Archivos mensual julio 2017

PorInstituto Bitácora

Mindfulness en el tratamiento de las adicciones

¿Qué es MINDFULNESS?

Mindfulness es la acepción inglesa del concepto castellano de “atención plena”, “estar atento”, “conciencia plena”, o “presencia plena”. E implica que la persona se concentre en la tarea que está realizando en ese momento, sin que la mente divague sobre el futuro o el pasado, y sin sensación de apego o rechazo, y cuyo objetivo es provocar  claridad de mente y agrado.

Es una práctica históricamente arraigada en antiguas disciplinas meditativas budistas  que en el mundo occidental ha sido considerada más como una técnica en psicoterapia que como una religión.

Jon Kabat Zinn, biólogo molecular, médico, escritor y profesor universitario, considerado por muchos como el introductor del mindfulness en el ámbito clínico en el mundo occidental, lo define como “el estado de conciencia que emerge a través de prestar atención en el momento presente, de forma intencional, y sin juzgar, a la experiencia que se despliega momento a momento”

El mindfulness, tiene tres elementos principales: la conciencia, el momento presente, y la aceptación. Y la herramienta principal es la respiración natural.

La manera más fácil y eficaz de comenzar a practicar mindfulness es concentrar la atención en la respiración y observar lo que sucede mientras intentamos mantenerla ahí.

El auge del MINDFULNESS

Las técnicas del mindfulness, desde el punto de vista de la psicología occidental, se utilizan con fines terapéuticos por su capacidad para producir un aumento de la atención y una mejora en las habilidades para responder a los procesos mentales que contribuyen al malestar emocional y a los comportamientos desadaptativos. Suponen una manera de centrarnos en lo que está sucediendo en el aquí y ahora con nuestra vida, tomar contacto directo y ser conscientes de nuestra realidad, para poder así, aceptar, afrontar y manejar nuestro malestar.  Es este el motivo, por el que a lo largo de las tres últimas décadas se han incluido en intervenciones clínicas.

Sin embargo, en la última década, en nuestro país, el mindfulness, ha experimentado una gran expansión y se está aplicando a numerosos ámbitos, sobre todo al personal y laboral, de manera que muchos pueden creer que puede ser una solución para casi todo. Y parece que en la sociedad en la que actualmente vivimos, en la del corre corre, en la de la eterna juventud, en la del no sufrir, en la de los mil y un estímulos… tiene mucha cabida. Sin embargo, muchos expertos, expertos que defiende el mindfulness, advierten de cuál es la situación real, y alertan de los posibles riesgos que puede tener una expansión sin límites.

El riesgo está en no darle el lugar que tiene, y que se aplique en cualquier ámbito y por cualquier persona. El mindfulness, en función a la evidencia científica actual, sirve para el estrés, para la ansiedad, para el dolor, para la enfermedad, pero no para todo, y debe ser utilizado en psicoterapia por las personas que están capacitadas para ello, que son, los médicos, psiquiatras y  psicólogos.

¿Sirve el MINDFULNESS para el tratamiento de las adicciones?

Como acabamos de afirmar, existen evidencias médicas que avalan los beneficios del mindfulness como práctica de reducción de la tensión. Dado que tanto la conducta de consumo como el riesgo de recaída aumentan la tensión y el estrés, tanto a nivel fisiológico como psicológico, las técnicas de mindfulness son una estrategia eficaz para la prevención de recaídas.

La prevención de recaídas basada en mindfulness:

-Permiten reducir la tensión o malestar que pueden desembocar en impulsos y deseos de consumo, resultando útil tanto si el objetivo es una meta de moderación como si es la abstinencia.

-Favorece el autocontrol, ya que facilita el identificar, aceptar y canalizar nuestras emociones y pensamientos.

-Ayuda a situarnos en lo positivo, favoreciendo el establecer relaciones con nosotros mismos y con el mundo, más sanas y que nos ayuden a desarrollarnos y a crecer como personas.

En el siguiente post, profundizaremos en este último punto, la PREVENCIÓN DE RECAÍDAS BASADA EN MINDFULNESS.

PorInstituto Bitácora

Taller de prevención de recaídas

Empezamos el mes de julio, con un taller de prevención de recaídas, destinado a pacientes y familiares de pacientes con problemas por consumo de alcohol y/o drogas.

Aunque en algunos casos al principio del tratamiento pueda resultar relativamente fácil cambiar las conductas relacionadas con el consumo de alcohol y/o drogas durante un tiempo, la llamada “luna de miel”, lo difícil es mantener estos cambios. El intento de superación de un problema por consumo de alcohol o drogas es un proceso largo y complejo en el que pueden surgir crisis. Cuando el paciente no afronta adecuadamente estas crisis o dificultades, se pueden producir nuevos consumos. Además si éstos, no son tratados adecuadamente, el paciente volverá a “engancharse”.

Estos consumos se denominan recaídas. La recaída es todo un proceso. Una cadena progresiva de conductas, actitudes, emociones y pensamientos, que se inicia mucho antes de que el paciente comience a consumir alcohol y/o droga de nuevo. Y aunque resulta difícil establecer claramente dónde empieza una recaída, generalmente se inicia como consecuencia de algún estresante o de algún cambio tanto positivo como negativo.

Una recaída es por tanto, el resultado de un sumatorio de errores, muchos de ellos percibidos por las personas que rodean al paciente, y sobre el que se puede intervenir para parar el proceso y que no acabe en recaída.

Esta idea, es el punto de partida del taller que vamos a desarrollar a lo largo del mes desde Instituto Bitácora. Y aunque el hecho de que una recaída se inicie mucho antes de que la persona consuma, pueda parecer muy catastrófico, en realidad es todo lo contrario, resulta muy alentador que a lo largo de ese periodo de tiempo en el que se está preparando la recaída, podamos identificar las señales de aviso y poder actuar sobre ellas.

El primer objetivo del taller, que no el único, es el de aprender a reconocer dichas señales. Para algunos de los familiares estas señales no resultaran extrañas, ya que la conducta adictiva se vuelve rígida y esquemática, e incluso muchas veces han sido capaces de predecir cuándo se va a producir un nuevo episodio de consumo. Muchas veces hemos escuchado cómo un familiar nos contaba, por ejemplo, que el paciente le había llamado por teléfono para decir que ya iba para casa, y al colgar sabía que ya no volvería, no lo había visto, pero había un no sé qué, que le decía lo que iba a acabar pasando.

O ver un determinado gesto que no está en el repertorio habitual del paciente y que el familiar sabe que su presencia es un motivo de alarma… El paciente y la familia aprenderán a manejar estos pequeños cambios para poder reconducir y parar un posible proceso de recaída.

Estas señales, no solo son ciertos estados emocionales, como tristeza, irritabilidad, enfado, aburrimiento, soledad…o físicos como falta de energía, fatiga… sino también actitudes, comportamientos y procesos cognitivos.

El papel de la familia es muy importante, ya que el paciente tiende a no ver estas señales o a restarles importancia. El paciente empieza a sumar pequeños errores, determinadas mini decisiones aparentemente poco importantes, que pueden poner en marcha una recaída. En la cima de la montaña hay una bolita de nieve tamaño canica, que si se deja caer por la ladera acabará siendo de tal tamaño que se volverá imparable y pasará seguro sobre nosotros. Así es como funciona el proceso de recaída, va haciéndose cada vez más fuerte, más difícil de manejar, y es por ello, que es tan importante el identificar las señales y aceptarlas, para poder canalizarlas bien, y cuanto antes… en adicciones dejar las cosas para mañana puede ser muy tarde.

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