totalmente, sin miedo al qué dirán. Han sido mi segunda familia.

Acercarme a Dios –  Cuando llevaba ya dos o tres meses de tratamiento, y me encontraba con una fuerza enorme, a pesar de que estaba pasando por momentos personales y laborales aún duros, me di cuenta de que era momento de sacarme del centro, de volver a acercarme a Dios como había hecho todo mi vida, y que los dos últimos años de consumo me había alejado por el simple hecho de la vergüenza que me daba a mi mismo y pensaba que ocultandome de todo y todos, no pasaba nada.

Por lo tanto fue volviendo a mi manera, pero volviendo, viviendo mi fe y espiritualidad ayudando a los demás, volviendo a misa, a confesarme, a preparar voluntariados…

Esto me ha hecho ver mi problema desde otro punto de vista, no olvidarme de cuales son mis objetivos, pero si sacarme del centro de todo a mi, que me estaba volviendo más egoísta si cabe, más egoísta de lo que un adicto puede ser.

Por lo tanto, mirando atrás, y dejándome mil cosas que comentar, creo que he trabajado bien, que aún me queda mucho, en muchos aspectos, pero una cosa tengo clarisima en todo esto:

En la vida no hay que dejar de intentar ser mejor ni un solo día. Paso a paso, poco a poco, pero intentando crecer y no estancarse ni conformarse.

Muchas gracias a Lola, por estar ahí siempre para todo lo que he necesitado, incluso para reñirme.

A Choni, por las horas charlando de todo y de nada, poniendo mi vida patas arriba para luego ir ordenando lo realmente importante. Por las lágrimas y las risas. Sé que puedo contar con ella aunque ya no forme parte del equipo.

Al Doctor Reina, porque me ha enseñado a conocerme, a identificar mis debilidades, a explotarlas, a crecer, a no olvidarme de seguir creciendo en TODO, y a confiar en los demás mucho más.

Y por supuesto a Ana, que ha sido con la que más horas he pasado, aunque haya sido con más compañeros, me ha ayudado a ver las cosas de otra manera, de otra manera mejor y más práctica, y sobretodo a no confiarme absolutamente NUNCA.

Para terminar a mis compañeros de la terapia de grupo, por los que estaban y están, porque sin ellos habría sido absolutamente imposible llegar a dónde estoy, y seguramente sea imposible llegar más lejos.

PorInstituto Bitácora

DIFERENTES TIPOS DE DEMANDA Y CÓMO PUEDE ACTUAR LA FAMILIA (1ª PARTE)

Iniciábamos esta serie de artículos, explicando cómo la familia es testigo de los cambios que se van produciendo como consecuencia del desarrollo de un problema por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas. Cómo el desequilibrio físico, psicológico y social que experimenta la persona consumidora, no necesariamente implica petición de ayuda. Y cómo es la familia, la que generalmente ante una situación de crisis, presiona a la persona consumidora, convirtiéndose en la fuente principal de motivación, para que la persona acepte acudir a tratamiento.

Esta es la realidad clínica en los problemas adictivos, que un porcentaje muy significativo de los pacientes que acuden a tratamiento no disponen de una predisposición adecuada que garantice poder iniciar y mantener cambios en su conducta adictiva. Esto supone una característica específica de esta enfermedad, formando parte de su sintomatología, igual que la fiebre en la gripe, la resistencia y las dudas del paciente para dejar la conducta de consumo.

Por ello, el punto de partida para poder empezar a trabajar con el paciente, es primero, identificar su nivel de motivación al cambio, es decir, saber cuánto de grande (o de pequeño) es su deseo de cambiar, para en segundo lugar, crear, aumentar, o mantener, ese deseo de cambio. Además, hay que tener siempre en cuenta, que la motivación, el deseo de cambiar, es dinámica y fluctuante. Así, a lo largo de todo el proceso de recuperación, hay que ir reevaluando y midiendo, cómo está el nivel de motivación, ya que es crucial para ir avanzando, evitar abandonos de tratamiento y prevenir recaídas.

El cambio pues, es como un continuo en el que se pueden perfilar y distinguir una serie de etapas. Los objetivos terapéuticos y el apoyo de la familia tienen que adaptarse a estas diferentes etapas del proceso de cambio, o lo que es lo mismo, a los diferentes niveles de motivación del paciente, para que el tratamiento pueda tener un mínimo de garantías. De ahí, la importancia que desde Instituto Bitácora damos a realizar una evaluación exhaustiva y detallada de la situación que presenta el paciente y la familia, y llevar a cabo un proceso de intervención individualizado.

Vamos a intentar explicar el proceso de cambio, desde el modelo Transteórico de Prochaska y DiClemente, que es el que actualmente más aceptación tiene. Este modelo identifica los diferentes niveles de predisposición al cambio que puede presentar una persona cuando se plantea modificar su conducta. El situar a la persona en el periodo de cambio más representativo de los que proponen, permite evaluar cuándo es posible que ocurran determinados cambios de intenciones, actitudes y conductas.

Según estos autores, las diferentes etapas o situaciones con las que nos podemos encontrar cuando se demanda tratamiento por un problema adictivo son:

  • PACIENTE QUE NO SE PLANTEA CAMBIAR: PRECONTEMPLACIÓN
  • PACIENTE QUE ACUDE A TRATAMIENTO AMBIVALENTE: CONTEMPLACIÓN
  • PACIENTE QUE ACUDE A TRATAMIENTO CON INTENCIÓN DE DEJAR DE CONSUMIR: PREPARACIÓN O DETERMINACIÓN.
  • PACIENTE QUE ACUDE A CONSULTA CON LA INTENCIÓN DE DEJAR DE CONSUMIR: ACCIÓN
  • PACIENTE QUE LLEVA UN TIEMPO SIGNIFICATIVO SIN CONSUMIR: MANTENIMIENTO
  • PACIENTE QUE TRAS UN TIEMPO EN ABSTINENCIA HA REINICIADO EL CONSUMO: RECAÍDA

El trabajo del terapeuta será identificar cuál es el motivo “real” por el que el paciente acude a consulta, decidir qué estrategias poner en marcha teniendo en cuenta en qué etapa del cambio se encuentra el paciente, y ayudar a la familia para que pueda participar del proceso de recuperación.

PACIENTE QUE NO SE PLANTEA CAMBIAR: PRECONTEMPLACIÓN

El paciente acude a tratamiento por presión familiar (u otro tipo de presiones como problemas de salud, problemas laborales, judiciales, económicos…) pero no tiene intención de cambiar. Esta etapa se denomina Precontemplación.

El terapeuta y la familia, para generar motivación, para crear en el paciente el deseo de cambiar, deben dar información que aumente la conciencia de problema, que aumente la capacidad del paciente para percibir los riesgos de su propia conducta.

Forman parte de esta etapa también, los casos en los que es la familia, sin el paciente, la que acude a tratamiento buscando apoyo y asesoramiento. El papel de la familia es siempre determinante, y este es un gran ejemplo. A través de cambios en la forma en que la familia entiende el problema, en la forma en que la familia se comunica y trata al paciente, se puede lograr que el paciente acepte acudir a tratamiento.

En esta etapa en la que el paciente aun no se plantea dejar el consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, la familia está muy sobrecargada. En esta situación es fácil ceder ante los chantajes de la pareja, hijo/a, madre o padre consumidor. Es fácil discutir violentamente, con él/ella, haciéndole cargar con las desilusiones, impotencias y miedos de la familia. Es fácil que la familia se vea como “el bueno” que todo lo ha dado y que solo recibe disgustos a cambio. Es fácil que la familia se sienta culpable, y muy angustiada por todo lo que está ocurriendo.…

Sin embargo, se debe evitar a toda costa entrar en la confrontación.

Se debe intentar hablar con confianza y respeto. La familia debe hacer el esfuerzo de reconocer y asumir, hasta en los momentos más tensos, que no se consume porque se quiere, aunque así lo parezca, se consume porque el alcohol, las drogas o las conductas potencialmente adictivas, están controlando la vida de su pareja, su hijo/a, su madre o su padre. La familia tiene que aprovechar todas las ocasiones favorables que se presenten para hablar sobre buscar o mantener el tratamiento. La familia debe establecer unos límites de convivencia familiar, dentro de los cuales el paciente reciba atención por parte de la familia. La familia debe de mantener la calma…

El papel de la familia es fundamental y muy difícil, de ahí que en el artículo anterior, los calificáramos como “héroes”.

La familia tiene que enfrentarse a un paciente (pareja, hijo/a, madre, padre) que no se cuestiona su situación, que ni siquiera ve el problema, que no quiere ni hablar de un posible cambio en su conducta. A una pareja, hijo/a, madre, padre, que no es consciente de las consecuencias reales que tiene, para sí mismo y para las personas que le rodean, su conducta adictiva, porque cree que lo que hace y su estilo de vida no suponen problema alguno. En esta etapa del proceso de cambio, lo gratificante del consumo tiene para la persona consumidora más peso que los aspectos negativos.

El paciente que se encuentra en este nivel de motivación, de iniciar tratamiento lo hace con el único objetivo de reducir la presión bajo la que se encuentra. Y aunque parezca que ante una situación así poco se puede hacer, trabajando desde el punto de vista motivacional, y apoyando a la familia para que ponga en marcha determinadas estrategias, se puede empezar a crear la duda en el paciente acerca de su relación con el alcohol, las drogas o las conductas potencialmente adictivas. Pero teniendo en todo momento muy en cuenta, que si no se logra aumentar el nivel de motivación, cuando disminuya la presión externa se reinstaurará el estilo de vida previo.

En el próximo artículo sobre “familia en el proceso de recuperación” continuaremos avanzando a través de las siguientes etapas.

PorInstituto Bitácora

LA FAMILIA COMO PRINCIPAL FACTOR DE MOTIVACIÓN AL TRATAMIENTO

En textos anteriores hablábamos de la adicción como una enfermedad insidiosa. De cómo la familia de la persona que tiene un problema por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, iba identificando y viviendo los cambios en la conducta de la persona afectada, de cómo éstos, al principio se pueden justificar, dudando la familia de si realmente el consumo supone un problema o no. De cómo estos pequeños cambios, de mantenerse el consumo, irremediablemente van a más, hasta dar lugar al desarrollo de una enfermedad en la que poco a poco el bienestar físico, mental y social de la persona se ve afectado, así como la organización de la familia, las costumbres, la comunicación y las relaciones afectivas.

Estos cambios que se van produciendo como consecuencia del desarrollo de la enfermedad, no solo se manifiestan en el plano familiar. Las consecuencias negativas de la conducta de consumo se manifiestan en el plano personal, en la salud física y psicológica, en las relaciones interpersonales, en lo laboral o académico, en el manejo del ocio y tiempo libre…

En cuanto a salud física, si hablamos de adicciones químicas, las consecuencias van a depender del tipo de sustancia, de la cantidad y frecuencia de consumo, de la vía de administración, y de si estamos hablando de consumo de una sustancia, o de consumo de varias sustancias. En el caso de consumo de varias sustancias, las consecuencias físicas son mayores que si sumáramos los efectos de cada una por separado. Además de estas consecuencias físicas, en todas las adicciones, en las que hay sustancias y en las que no, se producen determinados cambios en la estructura y funcionamiento cerebral, que dan lugar a tolerancia, pérdida de control, síndrome de abstinencia y dependencia.

En el plano psicológico, las consecuencias son comunes a todos los problemas adictivos. Altibajos emocionales, bruscos cambios de humor. Irritabilidad. Ansiedad. Aislamiento. Sentimientos de culpa, de vergüenza, desesperanza. Además, el consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas pueden suponer para las personas más vulnerables un detonante para desarrollar otros trastornos mentales.

En lo laboral, en casi todos los casos se producen problemas de tipo absentismo, menor rendimiento, choques con compañeros, con clientes, pudiendo acabar en pérdida del puesto de trabajo, o degradación laboral. Cuando hablamos de los más jóvenes las consecuencias negativas se ven en una bajada de motivación y malos resultados académicos.

En cuanto a red social, ocio y tiempo libre, la persona que consume, se va dejando poco a poco por el camino, relaciones sociales saludables, quedándose aislada o con relaciones en el que el nexo de unión es el propio consumo. Paralelamente se va abandonando actividades de ocio y tiempo libre, de manera que el consumo pasa a ser una prioridad.

La vida de la persona que tiene este tipo de problemas se convierte en un círculo vicioso en el que queda atrapado y del que sólo conseguirá librarse con un tratamiento adecuado. Las consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociofamiliares se afrontan consumiendo más sustancia o llevando a cabo la conducta adictiva, a pesar de la clara evidencia de que es el consumo el que genera los problemas. De este modo, la persona se queda sin salida, el consumo genera malestar, y este malestar se afronta con el consumo.

Llegado estos momentos el día a día resulta muy difícil, tanto para el consumidor como para su familia, y el sufrimiento es una constante en las vidas de todos los implicados en este tipo de problemas.

Sin embargo, aunque éste es el complejo escenario al que se puede llegar cuando se tiene un problema de este tipo, la persona afectada no percibe la realidad de su situación con objetividad. Y aunque existe un verdadero sufrimiento por la propia incapacidad para controlar la conducta, la persona, ya enferma, no solo no pide ayuda, sino que la rechaza.

Y este hecho, el que a pesar del malestar físico, psicológico y social, la persona se resista a entender y aceptar que necesita ayuda para salir de la situación, hace que la adicción sea una enfermedad única.

Si me caigo y me lastimo el codo, no dudo en ponerme en manos del traumatólogo para que me haga las pruebas pertinentes y ver si no es nada, si me lo tienen que inmovilizar o me tienen que intervenir. Si me entra malestar general y fiebre, no dudo en acudir al médico de atención primaria y seguir sus indicaciones, para que la gripe sea lo más leve posible. Si experimento taquicardia, sensación de ahogo, respiración rápida, opresión en el pecho, sudoración, temblores, náuseas, mareo, acudo corriendo al hospital más cercano para comprobar que no me estoy muriendo, que no me estoy volviendo loco, y me someto a las pruebas que me indiquen, me tomo la medicación que me prescriban, y me pongo en tratamiento para no volver a experimentar esos niveles de ansiedad. Si un día en una revisión me detectan hipertensión, aunque no haya tenido síntomas, trabajaré codo a codo con mi médico para controlarla y evitar sus efectos…

Sin embargo, cuando hablamos de una persona que tiene un problema por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, el desequilibrio físico, psicológico y social que experimenta, no hace que pida ayuda, ni que quiera dejar de consumir.

Cuando se demanda tratamiento generalmente es porque se ha producido una situación de crisis, entendiendo por crisis un problema familiar, de salud, laboral, económico, legal.

En un porcentaje muy significativo de la demanda de tratamiento, el detonante es la familia. La familia es la que da razones al afectado para ponerse en tratamiento. A pesar de la resistencia acepta, porque para la persona puede ser más importante el detener una presión o tranquilizar a un ser querido que el propio problema, y aunque no entienda ni vea la necesidad de cambiar, ya se puede empezar a trabajar con él desde el punto de vista motivacional y de la mano de la familia, para seguir dándole al ya pacientes, razones para dejar de consumir.

Como escribí en otra ocasión la familia se convierte en un héroe. Llegan a consulta muy cansados, han sido muchas las dificultades por las que han pasado hasta que por fin el paciente ha aceptado acudir a tratamiento, son héroes porque no ha sido nada fácil el camino hasta llegar aquí, y el camino ahora debe continuar…

PorInstituto Bitácora

LA FAMILIA EN EL PROCESO DE DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD.

Existen datos muy contrastados de la mejor evolución y eficacia de los tratamientos de los problemas por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, basados en intervenciones familiares. Con la implicación de la familia en el tratamiento se disminuye significativamente la tasa de abandono por parte del paciente, aumenta el nivel de compromiso del paciente, aumenta la adhesión al tratamiento, disminuyen las recaídas postratamiento, mejora el funcionamiento familiar y normaliza al paciente en cuanto a su incorporación social.

Por ello, desde Instituto Bitácora, en la atención de personas con problemas adictivos, trabajamos con la familia a lo largo de todo el proceso de tratamiento ya que su papel es fundamental, en algún caso determinante, para lograr un buen resultado.

Así, a lo largo de diferentes artículos vamos a intentar explicar cuál es el papel de la familia desde que detecta los primeros síntomas de la enfermedad hasta que el paciente recibe el alta de terapéutico.

LA FAMILIA EN EL PROCESO DE DESARROLLO DE LA ENFERMEDAD

Cuando hablamos de adicción, con o sin sustancias, nos referimos a una enfermedad que entre otras muchas características, que hemos ido y seguiremos explicando a lo largo de diferentes post, es una enfermedad insidiosa.

La Real Academia Española De La Lengua en su cuarta acepción, define como “insidioso-sa. Dicho de un padecimiento o una enfermedad que bajo una apariencia benigna, oculta gravedad suma”

Cuando hablamos de enfermedad insidiosa nos referimos a aquellas que comienzan de forma gradual, a aquellas cuyos síntomas van apareciendo lentamente, sin ser apreciables al principio, de manera que quien la padece no es consciente de ello.

En el caso de los problemas adictivos, la enfermedad en los inicios puede pasar desapercibida, entrando en la vida de la persona que la padece en silencio y de puntillas, y se va instalando casi sin hacer ruido para destruir poco a poco su bienestar físico, mental y social.

Además, si tenemos en cuenta que el alcohol, algunas drogas como el cannabis entre los más jóvenes, y determinadas conductas potencialmente adictivas como el uso de las nuevas tecnologías, forman parte de la normalidad, resulta entendible la dificultad en la detección de los primeros síntomas, la dificultad en darse cuenta de cuándo su uso pasa a ser un problema.

Los problemas o consecuencias negativas del consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, no se dan habitualmente en los primeros contactos con la sustancia, o la conducta. El desarrollo de la enfermedad es un proceso. Un proceso en el que se pasa del uso, al abuso y finalmente a la enfermedad, la adicción.

Este proceso es un lento y progresivo camino de deterioro que va sufriendo la persona, y que la familia y allegados vive de manera paralela. Lo primero que suele suceder es que la familia empieza a ver pequeños cambios en su familiar, la familia empieza a ver, de una manera u otra, debido a que es una enfermedad insidiosa al principio es muy sutil, que algo está cambiando, que algo está sucediendo… y la maquinaria de la enfermedad que ya está en marcha sigue su curso… los cambios y los problemas, si dejamos el consumo a su libre evolución, inevitablemente irán a más…por lo que cuanto más se tarde en pisar el pedal de freno, más avanzará la enfermedad y más se verá alterada la organización de la familia, las costumbres, la comunicación y las relaciones afectivas.

De pequeños cambios se va pasando a cambios mayores, las cosas poco a poco se van complicando, y en este escenario muchas familias no saben cómo actuar ante el problema. Cuesta mucho entender que lo que está viviendo forma parte de la sintomatología de una enfermedad, le cuesta al paciente, y le cuesta a la familia. El no achacar estos cambios a un proceso de enfermedad, hace que muchas veces la familia se enfrente al problema con estrategias que pueden generar mucho malestar y que además pueden agravar el problema.

Siguiendo a Edwards, vamos a intentar describir cómo la familia suele actuar frente a las conductas adictivas y frente a las consecuencias que se derivan de ésta.

En primer lugar la familia duda de si el uso de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas es un problema. La familia minimiza el consumo o trata de convencerse de que pidiendo al afectado fuerza de voluntad, controlándolo o haciéndose cargo de las consecuencias negativas será suficiente para solucionar el problema y volver a la normalidad.

Pero si el consumo se mantiene, las cosas van empeorando en vez de mejorar, el deterioro a todos los niveles va aumentando. Al tratarse de una enfermedad cuya característica principal es la pérdida de control, la fuerza de voluntad no es suficiente, el afectado puede estar intentando dejar o disminuir el consumo sin lograr que su objetivo llegue a tener éxito, y la familia puede achacarlo a su propio fracaso, no al proceso de enfermedad, con lo que el malestar de ambas partes está asegurado. Por otra parte, el control sobre la persona que tiene el problema no solo no garantiza que ésta deje de llevar a cabo la conducta, sino que además interfiere negativamente en las relaciones interpersonales, generando distancia y ansiedad mutua que facilita que la enfermedad progrese. La familia también se ve en la obligación de hacerse cargo de las consecuencias negativas que el consumo va generando y de las responsabilidades que el afectado va dejando de cumplir, aumentando su sobrecarga e impidiendo además, que la persona que tiene el problema sea consciente de ello.

En función a las características de la familia como nivel de compromiso, tipo de comunicación, afectividad… la capacidad para reaccionar será de una manera u otra, siendo muy frecuente, debido a la dificultad para entender que los cambios y problemas que van surgiendo se deben al desarrollo de una enfermedad, que la conducta adictiva comprometa gravemente la estabilidad familiar. El desconcierto, la confusión, la tensión, el estrés, la alteración de las normas, la desconfianza, la frustración, los reproches, la culpa, el aislamiento, la incomunicación… se va instalando entre la persona con problemas y la familia, pasando a ser esta situación de distanciamiento físico y emocional, el caldo de cultivo perfecto para que la enfermedad siga avanzando.

El estado de tensión constante en el que vive la familia, por lo impredecible de la conducta de la persona que tiene el problema, por la resistencia de ésta a dejar de consumir, también tiene sus consecuencias negativas sobre la familia.

La familia puede presentar agotamiento por la constante angustia. Problemas emocionales como ansiedad, temor, desdicha. Sentimiento de culpa, porque se pregunta si el problema ha surgido porque no ha actuado bien, si se debe a su incapacidad para cuidar de la persona, se pregunta si es que ha defraudado al otro. Sentimientos de ambivalencia de tipo amor / odio. Sensación de privación emocional y pérdida afectiva. E incluso síntomas depresivos reactivos a las consecuencias del consumo.

Con este escenario, la familia se adapta o reacciona. La familia que se adapta a convivir con el problema, se organiza, o más bien se “desorganiza”, teniendo como centro el alcohol, las drogas o las conductas potencialmente adictivas. Lo que supone la cronificación del problema. La familia que reacciona, intenta buscar una solución para el paciente y para sí misma, aunque a veces no resulte fácil por la incapacidad del propio afectado para ver la realidad. Lo que supone el inicio de la resolución del problema.

Hasta aquí hemos contando, el difícil trayecto vital de la familia desde que empieza a percibir pequeños cambios, hasta que identifica el problema y se ve afectada. El cómo logra la familia que la persona con problemas acepte que necesita ayuda lo veremos en el siguiente artículo dedicado a la familia, “La Familia como principal factor de motivación al tratamiento”

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