En nuestra mente emergen diversos tipos de pensamientos, algunos de ellos no son dañinos como los pensamientos llamados necesarios o mundanos, que son aquellos que se refieren a nuestra rutina diaria (qué comemos, qué tengo que hacer hoy, cuando tengo que abonar la matrícula, etc.).
Por otro lado, están los pensamientos positivos, que son los únicos que nos permiten acumular fuerza interior y nos capacitan para ser constructivos. Pensar positivamente no significa que ignoremos la realidad a nuestro alrededor, sino ver los problemas y reconocer su realidad, pero al mismo tiempo ser capaces de encontrar soluciones a ese problema
Pero como bien sabemos, nuestro cerebro no es infalible. A pesar de ser el órgano más complejo de nuestro cuerpo, a veces nos juega malas pasadas y nos lleva a errores a la hora de interpretar correctamente la realidad. Es por ello que en muchas ocasiones aparecen en nuestra mente los pensamientos negativos automáticos, que no reflejan adecuadamente la realidad, pues están distorsionados y desencadenan emociones negativas en nosotros, como ansiedad, tristeza, ira, frustración, culpa, etc.
Este tipo de pensamientos se refieren a lo que nos decimos a nosotros mismos en cada situación. Todos tenemos un diálogo interior que utilizamos para hablarnos a diario y que si no se ajusta del todo a la realidad nos creará emociones desagradables. Por ejemplo, “¿por qué me tiene que ocurrir todo lo malo?”, “¡qué desastre de día!”, “no voy a aprobar el examen nunca”, ”no voy a soportar que me ocurra lo mismo”, “siempre digo tonterías”, etc.
Las características de estos pensamientos consisten en que:
- Son automáticos, es decir, se producen sin que apenas nos demos cuenta, de manera inesperada, resultando difíciles de desviar.
- Son telegráficos, en ocasiones se resumen en una o dos palabras.
- Son idiosincrásicos, pues cada persona tiene los suyos propios.
- Son evidentes para la persona, los da por verdaderos y se los cree, sin importar lo irracionales que puedan ser.
- Van acompañados de gran carga emocional, tienen a dramatizar.
- Son aprendidos
A un nivel más profundo de nuestra conciencia se encuentran nuestras creencias irracionales, que todos tendemos a mantener entremezcladas con otras creencias racionales.
Estas creencias irracionales las tenemos muy interiorizadas, pues son fruto de muchos años de experiencia y de aprendizajes que han ido forjando una serie de creencias acerca de nosotros, el mundo y los otros.
Nuestras creencias están tan arraigadas dentro de nosotros, que no resulta necesario que en cada situación nos las volvamos a plantear para decidir cómo actuar o pensar. Es más, suelen salir en forma de “pensamientos automáticos”, tan rápido que, a no ser que hagamos un esfuerzo consciente por retenerlas, casi no nos daremos cuenta de que hemos dicho eso.
Normalmente, una persona suele tener dos o tres creencias irracionales afincadas dentro de sí, que luego salen en forma de los llamados pensamientos automáticos.
Señalar que los pensamientos automáticos negativos resultan más fáciles de captar y son más accesibles, mientras que las creencias o ideas centrales (tanto las racionales como las irracionales), en muchas ocasiones no somos conscientes de ellas al encontrarse a un nivel más profundo de la conciencia, pero están ahí, y generan nuestros pensamientos.
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