El valor de las relaciones sociales

PorInstituto Bitácora

El valor de las relaciones sociales

El ser humano no está diseñado para vivir en soledad. No es ningún secreto que una de las partes más importantes de nuestra vida son las relaciones sociales. Nuestro bienestar depende en gran medida de la convivencia con los demás, no sólo en aspectos prácticos (protección, conocimientos, información, etc.), sino sobre todo en los emocionales. Pero estas relaciones, al igual que nuestro cuerpo, tienen que cuidarse si queremos que sean saludables.

Raramente en nuestra vida vamos a escapar de los efectos de la relaciones sociales, ya sea en nuestro lugar de trabajo, de estudio, nuestros ratos de ocio o dentro de nuestra propia familia. Una interacción placentera en cualquiera de estos ámbitos nos hace sentirnos felices, desarrollando nuestras tareas con mayor eficacia. De hecho, una baja competencia en las relaciones sociales con los demás puede llevar a tener dificultades en el trabajo, en los estudios o en la familia.

Pero las relaciones humanas no son una tarea fácil. A menudo nos preocupamos de nuestra alimentación (dieta), nuestros hábitos  (gimnasio), etc. cuando pretendemos mantenernos en buena forma física. En cambio, tenemos la idea de que nuestras relaciones se mantendrán sanas sin ninguna dedicación por nuestra parte.

En el cómo nos sentimos con nosotros mismos juegan un papel crucial los vínculos que establecemos con los que nos rodean. La relación es como un puente entre dos personas y nuestros miedos e inseguridades se convierten en obstáculos que se van acumulando a través del puente. Así cuantas más inseguridades sentimos más impedimentos se acumulan al otro lado del puente.

Por desgracia, en cualquier relación hay siempre un mínimo de obstáculos porque nadie se encuentra libre de miedos. Así, un simple comentario neutro se puede interpretar como un ataque frontal. Nos puede sentar mal, por ejemplo, que nuestra pareja después de cenar en un restaurante, mientras nos sentimos a gusto hablando, nos pida volver a casa. Si tenemos la convicción de que somos personas aburridas, la petición de marchar del restaurante puede hacernos sentir mal y pensar que se debe a que nuestra conversación no es suficientemente interesante, pero es posible que existan otras causas. Quizás nuestra pareja esté cansada, tenga que madrugar al día siguiente o le duela la cabeza.

Nuestra vida está plagada de pruebas de interpretaciones erróneas. Y estos malentendidos son proporcionales a nuestras inseguridades interiores.

Es frecuente oír frases como: “Si mis hijos fueran más obedientes…”, “Si mi pareja me prestara más atención…”, Si, SI, SI,…Queremos para aumentar nuestro bienestar, que cambien nuestras relaciones, pero en realidad lo que buscamos en definitiva es que cambien los demás. Hay que tener claro que si pretendemos mejorar nuestras relaciones debemos dar nosotros el primer paso y no esperar a que el universo se modifique a nuestra necesidad y voluntad. Y este primer paso consiste en identificar cuál es nuestra forma de entablar relaciones con los demás.

En el próximo post nos centraremos en identificar las formas básicas de relacionarnos,  conocer la que resulta más sana y efectiva, y así poder realizar los cambios necesarios en nuestra conducta de cara a relacionarnos lo mejor posible.

Ana Martín Almagro.

Psicóloga de Instituto Bitácora