PorInstituto Bitácora

Día Mundial Sin Alcohol

Domingo 15 de noviembre se celebra el Día Mundial Sin Alcohol.

Desde hace más de una década tengo el privilegio de acompañar a personas que tienen problemas con el alcohol, pacientes y familiares, en un  proceso de cambio que a veces resulta fácil y gratificante, y otras resulta difícil y más gratificante aun. Después de este tiempo, me sigue emocionando comprobar cómo gracias a haber pasado por una experiencia tan dolorosa como es la adicción al alcohol, todos aprendemos a querer más, a vivir más, y digo “todos” porque gracias a todos ellos he aprendido, aprendo y seguiré aprendiendo a ser mejor persona.

Para algunos de ellos un día sin alcohol es…

“Papá se compraba una botella de las grandes de cerveza y cuando se la terminaba empezaba con otra nueva…

 La vida sin alcohol no sé que supone. Sólo sé que antes mi padre estaba siempre con una cerveza, luego con una coca-cola y ahora con agua. ¡Me encanta mi padre de ahora, el del agua! Con él me río, voy en bici, salgo a correr… “

Un niño con casi 10 años

¿Qué supone la vida sin alcohol?

Principalmente y lo que más valoro a día de hoy es la SERENIDAD en la que me encuentro, esa capacidad de soltar y dejar atrás viejos sueños o reproches, de no guardar rencor. De disfrutar de una gran calma interior.

La vida sin alcohol me ha regalado un PRESENTE, permitiéndome estar abierta a lo nuevo. Me ha regalado SEGURIDAD y CONFIANZA en mí misma y en mi pareja, he conseguido RESPETAR y AMAR quiénes somos y cómo somos, amando la manera en que somos diferentes.

La vida sin alcohol supone DELEGAR, COMPARTIR, RESCATAR HOBBIES, TIEMPO LIBRE… en definitiva, VOLVER A CREER EN TUS SUEÑOS Y SEGUIR SOÑANDO.

El NO al alcohol me ha regalado la ALEGRÍA y me ha permitido VIVIR SIN MIEDO. Me siento AGRADECIDA y VIVO CON MUCHO GUSTO valorando las cosas nuevas que me aporta un nuevo día.

GRACIAS  A  LOS QUE ME RODEAN Y ME HAN RODEADO.”

La mamá del niño de casi 10 años

 

“La vida sin alcohol es redescubrir cosas maravillosas que habías olvidado”.

Dos años y medio luchando para estar sobria.

“Nunca, nunca puedo olvidar que dejar la adicción depende solo de mí… un día sin alcohol, una vida sin alcohol supone poder mirar en mi interior, recuperar mi dignidad, mi estima y mi respeto”

 

Un hombre desde la senectud.

“El vivir sin alcohol, me permite ser consciente”

En la serena soledad

“Con alcohol todo es peor”

Desde el cielo

PorInstituto Bitácora

“¿De tal palo, tal astilla?”

Supongo que alguna vez ha escuchado el refrán: De tal palo, tal astilla. ¿Tanto marca el cómo somos como padres, en nuestros hijos? ¿Tanto marca el cómo educamos a nuestros hijos en su futura forma de relacionarse? Si atendemos al razonamiento del aspecto socializador de la familia, la respuesta es un “sí rotundo”. Hablemos sobre ello.

 Como ya dije en la entrada anterior, la influencia del ambiente familiar influye en el desarrollo de las relaciones sociales. Todos conocemos distintos tipos de familias, puede que no le pongamos nombre a cómo se relacionan entre ellos y con los demás, tampoco las clasificamos según los padres y los hijos convivan. Pero sí que sabemos cómo son: padres poco dados a abrir las puertas de su casa a sus amigos y a los amigos de sus hijos y que además son reacios a llevarlos a casa de otros amigos; padres que dejan el cuidado y la educación de sus hijos en manos de personas ajenas a la familia; padres sobreprotectores que no se despegan de sus hijos y que inculcan miedos irracionales a éstos; hijos que menosprecian la labor de sus padres; familias que comparten sus ratos de ocio, hablan entre sí y que resuelven los problemas juntos;… Y así un sinfín de familias.

 Un inciso. Hablando de familias sobreprotectoras. No me gustaría perder la ocasión de hablar sobre “el cordón umbilical” que en algunas familias no parece que se vaya a romper nunca. Ese cordón que limita el crecimiento tanto de los progenitores como de los hijos. Y vamos a decirlo así de sopetón: el cordón umbilical hay que cortarlo. No debemos ir estirándolo hasta que se rompa de tanto usarlo (y que suele romperse cuando uno de los extremos, ya no puede más). Cuanto antes nos demos cuenta de que nuestros hijos, no son “nuestros” sino de ellos mismos, antes podremos tener una relación más sana con ellos y antes podremos educarlos para que vivan en sociedad de una manera amable, cooperativa, alegre…, sin convertirse en seres dependientes de la aprobación de los demás. Leer más

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MIS PASTILLAS, QUE NO ME PUEDEN FALTAR

Pues sí que te pueden faltar, aunque quizás seas del otro polo de usuarios de los servicios de Salud Mental que prefieren vivir sin medicación, aunque les sea imprescindible para mantener su calidad de vida.

A veces en broma en el café, entre los compañeros comentamos que nos pasamos la mitad del tiempo convenciendo a pacientes de que tomen su medicación, y el resto del tiempo convenciendo a la otra mitad de que en ese momento no les hace falta.

¿Saben que en España el consumo de antidepresivos se ha casi cuadruplicado en los últimos diez años? Podría pensarse que hay más depresión, probablemente debido a la crisis y por tanto más tratamientos. Es cierto que en los Servicios Comunitarios de Salud Mental se ha incrementado la demanda de consultas y que el tema económico subyace en muchas de ellas, pero el análisis es más complejo y se escaparía de la entrada de hoy. Quizás otro día. Leer más

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NUEVOS TÉRMINOS PARA LA NUEVA REALIDAD

Vamos a intentar aclarar, mediante una pequeña explicación, algunos términos que nacen con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y que por tanto son relativamente nuevos para la mayoría de nosotros pero que van a ir apareciendo cada vez con más frecuencia.

 En varias ocasiones, en publicaciones anteriores, hemos hecho referencia al término nativos digitales. Los nativos digitales son las personas que han nacido con las nuevas tecnologías, las TIC o tecnologías de la información y comunicación. Han pasado toda su vida rodeados de y usando, ordenadores, videojuegos, reproductores digitales de música, videocámaras, móviles, internet, correo electrónico, mensajería instantánea, y todos los demás juguetes y herramientas de la era digital, por lo que su manejo es muy superior al de generaciones anteriores, y además su forma de aprendizaje e interacción con ellas, nada tiene que ver con la de aquellos que no  nacimos en el mundo digital, pero que en algún momento de nuestras vidas nos acercamos a la nueva tecnología, y nos instalamos en ella. A estos últimos se les llama Inmigrantes Digitales, y el término surgió de comparar el aprendizaje de las Nuevas tecnologías con la adquisición de un segundo idioma a una edad avanzada, porque cuando piensas, siempre lo haces en tu idioma de origen. Y esto, en el campo de las TIC, se manifiesta en cosas tales como que los inmigrantes digitales, en muchas ocasiones las utilizamos como segundo o tercer recurso, los inmigrantes digitales “no perdemos nunca el acento”.

También hace unas semanas, hablábamos acerca de un término relativamente nuevo, el miedo a perderse algo o FOMO. Este término que ha aparecido como consecuencia del mal uso de las nuevas tecnologías, en concreto, en relación a los chat y las redes sociales, recordemos que, consiste en la sensación de angustia que experimentan algunas personas, por la imposibilidad de poder llegar a todo lo que se publica, de poder atender a todo lo que se publica, y de poder  estar presente en todos los eventos y actos que se publican. La persona puede llegar a experimentar sentimientos de desánimo por sentir que su vida está vacía respecto a la de los demás, que es más aburrida que la de los demás, y siempre sienten que se están perdiendo algo. Es la manifestación a través de la red del miedo social a ser excluido. La sensación de malestar, les impide entender, que las imágenes y comentarios que se publican, son solo unas escenas, unos fotogramas elegidos, de un acontecimiento concreto, que la vida está llena de algunos pocos momentos como los que se exhiben, y de muchos simplemente buenos, regulares y malos. Los estudios existentes, concluían que las cifras de afectados van en aumento, y que entre las personas que son más activas en cuanto a publicar fotos, y cambiar su perfil en las diferentes redes sociales, el porcentaje es mayor. Leer más

PorInstituto Bitácora

“LE PRESENTO A LA FAMILIA. ENCANTADO DE CONOCERLA”

Durante las próximas semanas comenzaré a hablar sobre la familia y la importancia que tiene ésta en la maduración de la persona. Trataré distintos aspectos como: la importancia de la comunicación, las dificultades al afrontar cambios en el seno familiar, tomas de decisiones, rigidez o permisividad en las normas, etc.

Para empezar a hablar sobre familia y sobre las dificultades a las que se enfrenta, lo primero que debo realizar es una reflexión sobre qué es la familia, para así comprender los “porqués” de estas dificultades con las que se encuentra a lo largo de su camino.

Y lo haré desde tres puntos de vista básicos: la familia como agente de socialización, su proceso evolutivo y la familia como sistema. Los tres aspectos son lo suficientemente extensos como para escribir capítulos y capítulos sobre ellos, pero trataré de resumirlos de forma comprensiva en esta entrada. Posteriormente, en sucesivas entradas, ahondaré en cada uno de ellos, exponiendo casos de ejemplo que a todos nos “sonarán”.

La familia debe recibir una atención especial ya que, las personas encuentran en ella seguridad y afecto. Es la primera fuente de socialización del hombre y la mujer, desde donde se educa para la vida en sociedad. Es, por tanto, la unidad primaria de interacción y sostenimiento de la estructura social.

Sobre su aspecto evolutivo, podemos decir que todas las familias tienen un ciclo vital, como cualquier ser vivo. Y durante ese ciclo, se van produciendo diferentes etapas, etapas de cambios que provocan desequilibrios en la estabilidad familiar.

Al igual que la sociedad evoluciona, la familia también lo hace. Ambos conceptos son activos y van pasando por fases, que suponen crisis naturales y debido a ellas, las familias se transforman, crecen, maduran y/o se rompen.

Su estructura está formada por roles, que como todo ciclo evolutivo, van cambiando según la etapa en la que se encuentre la familia: separación de la familia de origen para formar una relación conyugal, nacimiento de hijos, distintas etapas de los hijos (niñez, adolescencia, emancipación), jubilación y ancianidad. Así, la persona va adquiriendo a lo largo de su vida distintos roles, y en ocasiones, incluso adopta varios roles en un momento determinado: hija, esposa, madre… Roles que la persona debe desempeñar adecuadamente y, además, en relación con los otros miembros de la familia.

Pasando ahora al aspecto sistémico de la familia, podemos decir que la familia está conformada por reglas de comportamiento internas, implícitas y explícitas, marcadas por los miembros individuales de ésta y por el conjunto de sus miembros. Muy ligadas a su vez a la interacción con el exterior, formando parte así del contexto social en el que vive.

Concretando: ¿qué quiere decir que la familia tiene un funcionamiento sistémico? Podríamos decir, que la familia está formada por personas que se relacionan entre sí, marcando estas relaciones los roles y los vínculos dentro de este sistema.

Es importante decir, que en todo sistema, el cambio de una de las partes afecta al resto de las partes. Así que, si un miembro de la familia está pasando por una etapa personal de cambio, esto afectará al resto de personas que forman su núcleo familiar, ya que su forma de relacionarse será distinta y, por lo tanto, esto afectará a la forma de relacionarse del resto tanto con él en concreto como entre sí.

Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, para resolver las crisis que van surgiendo en el núcleo familiar, es importante analizar la evolución tanto del grupo familiar como individual, el sistema de relaciones internas existente y las relaciones externas que tienen sus miembros con el exterior (la sociedad, en términos generales).

Teniendo en cuenta esto último, en la resolución de cualquier conflicto producido en el seno familiar, se hace imprescindible una intervención integradora, que tenga en cuenta los tres aspectos destacados, y esto nos lo proporciona la terapia familiar.

La próxima semana hablaré sobre la familia como agente de socialización, y como os dije al principio, expondré casos de ejemplo, para clarificar el concepto y dejar a un lado el “academicismo” de esta primera entrada. Os espero.

Mª Ángeles Fernández Arias. Psicopedagoga

PorInstituto Bitácora

PONGA UN PSIQUIATRA EN SU VIDA

 Una vez captada su atención, expliquemos que el título debería más bien ser “Si cree que le hace falta, no tenga miedo de poner un psiquiatra en su vida”.

Desconozco si alguna vez han buscado la palabra psiquiatra en el diccionario. El de la RAE arroja una apabullante (por concisa) definición: “Especialista en Psiquiatría”. Llama la atención que ni menciona la palabra “médico”. Busquemos pues el término Psiquiatría: “Ciencia que trata de las enfermedades mentales”. No se puede ser más concreto y más difuso a la vez. No sé si de una forma deliberada o inconsciente en la definición de Psiquiatría  el DRAE especifica que es la ciencia que trata “de” las enfremedades mentales, lo cual admite varias lecturas, como la de que la psiquiatría se encarga de estudiarlas y tratarlas, o por el contrario que dichas enfermedades en el fondo se pueden estudiar, pero carecen de tratamiento. No es lo mismo tratar una enfermedad que tratar de una enfermedad.

Mucho más extenso tenemos al BOE, que al definir las competencias en el programa formativo de los psiquiatras, escribe (entre otras muchas cosas) lo siguiente: La Psiquiatría tiene por objeto el estudio, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales (…)se ocupa de los trastornos psiquiátricos, entendidos como lugar de encuentro de lo biológico, lo psicológico y lo socio-cultural; sus intervenciones se basan en la observación clínica y en la investigación científica (…)las psicoterapias y la rehabilitación (…)la psicofarmacología y otras intervenciones biológicas.

Más cercano al día a día de nuestro trabajo sin duda el BOE, aunque no olvidemos de que la Real Academia de la Lengua no se encarga de establecer las competencias sino de limpiar, fijar y dar esplendor a nuestro idioma.

Dada la concisión de una definición y la amplitud de la otra, entiendo que merece la pena explicar brevemente algunos aspectos de la labor de los profesionales de la Salud Mental, dados ciertos tópicos acerca de la Psicología y la Psiquiatría que por repetidos se han dado como cierto y se han ido instalando en nuestra sociedad, sesgando la visión del público de cuándo y para qué acudir a una consulta.

Es lógico que tanto el BOE como el diccionario de la RAE hablen de Enfermedades Mentales como el objeto sobre el que trabajan Psiquiatría y Psicología. Los clásicos hablaban del “ser humano enfermo mental” como el individuo a tratar por los psiquiatras. No obstante, la Psiquiatría, con la Psicología Clínica de la mano, andan desde hace un par de siglos intentando definirse tanto a sí mismas como a sus “enfermedades”, esto es, intentando distinguir lo normal de lo patológico de forma universal y sistematizada, a la vez que intentan ayudar a las personas que les demandan consulta.

Algo así como cruzar un puente a la vez que tú mismo lo vas construyendo, porque dejando aparte exquisiteces conceptuales y finuras académicas, lo que suele llevar a las personas a las consultas de psiquiatras y psicólogos es el sufrimiento psíquico, da igual el nombre que le pongamos y será por tanto su abordaje el trabajo del profesional al que se consulte, independientemente de la titulación y orientación profesional que tenga. Y no, no podemos esperar a que se produzca el hallazgo genético que revolucione el tratamiento de las psicosis ni que las distintas escuelas se pongan de acuerdo en los criterios diagnósticos de tal o cual trastorno.

La persona que nos consulta sufre y hay que ayudarla, y tenemos el imperativo ético de hacerlo ya.

Estoy hablando, por supuesto, de una ayuda profesional, es decir, una ayuda sistematizada, desapasionada (aclaro, no sesgada por los sentimientos) y a ser posible multidisciplinar. Existe evidencia científica de que los mejores resultados en muchos trastornos provienen de terapias combinadas, que incluyan abordaje psicológico, farmacológico, ocupacional, familiar… y la formación moderna de profesionales de la Salud Mental va encaminada en ese sentido.

Es importante derribar el mito de que los psiquiatras se dedican a “dar pastillas” a los trastornos más graves y los psicólogos a “dejar que se desahoguen” los trastornos más leves. Ambas concepciones con reduccionistas y erróneas. Es cierto que en el mapa de competencias de ambas profesiones existen diferencias, pero seguramente hay más tareas comunes, en las que psicólogo y psiquiatra son equivalentes e intercambiables.

El psiquiatra como médico contemplará más aspectos biológicos y podrá usar fármacos y el psicólogo será experto en administración de tests y en intervenciones psicoterapéuticas concretas, pero no existe un criterio de “gravedad del trastorno” que determine la intervención de uno u otro profesional. De hecho, en casos graves a menudo intervendrán ambos profesionales y en casos leves, cualquiera de ellos se bastará para orientar el problema.

En cada caso individual, lo importante es que el profesional sepa qué está haciendo y que ello se ajuste a la “Lex Artis” (o sea, hacer las cosas como Dios manda), independientemente de que sea psiquiatra o psicólogo.

Todos los días los profesionales de la Salud Mental luchamos contra la tendencia de la sociedad de estigmatizar a nuestros pacientes. El primer estigma a combatir es el que uno mismo se impone. No soy peor, no soy diferente, no soy más grave porque me atienda un psiquiatra y tampoco soy distinto ni sufro menos porque me esté tratando un psicólogo.

Sebastián Sanz Cortés. Psiquiatra

PorInstituto Bitácora

Por el miedo a perderse algo,acabamos perdidos

En el último post sobre Nuevas Tecnologías, en el que hacíamos una reflexión acerca de los muchos y diferentes problemas derivados de su mal uso y de la necesidad de estar preparados para poder detectarlos y tratarlos, hicimos referencia a un nuevo síndrome denominado FOMO (fear of missing out) o miedo a perderse algo.

Este fenómeno ha aparecido como consecuencia de la facilidad para sobrepasar los límites del control del manejo de las redes sociales, y a nuestro alrededor se dan casos en los que se aprecia de manera evidente, aunque para la mayoría pasan desapercibidos por ser algo muy reciente pero cada vez más habitual.

Una de las características de las Nuevas Tecnologías es la inmediatez. Nos llegan multitud de noticias sobre acontecimientos actuales, libros que leer, películas que ver, eventos en los que participar, y también nos llegan, porque es un buen escaparate, detalles de la vida de nuestros amigos, de nuestros conocidos y no tan conocidos, que con o sin pudor, nos bombardean con multitud de fotos y comentarios acerca de lo que hacen o dejan de hacer.

El FOMO tiene que ver con la sensación de angustia que se puede generar, por no poder llegar a todo lo que se publica, por no poder atender a todo, por no poder  estar presente en todo.

No todos los que hacen uso de las redes sociales acaban experimentando este malestar, pero en  las recientes investigaciones sobre este fenómeno, las cifras de personas afectadas van en aumento. En las más recientes se concluye que dos tercios de los usuarios tienen este  problema y en mayor proporción la población comprendida entre jóvenes de trece a treinta y cuatro años, y más en hombres que en mujeres.

Estas personas, pueden llegar a experimentar  sensación de inferioridad, sentir que su vida es menos interesante que la de los demás, creer que se ha quedado fuera de algo importante. A estas sensaciones negativas, hay que sumarle el malestar por la necesidad de estar permanentemente conectado a lo que se publica. Todo ello puede acabar generando un cuadro de depresión o ansiedad si esta situación se mantiene en el tiempo.

Y desgraciadamente es lo que suele ocurrir, que se va perpetuando y complicando con el tiempo. El deseo o necesidad de querer prestar atención a todo, y a todo lo que los demás están haciendo y estar cada vez más tiempo conectados, hace que estemos tan centrados en el otro, que simplemente nos olvidamos de nosotros y dejamos de poner atención en las cosas que realmente son importantes. Ahora lo prioritario es estar, saber qué se cuece en todo momento en la red, y además en la mayoría de los casos no estamos hablando de una sola, sino de varias simultáneamente.

Estoy conduciendo, o trabajando, o escuchando una conferencia, o viendo una buena película, o jugando con mi hijo, o saboreando una exquisita comida, o charlando con un buen amigo… y escucho el sonido o siento la vibración que me avisa de un nuevo mensaje y sí o sí tengo que abrirlo… o no soy capaz de reprimir el impulso de enviar un tuit o subir una foto a instagram cuando estoy disfrutando de una situación agradable.

¿Por qué acaban sintiéndose tan mal las personas que padecen este tipo de trastorno? Porque por estar al tanto de todo lo que se publica, por estar al tanto de todo lo que hacen los demás, o para que los demás estén al tanto de todo lo que nosotros hacemos, dejamos lo que estamos haciendo, nos salimos de las situaciones que estamos viviendo, o simplemente dejamos de hacer actividades que nos aportan satisfacción y bienestar.

Es una doble vía para acumular sentimientos negativos, por una parte el no disfrutar con lo nuestro, y por la otra sufrir por lo que no somos capaces de abarcar.

Asunción Lago Cabana

PorInstituto Bitácora

El valor de las relaciones sociales

El ser humano no está diseñado para vivir en soledad. No es ningún secreto que una de las partes más importantes de nuestra vida son las relaciones sociales. Nuestro bienestar depende en gran medida de la convivencia con los demás, no sólo en aspectos prácticos (protección, conocimientos, información, etc.), sino sobre todo en los emocionales. Pero estas relaciones, al igual que nuestro cuerpo, tienen que cuidarse si queremos que sean saludables.

Raramente en nuestra vida vamos a escapar de los efectos de la relaciones sociales, ya sea en nuestro lugar de trabajo, de estudio, nuestros ratos de ocio o dentro de nuestra propia familia. Una interacción placentera en cualquiera de estos ámbitos nos hace sentirnos felices, desarrollando nuestras tareas con mayor eficacia. De hecho, una baja competencia en las relaciones sociales con los demás puede llevar a tener dificultades en el trabajo, en los estudios o en la familia. Leer más

PorInstituto Bitácora

Cuando pensamientos indeseados toman control… TOC… ¿cómo del sufrimiento puede nacer algo tan bello?

En esta ocasión os queremos dejar un poema de amor tan especial como conmovedor, titulado, TOC. Su autor es un estadounidense nacido en Minnesota, llamado Neil Hilborn, que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

En primer lugar haremos un breve comentario de en qué consiste un TOC y posteriormente os dejamos el poema.

La mayoría de nosotros, en alguna ocasión, hemos comprobado si hemos cerrado el coche correctamente o la puerta al salir de casa en más de una ocasión, también hemos podido experimentar el que se repita en nuestra cabeza el estribillo de una canción durante toda una tarde… las personas que padecen TOC sienten la necesidad de comprobar las cosas una y otra vez o tienen ciertos pensamientos o realizan rutinas y rituales una y otra vez generándole importante angustia y pudiendo interferir de forma considerable en su vida cotidiana.

Estos pensamientos repetidos y perturbadores del TOC se llaman obsesiones y en muchos casos, con el fin de intentar controlar estas obsesiones, las personas con TOC repiten rituales o comportamientos, a esto se le llama compulsiones.

Son ejemplo de obsesiones, el miedo a gérmenes, a ser heridos o herir a otros, y pensamientos perturbadores religiosos o sexuales. Entre los ejemplos de una compulsión podemos encontrar el contar o limpiar cosas, lavarse el cuerpo o partes de este repetidas veces, u ordenar las cosas de un modo en particular, cuando estas acciones no son necesarias, y verificar todo una y otra vez.

El poema a continuación:

La primera vez que la vi…

Todo en mi cabeza se silenció

Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.

Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.

Incluso en la cama estoy pensando:

¿Cerré las puertas? Sí

¿Me lavé las manos? Sí

¿Cerré las puertas? Sí

¿Me lavé las manos? Sí

Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.

O la pestaña en su mejilla–

La pestaña en su mejilla–

La pestaña en su mejilla.

Sabía que debía hablar con ella

La invité a salir seis veces en treinta segundos.

Ella dijo que sí después de la tercera,

pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.

En nuestra primera cita,

pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.

Pero le encantó.

Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.

Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.

Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,

como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.

Yo siempre veía su boca cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba;

Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.

En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.

Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.

Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.

Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.

Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.

Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.

La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.

Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,

pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!

El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.

No puedo–

No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.

Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.

Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.

Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.

Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.

Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.

En cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla…

Ahora sólo pienso en quién más está besándola.

No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!

La quiero de regreso tanto que…

Dejo la puerta sin cerrar.

Dejo las luces prendidas”.

Dra Mª Carmen López Alanís

PorInstituto Bitácora

SI LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ESTAN EN TODAS PARTES ¿POR QUÉ LAS DEJAMOS FUERA DENTRO DE LA CONSULTA?

¿Qué vemos a nuestro alrededor?

Un niño, sentado junto a su madre en la piscina, quieto, callado, con el móvil de su madre jugando y jugando, mientras los demás niños están tirándose a ver quién salpica más a bomba, gritando con los ojos cerrados “Marco” y escuchando de dónde viene “Polo”, buscando tesoros en las profundidades…

Una madre que cuenta que las vacaciones que había diseñado con ilusión para ella y su hija, se habían vuelto insufribles, porque la chica no paraba de quejarse unas veces por la falta de cobertura mientras estaban en una idílica playa, y otras, cuando estaban en el hotel que ofertaba múltiples actividades, porque sus amigos habían estado en tal o cual sitio y ella se lo había perdido…

Una amiga, que en vez de estar de vacaciones ha estado de auténtica reportera porque lo verdaderamente importante para ella era que todos viéramos en el sitio tan estupendo que ha estado…

Una pareja que cada vez está más distanciada, y ella se siente viva, feliz, conociendo o reencontrándose con otras personas ajenas a su vida marital en las redes sociales…

Un médico que contesta su móvil mientras atiende a un paciente… la seño que whatsAppea mientras los alumnos hacen un examen… Leer más

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