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PorInstituto Bitácora

Trastorno Bipolar desde el otro lado de la mesa

Hoy me gustaría intentar mostrar lo que yo siento cuando intento entender a una persona que le han diagnosticado de TB (trastorno bipolar), o bien otro compañero psiquiatra o yo misma, en vez de enseñaros lo que teóricamente una puede saber de la enfermedad ya que hace algunas entradas dediqué dos post a describir en qué consistía el Trastorno Bipolar (TB) su diagnóstico, tratamiento… la verdad, todo muy médico.

Creo que aunque a los clínicos nos ayuden las clasificaciones de los “trastornos mentales y del comportamiento” a los seres humanos que tenemos delante no le gustan esas nomenclaturas de “enfermedad o trastorno”.

¿Cómo se sentirá una persona en un episodio maniaco? ¿Cómo sentirá una persona que experimenta muy intensamente todas las sensaciones, que naturalmente su mente solo selecciona las percepciones agradables, que todo es maravilloso, que todo es genialidad,  que se siente locuaz y divertido, que sus palabras fluyen solas y que no deja de enlazar pensamiento  y nuevas ocurrencias e ideas?

Y… ¿Cómo se sentirá en un episodio depresivo? ¿Cómo se sentirá una persona que no tiene energía si para lo más básico, que se siente plana y bloqueada, que los pocos pensamientos que aparecen son negativos, que se siente solo y aislado? Y… ¿cómo se sentirá cuando ha vivido ambos estados y los compara? Y… no es fácil el equilibrio.

He escuchado a muchas personas definirlo como una montaña rusa, a mí las montañas rusas me gustan pero a veces da muchas vueltas y me acaba mareando, mi atracción preferida de los parques temáticos es la caída libre.

¿Podríamos equiparar estas emociones?

Cuando yo me he montado lo más apasionante ha sido estar en lo más alto con el viento en la cara, más cerca del cielo y por encima de todo, al mismo tiempo que sobrecogedor por estar esperando a que cayera y no saber de qué forma iba a bajar en esta ocasión, si bruscamente, si subiendo y bajando, si hasta la mitad de la torre para después volver a subir y ya caer empicado.

Y… ¿qué pasa cuando estas abajo? Vienes de un viaje y una experiencia indescriptible, que aunque  se la expliques al que se ha quedado abajo mirando cómo tú te subías tienes la sensación de que tiene que montarse para vivir lo mismo que tu. Y… ¿Cómo sobre llevar el estar abajo sabiendo lo divertido que estar arriba? Y al bajar no te quedas en el suelo si no sigues descendiendo hasta el subsuelo ¿habrá alguna atracción de caída libre con un espacio subterráneo? ¿Cómo será? ¿Todo se verá negro y no habrá luz?

 

Dra Mª Carmen López Alanis.

PorInstituto Bitácora

Pensamientos erróneos

La manera de pensar sobre las cosas inspira a cómo nos sentimos y estos sentimientos repercuten en cómo nos comportamos. Es difícil cambiar el modo de sentir pero sí que podemos actuar sobre las formas negativas de pensar y, por tanto, mejorar nuestros sentimientos y forma de actuar.

Los pensamientos erróneos o distorsiones cognitivas no son ningún trastorno ni ninguna una enfermedad, a todos en algún momento de nuestra vida nos ha pasado, lo más importante es poderlo tener en cuenta y ser consciente de ello, porque si se produce de forma muy frecuente puede causarnos problemas. Como hemos dicho antes la forma de pensar nos influye en cómo nos sentimos y esto en cómo actuamos, de forma que detrás de un cuadro de ansiedad o una depresión podemos encontrar muchas distorsiones cognitivas.

Los pensamientos negativos erróneos aparecen de forma automática y muchas veces no son lógicos. Se pueden considerar como formas de malinterpretar la realidad o las situaciones que nos ocurren.

A continuación vamos a exponer algunas de estas formas de malinterpretar la realidad, ¡léelas y piensa sinceramente si no te ha pasado alguna vez!

  1. El debería que o tendría que… seríamos mucho más felices si fuéramos capaces de decirnos a nosotros mismo “me gustaría que mi vecino me saludara al pasar”, en vez de “mi vecino tendría que saludarme al pasar”.
  2. El todo o nada… hay una gran escala de grises entre los extremos del “blanco y el negro” y no todo es “bueno o malo”. No todo puede irte mal, ni todos los hombre son malos, a veces pueden ir regular las cosas y algunos hombres se han podido portal mal contigo.
  3. La magnificación… es cuando exageramos lo negativo, los defectos o los errores y podemos caer en que “esto es fatal”, en el catastrofismo y la horribilitis.
  4. La minimización… es cuando no prestamos atención a lo positivo y si está bien es porque así debe de ser, “si he aprobado el examen es porque era fácil y me han preguntado lo que yo sabía”.
  5. 5. La sobregeneralización… esto ocurre cuando usamos palabras como el “nunca”, “siempre”, ”todo”…Si llevo toda la mañana haciendo las tareas de la casa pero no me ha dado tiempo de hacer la compra, no sería correcto decir que “no he hecho nada en toda la mañana”.
  6. La personalización… Otro tipo de error que podemos cometer es tomar como nuestro una responsabilidad que no nos corresponde, y casi siempre suelen ser hechos negativos , por ejemplo, viene un familiar a verme y le indico cómo llegar a casa, se ha perdido porque “yo no le he indicado bien”.
  7. Lectura del pensamiento… Este pensamiento distorsionado consiste en asumir lo que los demás están pensando o sintiendo sin evidencia alguna de que esto sea así. Hoy he llegado tarde al trabajo… como yo soy capaz de leerle el pensamiento a mi jefe…“seguro que se cree que soy una floja y está enfadado conmigo”.
  8. Etiquetaje… ponerse una etiqueta que además suele ser negativa “yo es que soy muy patoso, irresponsable…”
  9. Adivinación… Este pensamiento irracional consiste en hacer una predicción y luego convencerse de que es un hecho ya establecido. El pensamiento catastrófico muchas veces empieza por los “¿y si…?”

 

¿Se cura el pensar mal?

La mayoría de las personas piensan que no se puede cambiar la forma de pensar. La forma en la que uno piensa o interpreta su entorno es algo que se aprende, uno no nace optimista o pesimista, sino que en gran medida aprende a pensar o interpretar de forma más o menos realista los hechos y de la misma manera que se aprende se desaprende y se aprende a pensar de otra manera, por tanto, el “me gustaría pensar de otra manera” depende sólo de ti, no es fácil pero es posible.

Dra. Mª Carmen López Alanís.

Psiquiatra Instituto Bitácora

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¿Existe una técnica para resolver los problemas?

Existe una estrategia que viene de los modelos de psicoterapia cognitivista más racionalistas que es la “Técnica de resolución de problemas”.

La terapia desde este punto de vista te aportaría estrategias para solucionar tus problemas, estas soluciones consistirían en respuestas de afrontamiento hacia esas dificultades que pueden ser de diversa índole, desde pequeñas cosas de la vida cotidiana, “tengo que arreglar un papeleo que no se bien cómo hacerlo ni a quien pedirle ayuda” o cuestiones más complicadas del tipo “pedirle un aumento a mi jefe” o “cómo ayudar a un familiar enfermo”. Esta técnica puede ayudarnos en un buen número de situaciones sociales de interés, como el estrés cotidiano en adolescentes, el bienestar psicológico en adultos, el abuso de sustancias, los problemas relacionales, etc.

El objetivo general de la terapia de solución de problemas es identificar cuáles son las situaciones estresantes que generan emociones negativas, poder disminuir lo máximo posible el grado de en que esa emotividad afecta a los intentos de hacerle frente a la cuestión y mejorar los resultados que obtenemos, así como enseñar habilidades para mejorar la forma de afrontarlo.

Dividiremos en 6 pasos el método a seguir para generar una buena solución ante un problema.

 

1.- Identifica los problemas

En primer lugar haremos una lista de problemas, para esto tenemos que tener en cuenta si el problema es tuyo o no. ¿No te ha pasado que muchas veces te has cargado con los problemas de los demás? pues bien, si no es tuyo ve tachándolo de la lista y cuidado con no confundir un problema que puede afectarme con un problema que sea mío y que tenga que resolver yo.

Una vez que has dejado en la lista los que realmente son tuyos intenta definirlo de una forma concreta. Si sabemos realmente a lo que nos estamos enfrentando será más fácil buscarle una solución, para esto puede ayudar buscar información sobre el tema y establecer unos objetivos realistas. Algunas personas simplemente con este ejercicio de enumerarlo, se dan cuenta que no eran tantos ni tan graves esos problemas que le tenían preocupado, aunque aún no le hayan buscado la solución.

Por ejemplo: “mi vecino me fastidia”, de una forma más específica sería “mi vecino da clases de baile en su casa los fines de semana y me molesta el ruido”.

2.- Escoge un problema              

Después escogemos uno, y cuidado con que sea un problema que pueda resolverse (un buen tutor me dijo una vez que tenemos que tener cuidado en saber diferenciar los problemas de las desgracias, los problemas tienen solución, las desgracias no).

Una vez que tenemos identificado por cual vamos a empezar de la forma más concreta posible nos hacemos unas preguntas ¿fui capaz de solucionar un problema similar en el pasado? ¿Cómo lo hice? ¿Puede ayudarme alguien?

 

3.- Busca alternativas

Posteriormente buscamos todas las soluciones que se te ocurran, da igual que sean buenas o malas, cuantas más ideas mejor, esto se llama tormenta de ideas, el que aparezcan muchas ideas aunque algunas parezcan tonterías te ayudará, lo único imprescindible es que sea una solución que pueda ser aplicable al problema, ya simplemente con eso disminuirá el malestar que se genera cuando pensamos que un problema no tiene solución. Si aumentamos lo máximo posible el número de soluciones puede que entre ella se encuentra una que sea eficaz.

Del ejemplo anterior podría ser: hablar con él directamente, quejarme a la comunidad, buscarme yo actividades fuera los fines de semana, ponerme tapones en los oídos…

 

4.- Toma decisiones

Comparamos entre sí todas las propuestas para ver cuál puede ser la mejor. Le ayudaremos a escoger algunas de esas propuestas de soluciones que ha hecho y veremos de 2 ó 3 los pros y contras de cada una. Tendremos que valorar cuales son las repercusiones sociales y personales de cada una así como las consecuencias a corto y largo plazo. Tendrás que valorar también el tiempo y el trabajo que necesitas invertir para este posible remedio. No tiene porqué ser la primera opción la correcta, un problema puede tener distintas soluciones.

 

5.- Pon en práctica la solución

                Posteriormente pondrá en práctica la opción elegida, tiene que ser un  plan alcanzable, lo más específico posible, con fechas concretas… aunque pueda necesitar ayuda también para llevarlo a cabo.

 

6.- Comprueba el resultado

Por último analizaremos los resultados, qué pasó, qué fue bien y qué mal. Si fue bien el problema estará resuelto, si no, tenemos distintas opciones, podemos seguir con el plan inicial, revisaremos la meta, y a lo mejor esta primera opción te ayuda a que veas otras opciones y soluciones de las que planteaste antes.

 

Dra. Mª Carmen López Alanís

Psiquiatra Instituto Bitácora

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¿Cómo afrontar un duelo?

Aunque el duelo es una experiencia común no deja de ser estresante. Todos en algún momento de nuestras vidas tendremos que afrontar la muerte de algún ser querido y hoy queremos hablar un poco sobre ello.

La palabra “duelo” proviene de la terminología latina dolus que significa: dolor.

Durante un duelo se van desencadenando multitud de sentimientos y todos necesitamos un tiempo para aceptarlos.

¿Es normal cómo estoy llevando mi duelo?

Normalmente en un primer momento se produce una fase de negación, esto quiere decir que la persona se siente como aturdida o confundida sin creerse lo ocurrido. Este sentimiento es normal en unas primeras horas o días, es como un mecanismo de defensa porque en un primer momento no podemos soportar tanto dolor, no nos da tiempo a encajar la noticia, incluso este periodo ayuda a llevar a cabo tareas propias de organización del funeral y demás. Estos rituales como el funeral ayudan en la aceptación, de la misma forma que es positivo hablar de la pérdida y de las circunstancias que rodearon a la muerte, donde estabas cuando te enteraste, cómo será el funeral…

A los pocos días este embotamiento desaparece y suele aparece la sensación ya de echar de menos al ser querido perdido. Pueden aparecer pesadillas y puede aparecer un estado de importante nerviosismo. También es natural sentir rabia, tenemos que enfadarnos, enfadarnos con el mundo, con Dios porque se lo ha llevado, con nosotros mismos por no haber estado presente, con los médicos por no haber hecho más, hasta con el fallecido porque se ha ido y me ha dejado solo.

Puede haber personas que “ven” o “sienten” a sus seres queridos en cualquier sitio, en la casa, la calle, el parque… lugares donde habían pasado tiempo juntos.

Otras personas pueden sentir alivio porque la muerte ha sido tras una dolorosa enfermedad y por fin todos han dejado de sufrir y, aunque pueden aparecer sentimiento de culpa, no tienes que sentirte culpable.

En estos momentos, lo habitual es que no le apetezca a la persona comenzar a recuperar sus actividades diarias pero lo mejor es volver a recobrar poco a poco las actividades normales de cada uno en unas dos semanas, si bien este no es el momento de tomar decisiones que supongan cambios importantes en tu vida.

Pese a que pronto recupere su funcionamiento habitual es natural que durante varios meses este muy presente en el pensamiento de la persona el recuerdo tanto de buenos como de malos momentos. Poco a poco, y como el tiempo todo lo cura, la tristeza disminuye y aunque nunca lo olvide no estará tan presente en tu día a día. Podemos encontrar maneras de recordar a los seres queridos que han fallecido llevándolos con nosotros, pero sin que ello nos impida seguir viviendo. La relación que existía entre la persona que ya no está y tú, siempre quedará dentro de ti.

¿Qué cosas puede hacer qué te ayuden a superarlo, aunque te resulten difíciles?

Arreglar y recoger las cosas personales y prendas de vestir de la persona querida, hablar con alguien de cómo te sientes, tener cerca a tus familiares y amigos, otros miembros de la familia pueden estar en tu mismo lugar y también en esas dificultades y evitar el tema no es aconsejable.

¿Cuándo pedir ayudar en un duelo?

La aceptación es la fase final del duelo. Aunque depende de cada persona, en uno o dos años, la mayoría de las personas se recuperan de una pérdida importante. Si necesitas o has necesitado más o menos tiempo permítete sentir como te sientes pero ten en cuenta que, aunque un proceso de duelo puede tener unas manifestaciones normales, el duelo, como todo proceso humano, se puede complicar. También puede ocurrir que te veas incapaz de afrontarlo, sintiéndote bloqueado y completamente abrumado, notando que nada cambia con el paso de los meses, viéndote estancado en las mismas emociones y pensamientos, y con dificultad para afrontar la vida, en este caso es cuando puedes pedir ayudar a nosotros, a los profesiones.

Dra. Mª Carmen López Alanís.

Psiquiatra Instituto Bitácora

 

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¿Cómo se puede tratar el Trastorno bipolar?

Como dijimos en el anterior post el Trastorno bipolar es una alteración en los mecanismos de regulación del ánimo y esta disfunción se va a mantener a lo largo de la vida, si bien se puede controlar con el tratamiento adecuado. Es decir, es un trastorno crónico y recurrente pero se pueden controlar sus síntomas y alcanzar la estabilidad.

Uno de los pilares fundamental del tratamiento es la medicación. Uno de los tratamientos más eficaces son las sales de litio, muy eficaz pero con posibles efectos secundarios a largo plazo, es necesario hacer controles analíticos. Los más utilizados como alterativas al litio son los estabilizadores del ánimo, que también son fármacos antiepilépticos, ayudan a que no haya fluctuaciones muy intensas o picos en el humor. Los antipsicóticos son otro grupo de fármacos muy usados en el TB y, como su propio nombre indica, controla los síntomas psicóticos (ideas delirantes, alucinaciones…), sin embargo, no es necesario que estos síntomas estén presentes para que sean beneficiosos en el trastorno bipolar, por tanto, también son un grupo de fármacos que se usan en todas sus fases. De forma que todos los medicamentos anteriores valen tanto para el tratamiento de una fase maniaca como depresiva como durante una fase de ánimo no alterada para la prevenir nuevos episodios. Los antidepresivos también son usados en las fases depresivas aunque hay que tener precaución pues puede inducir un viraje hacia la polaridad maniaca.

Por supuesto, la psicoterapia, ya dedicamos un post para hablar más detenidamente de la psicoterapia, es una técnica muy eficaz para ayudar a lo largo de todo el proceso de la enfermedad y en especial con la psicoeducación hay evidencias de que ayudar a evitar el riesgo de recaídas, que tanto el propio paciente como la familia conozcan en qué consiste la enfermedad, sus fases, sus síntomas más comunes, las situaciones de riesgo y posibles factores desencadenantes de un nuevo episodio es una herramienta fundamental para prevenir las recaídas.

Hay otros tratamientos biológicos que también son eficaces como la terapia electroconvulsiva. Aunque esta técnica durante un tiempo no sido bien considerada puede ser muy eficaz y segura, prueba de ello es que sería el tratamiento de elección en una embarazada, incluso antes que los fármacos. Se usa fundamentalmente en los episodios depresivos.

En algunos episodios puede ser necesario el ingreso en un hospital sobre todo para evitar conductas de riesgo para el propio paciente o los demás durante algún brote, tanto si nos encontramos en una fase depresiva por el riesgo autolítico como en una fase maniaca para el control y la contención de las conductas.

Por supuesto son recomendables las medidas higiénico dietéticas, como para cualquier persona, el mantener una actividad regular, incluyendo el ejercicio físico, descanso regular de unas 8 horas de sueño diaria, evitar el alcohol y otras sustancias y respetar las rutinas diarias es más que necesario.

Al igual que en otras enfermedades tras un brote es necesario un periodo de convalecencia, en el que se evitaran las situaciones estresantes con más prudencia si cabe, pero posteriormente se busca la estabilización y normalización total de las actividades diarias.

Es importante estar atento a los síntomas sin obsesionarse por la enfermedad pues la aparición de pequeñas fluctuaciones de ánimo puede ser normales como en cualquier persona, sobre todo para la familia que en ocasiones puede que se asuste, y el miedo es mal consejero, cuando ve a su familiar un día más decaído o contento de lo habitual. Por otra parte sí hay que aprender a reconocer el exceso de estrés y aprender a manejarlo ya que es una de las causas habituales de recaída.

En relación a si es una enfermedad incapacitante o no podemos hacer distintas reflexiones, es cierto que en algunos casos puede afectar a capacidades como la atención o la memoria, sin embargo, algunos personajes que han realizado grandes contribuciones relevantes a la humanidad podrían haber sufrido trastorno bipolar y no se puede decir que ellos tuvieran un déficit cognitivo sino todo lo contrario.

Dra Mª Carmen López Alanís.

 

 

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¿Qué es el Trastorno bipolar?

El “ser bipolar” es un término que se puede escuchar con bastante frecuencia en la calle, hoy nos gustaría describir en qué consiste el trastorno bipolar (TB a partir de ahora) y cuáles son los síntomas que lo caracteriza y dejaremos para un siguiente post las distintas alternativas de tratamiento que podemos tener.

Es una enfermedad que aparece como consecuencia de una alteración en los mecanismos cerebrales que regulan el estado de ánimo, de forma que pueden aparecer estado de ánimo bajo (episodios depresivos), exaltado (episodios maniacos) o mezcla de ambos (episodios mixtos.) más de lo normal en duración o intensidad y puede ser independiente de las circunstancias externas aunque estas pueden actuar como desencadenantes. Estos episodios pueden alternarse con épocas de normalidad en el estado del ánimo (eutimia).

Afecta al 2% de la población en España. Suele aparecer sobre los 20-30 años aunque puede aparecer en niños y personas mayores.

Existe un componente genético pero también se tienen que dar una serie de factores precipitantes para que se produzca la enfermedad. Cuando comienza la enfermedad es frecuente que sea precedida por un factor vital estresantes, posteriormente la aparición de los episodios puede no estar tan relacionada con estresores vitales.

Como hemos dicho, pueden aparecer episodios maniacos, depresivos o mixtos

Un episodio maniaco se caracteriza por la euforia, autoestima exagerada, mayor sociabilidad y locuacidad, desinhibición sexual, aumento de actividades, de energía, de gastos, de proyectos… aparece el pensamiento acelerado que se traduce en que la persona habla muy rápido y de muchas cosas y también suele existir disminución de las necesidades de sueño.

En un episodio depresivo aparece el cansancio, las alteraciones en el sueño y la comida (bien por exceso o por defecto), la apatía, el pensamiento enlentecido con tendencia a culpabilizarse, baja autoestima, puede aparecer también ansiedad, incluso ideas de muerte con riesgo de suicidio.

Durante estos episodios pueden aparecer síntomas psicóticos y, en los primeros episodios, puede ser una persona diagnosticada de trastorno psicótico o incluso esquizofrenia, y posteriormente cambiar el diagnóstico a TB. Cuando una persona sufre síntomas psicóticos quiere decir que pierde el contacto con la realidad, puede tener creencias falsas pero de las que el paciente está plenamente convencido o alucinaciones, escuchar voces sin que nadie le esté hablando.

No todos los TB son iguales, podemos encontrar Tipo I, Tipo II, Espectro bipolar o ciclotimia.

Cuando nos encontramos con las manifestaciones más clásicas de TB estamos hablando del Tipo I que se caracteriza por la presencia de episodios maniacos y depresivos, con periodos intermedios de ausencias de síntomas o eutimia.

En el segundo tipo o tipo II no existen episodios maniacos sino hipomaniacos (de menor intensidad y sin tanta repercusión funcional) y episodios depresivos sobre todo.

El Espectro bipolar se podría considerar un tercer tipo e incluye los pacientes con episodios depresivos recurrentes y eventuales manifestaciones en el polo maniaco, serían como formas menores del TB.

Y el que podríamos considerar último tipo es la ciclotimia en el que se producen fluctuaciones del estado ánimo más leves.

Hay distintos subtipos de TB y siempre, por supuesto, teniendo en cuenta que cada persona siempre es distinta a otra en sus síntomas y evolución. Y dentro de cada subtipo existen también diferentes grados de gravedad que van a depender de la evolución de la enfermedad, y no solo del subtipo de trastorno bipolar, sino que si un paciente no realiza bien el tratamiento o consume sustancias tendrá más repercusiones independientemente del subtipo que padezca, porque además nosotros consideramos que “hay enfermos y no enfermedades”.

Dra Mª Carmen López Alanís

PorInstituto Bitácora

Crisis de Ansiedad (2)

¿Cuál es mi león?

 

En uno de los últimos post indicamos que el fundamento de las crisis de ansiedad es la activación y que ésta se produce por el aumento del estrés.

¿En qué consiste el estrés?

 

En una serie de fenómenos psíquicos y físicos que se producen cuando los organismos se enfrentan a situaciones exigentes del ambiente (frío, calor, peligro, novedad, etc). Estos fenómenos, que son defensivos y nos sirven en un primer momento para adaptarnos a un medio cambiante puede llegar a ser contraproducentes cuando no nos sirven para adaptarnos o bien porque nos superan las exigencias o éstas son de muy larga duración.

 

La ansiedad, es una emoción que corresponde al miedo de los mamíferos pero, mientras que en los animales sólo se produce cuando el estímulo está delante, en el hombre se puede producir sin que esto sea así, pensando en el futuro e incluso en cosas abstractas, gracias a que tenemos pensamiento que nos diferencia del resto de los mamíferos. Leer más

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¿POR QUÉ NOS ENFADAMOS?

La ira es una emoción que forma parte de la naturaleza del ser humano y que como tal es positiva y necesaria para la supervivencia.

De hecho, puede ayudarnos a salir victoriosos de situaciones en donde alguien se ve obligado a defenderse.

Como toda emoción, la ira viene en gran parte determinada por los pensamientos negativos que surgen antes y por las creencias de cada persona, mucho más que por las hormonas o la herencia genética.

Así, el responsable de mi estado de ánimo no es tanto la situación como mis pensamientos. Los pensamientos automáticos negativos activadores de la ira más habituales los podemos clasificar en dos tipos:

El primer tipo son:

Los deberías” (cómo deberían o no deberían actuar los demás): pensamientos como “tú no deberías hacer…, sino que tú deberías hacer…” pueden generar ira.

Continuamente juzgamos el comportamiento de los demás. Estos juicios se basan en un conjunto de reglas sociales de cómo debería o no actuar la gente. Leer más

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¿He tenido una crisis?

En el último post hablaba del Trastorno de Ansiedad Generalizada, en los siguientes seguiremos tratando otros trastornos de ansiedad, viendo las distintas formas de presentarse y cómo podemos entenderlos y hacerles frente.

¿Qué es una crisis de ansiedad?

Es una reacción repentina de miedo o malestar que va subiendo, llegando al máximo en unos minutos (2- 25min) y tardando luego unos minutos en desaparecer, aunque puede dejar a la persona con miedo, angustia o malestar durante un buen rato.
Los hay que se producen sólo en determinadas circunstancias o situaciones y entonces parece más fácil de relacionar pero también los hay que aparecen inesperados.

Los síntomas que más frecuentemente suelen aparecer son taquicardia, ahogo, sensación de opresión en el pecho, temblores, molestias digestivas, mareo o vértigo. Sensaciones de adormecimiento u hormigueos en el cuerpo, cara ó extremidades, sudoración y escalofríos, calor…Menos frecuentes son la sensación de atragantamiento, la sensación de irrealidad o de extrañeza; generalmente, todos estos síntomas producen un miedo intenso a morir de un ataque cardíaco, volverse loco, perder el control, a hacer algo ridículo, a desmayarse ó atragantarse, etc.

¿Cómo se producen? Suele darse una secuencia…

Primero un aumento de la activación por el estrés (tensión emocional, conflictos, ira que no se puede mostrar, sensación de ser superado por las circunstancias…etc.).Sólo notamos una vaga sensación de malestar, pero de forma continua.
Luego ocurre algo que aumenta esta activación, a veces tan pequeño como la gota que colma el vaso, que podemos no damos cuenta, y aparecen sensaciones (los síntomas de la crisis).

La interpretación de esas sensaciones, como no las conocemos y son muy molestas, la interpretamos como peligrosa y/o graves y recurrimos normalmente a urgencias ó al médico, que nos prescribe algo que nos calma momentáneamente.

Por último se produce la consolidación. Como casi nunca nos explican muy bien lo que es y no desaparece la activación o incluso empeora por las crisis, el proceso sigue, cada vez es más fuerte y cada vez las interpretaciones son más molestas y de mayor peligro, a veces, ya se desliga del estresor primero y cada vez es más difícil darle un sentido a lo que nos pasa. Al final le tenemos miedo a las sensaciones o, lo que es lo mismo, miedo al miedo y las mismas sensaciones son los desencadenantes (palpitaciones, ahogo…).

¿Por qué a mí?

Las crisis de angustia se dan en casi todas las personas alguna vez en la vida y, para la mayoría, no pasa de ser un mal rato que se interpreta como estrés (hablaremos en un siguiente post de este concepto más detenidamente). Entonces, ¿por qué me pasa a mí todo esto?
Hay multitud de posibles explicaciones tanto biológicas como psicológicas y desde distintas teorías, no obstante, para lo que aquí nos ocupa vamos a mencionar algunas y, por supuesto, habría que estudiar la variabilidad individual de cada caso.

Puede existir fuerte nivel de estrés que a veces no percibimos o que, si lo hacemos, no logramos controlar. Puede estar en relación con conductas de apego y pérdidas (cambios de domicilio, independizarse, fallecimiento de un ser querido, separaciones de pareja o amigos y familiares…). A veces por sentimientos que no se aceptan como la ira ó el resentimiento.

También hay que tener en cuenta una predisposición familiar a ser ansioso, en general de tipo fisiológico, aunque también cultural y educativa, que hacen más fuertes las sensaciones normales de preocupación (“la enfermedad no se hereda, se hereda el nerviosismo”).

Y un factor fundamental del trastorno es cómo nos contamos a nosotros mismos lo que nos pasa. Las personas ansiosas suelen pensar de una manera catastrofista y, a veces, hay situaciones o informaciones que aumentan esta forma de pensar (conocidos con determinadas enfermedades, algún problema real que se ha vivido como una catástrofe, una muerte súbita o inesperada en la familia, un accidente, lo que vemos en TV o leemos, etc…).

Dra. Mª Carmen López Alanís

PorInstituto Bitácora

MIS DERECHOS Y LOS DEL OTRO: NUESTROS DERECHOS

Como comentaba en el anterior post, la mejor forma de relacionarnos con los demás es la conducta asertiva, pero conviene tener en cuenta que al mismo tiempo es el estilo más difícil, porque es el resultado de un equilibrio entre nuestros derechos y los de los que nos rodean.

Así, en las relaciones asertivas debemos tener en cuenta no sólo nuestros derechos y emociones, como harían los que se relacionan agresivamente, ni sólo los derechos y emociones de los demás, cómo harían los que se comportan de modo sumiso, sino que hemos de considerar al mismo tiempo las dos caras de la moneda. Tenemos que convertirnos en una balanza. Leer más

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