Archivos mensual febrero 2023

PorInstituto Bitácora

Comunicación y emociones

En esta ocasión hablaremos de los conflictos relacionados con la COMUNICACIÓN y con las EMOCIONES.

Una comunicación inadecuada es una de las dificultades más comunes que podemos encontrar en las relaciones familiares, pudiendo darse tanto entre los progenitores como de padres a hijos y viceversa. Cuando se da este tipo de comunicación, esta se convierte en una herramienta ineficaz, pues no les ayuda a resolver conflictos ni a expresar sus sentimientos, acumulando situaciones no resueltas. Entre los errores más frecuentes de comunicación familiar encontramos:

  • Realizar afirmaciones radicales del tipo “blanco o negro”.
  • Generalizar en exceso, refiriéndose a conductas que suceden de vez en cuando como si ocurrieran continuamente (Ej. “nunca estudias”; “siempre estás pegando a tu hermano”).
  • No reconocer ninguna afirmación del otro aunque sea parcialmente.
  • Negarse a reconocer la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en un conflicto.
  • Juzgar los mensajes que recibes (Ej. “qué comentario tan absurdo”).
  • Abusar de los “deberías”, es decir, de cómo deberían actuar o pensar los demás (Ej. “deberías de pensar como yo”; “deberías de ser siempre amable conmigo”). En lugar de ello, mejora nuestra comunicación con los demás si nos expresamos en términos de “qué te parece si…”, “quizás te convenga…”.
  • Responder de malos modos a la otra persona e incluso llegar a insultar al otro.
  • Poner etiquetas (“eres torpe”; “eres un desastre”). Tanto las etiquetas que parecen positivas, como las que claramente son negativas, pueden contribuir al desarrollo de una autoestima dañada.
  • Utilizar un lenguaje poco concreto, así como describir los problemas en términos poco concretos, pues no ofrecen conductas concretas para poder cambiar.
  • Negarse abiertamente a tocar ciertos temas de conversación.

Por otro lado, algunos de los conflictos relacionados con las EMOCIONES son los siguientes:

  • Dificultad para controlar las reacciones emocionales alteradas, como el miedo, la rabia, el abatimiento, la agresividad. Esto sucede de manera especial entre los adolescentes, pero del mismo modo puede suceder en los progenitores.
  • Dificultad para expresar las propias emociones: en muchas ocasiones el conflicto se da porque no expresamos nuestros sentimientos y vamos aguantando, sin que el resto de miembros de la familia sean conscientes de que algo nos sucede. La realidad es que no podemos guardarlo sin más, pues esto nos hace daño y va quemando hasta que estallamos.
  • Dificultad para comprender las emociones de los demás: en otras ocasiones el conflicto se da porque no sabemos interpretar lo que la otra persona nos transmite con sus gestos, su actitud, etc. y esa incapacidad puede resultar un obstáculo en la relación.

Con todas estas posibilidades de encontrar conflictos en las relaciones familiares, es muy importante tener en cuenta las formas adecuadas e inadecuadas de resolver dichos conflictos para que estos sean resueltos positivamente.

En primer lugar comentaremos alguna de las maneras inadecuadas de afrontamiento que pueden darse tanto por parte de los padres como de los hijos, como:

  • Agresiva: es el caso de menores que se niegan a aceptar las normas y límites de sus padres, pudiendo conllevar en los hijos insultos, descalificaciones, empujones, agresiones…hacia sus padres. También es un patrón de respuesta de algunos padres, más frecuente en aquellos que en su manera de educar suelen imponer sus criterios con rigidez y temor.
  • Pasiva/evasiva: en el caso de los hijos el ejemplo más claro lo tenemos en su actitud de pasotismo, “paso”, “no me importa”, “me da igual”, etc. Esta respuesta se da en los padres que se refugian en su trabajo para no afrontar abiertamente los problemas y la convivencia. También sucede en padres que no intervienen ante las conductas tiránicas de sus hijos, asumiendo su incompetencia educativa.

En contraposición, la forma más adecuada de resolver dichos conflictos es la comunicación asertiva. Esta comunicación es útil para expresar tanto lo que queremos como lo que no queremos y llegar a acuerdos que resulten beneficiosos a todos los miembros implicados.

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Los conflictos familiares ¿evitarlos o gestionarlos?

En nuestro último post hablamos sobre la importancia de la familia y cómo la interrelación entre los miembros provoca que cualquier situación o conflicto que ocurra a uno de ellos o entre los miembros afecte también al resto. En esta ocasión continuaremos en esta línea centrándonos en este post en los conflictos familiares.

Hallar situaciones de conflicto en un ambiente familiar es algo natural e inevitable. Sin embargo, este tipo de conflictos no son necesariamente negativos. De hecho, de ellos se puede aprender y pueden servir para el progreso y desarrollo personal y familiar. Por ello, lo fundamental no es evitar el conflicto, puesto que es inevitable, sino manejarlo de la manera más asertiva posible y evitar la escalada de agresividad.

¿CUÁLES SON LOS CONFLICTOS FAMILIARES?

Los conflictos que subyacen a los problemas de convivencia familiar pueden tener su raíz en diferentes áreas de la dinámica familiar. En esta ocasión nos centraremos en la manera de educar.

En primer lugar, hablaremos de aquellos conflictos relacionados con la MANERA DE EDUCAR:

Cuando hablamos de estilos educativos nos referimos a los pensamientos y acciones que los padres tienen hacia sus hijos en cuanto al afecto y comunicación y en cuanto a el control y las exigencias que se manifiesta en tales relaciones.

Normalmente se describen cuatro estilos educativos parentales:

  • Estilo autoritario: predomina la existencia de abundantes normas y la exigencia de una disciplina bastante estricta. Las normas no suelen justificarse ni se toman en consideración las necesidades de los hijos. La obediencia de sus hijos se obtiene frecuentemente mediante imposiciones, amenazas y privaciones. Además, las muestras de afecto a los hijos son escasas.
  • Estilo permisivo: los padres de este estilo se caracterizan por el afecto y el dejar hacer. Existen altos niveles de comunicación y afecto. Sin embargo, las escasas normas y demandas planteadas a los hijos hacen que estos encuentren pocas exigencias a las que hacer frente, por lo que no suelen asumir compromisos familiares, escolares ni sociales. De este modo, son los padres los que en todo momento tienden a adaptarse a los hijos, centrando sus esfuerzos en satisfacer sus necesidades.
  • Estilo sobreprotector: es el de los padres poco exigentes. No dejan que los hijos ensayen respuestas de manera autónoma, pues tratan de evitar que sus hijos se enfrenten a las dificultades de la vida, y así evitar que se frustren. Padres que limitan las responsabilidades de sus hijos y no les brindan autonomía a medida que van creciendo. Son padres muy sensibles e interesados por sus hijos, con un nivel excesivo de preocupación por ellos.
  • Estilo democrático: el mostrar afecto a los hijos y ser sensible a sus necesidades se combinan con una cierta firmeza en el mantenimiento de las normas y principios que se establecen razonadamente con los hijos. Hay normas claras, consistentes y adaptadas a sus posibilidades, que justifican ante los hijos. Los padres fomentan la independencia de los hijos, esperan y exigen cooperación y respeto de normas. Estos padres utilizan mucho la reflexión sobre las consecuencias de determinados comportamientos de sus hijos.

Es importante saber que estas diferentes maneras de educar tienen efectos en el desarrollo de los hijos, en su comportamiento y en su forma de relacionarse con los demás.

De estos cuatro estilos, el democrático es el más saludable para el desarrollo de los hijos y de su relación con sus padres.

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¿Qué función tiene la familia?

La mayoría de autores sobre este tema coinciden en señalar a la familia como el núcleo esencial de desarrollo humano, y el escenario que nos permite aprender desde niños a afrontar retos y asumir responsabilidades.

La familia como institución social ha pasado por importantes transformaciones en los últimos años, y sigue haciéndolo intentando adaptarse a los nuevos cambios de nuestra sociedad.

En esta ocasión vamos a hablar de cómo es el modelo de familia en la actualidad y de su manera de funcionar, es decir, del tipo de interacciones que tienen lugar entre sus miembros.

LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA

Es conocido que la familia es una institución que influye con valores y pautas de conducta que son presentados inicialmente por los padres. Así, éstos les muestran normas, costumbres y valores como la verdad, la disciplina, el respeto, la autonomía, la afectividad, etc, que ayudan a que los hijos puedan enfrentarse y adaptarse a las características sociales que les han tocado vivir.

La familia es quien mejor puede promover su desarrollo personal, social e intelectual. Además, es la familia quien habitualmente puede protegerlos mejor de diversas situaciones de riesgo.

En nuestra sociedad, los niños y adolescentes reciben la influencia de contextos diferentes a la familia, influencia que aumenta a medida que se desarrollan y aumentan las interacciones sociales en las que participan. Además de los miembros familiares, figuran muchos otros agentes e instituciones que juegan un papel de peso en el desarrollo infantil y adolescente, como los amigos y compañeros de clase, la propia escuela, los medios de comunicación de masas, las redes sociales, etc.

Sin embargo, a pesar de que haya otros agentes en la vida de los hijos, la familia sigue siendo el contexto de mayor importancia, puesto que las relaciones familiares se caracterizan por una especial intensidad afectiva y capacidad configuradora sobre las relaciones posteriores fuera de la familia.

Son muchas y muy importantes las funciones de la familia en relación a los hijos. Una de las funciones básicas consiste en aportarles el clima de afecto y apoyo emocional necesarios para un posterior desarrollo psicológico saludable.

Una segunda función es la de estimularlos, y ayudarlos a desarrollar la capacidad para relacionarse de modo competente con su entorno físico y social.

¿HA CAMBIADO EL MODELO DE FAMILIA?

Como se puede constatar, el modelo tradicional de familia ha sufrido una progresiva transformación en Occidente. Esta evolución ha ido produciéndose en consonancia con los cambios sociales e históricos que han afectado al propio concepto de infancia y a la visión del papel de la familia en el desarrollo de sus hijos, dando lugar a los distintos modelos de familia que conocemos en la actualidad. Tanto es así que hay autores que hablan de una crisis de la familia como institución social, que se manifiesta sobre todo por el rechazo de valores tradicionales (respeto, honestidad, fidelidad, dependencia…..).

La disminución del número de matrimonios y el aumento de sus separaciones nos indican cambios. En nuestros días las familias tienden a ser más “inestables” que en otras épocas, con facilidad a la ruptura, y los hijos son un bien escaso, pues suponen un elevado coste económico y personal. Es difícil ver familias numerosas a la antigua usanza.

El “cambio” en la sociedad postmoderna es un síndrome permanente, ya que hoy en día todo es inestable, los trabajos, los afectos, las ideologías…al igual que la familia. Ejemplos de ello es que actualmente nos es difícil pensar en el trabajo o en una pareja “para toda la vida”.

Actualmente no existe ya un único modelo de familia, en contraste con décadas atrás donde sólo se tenía una concepción de la familia, como nuclear, conformada por padre y madre e hijos.

En relación a esta diversidad de modelos familiares, quizás la más evidente sea la aceptación de las parejas no casadas con hijos. También ha crecido el número de familias monoparentales (en mayor medida de la madre con hijos). Otros modelos que van en aumento son las familias adoptivas, reconstituidas y parejas sin hijos entre otras.

¿CÓMO FUNCIONA UNA FAMILIA?

La familia se considera hoy un sistema complejo, en constante evolución y con diversas e importantes funciones en relación al desarrollo de los hijos.

De acuerdo con Allard, las funciones de una familia están relacionadas con cubrir una serie de necesidades básicas:

Necesidad de tener: se refiere a lo material, a los aspectos económicos y educativos necesarios para vivir.

Necesidad de relación: la familia enseña a socializarse, a comunicarse con los demás, a querer y sentirse queridos, etc.

Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.

Necesidad de ser: la familia debe proporcionar un sentido de identidad y autonomía.

Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.

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