Archivo anual 2015

PorInstituto Bitácora

PONGA UN PSIQUIATRA EN SU VIDA

 Una vez captada su atención, expliquemos que el título debería más bien ser “Si cree que le hace falta, no tenga miedo de poner un psiquiatra en su vida”.

Desconozco si alguna vez han buscado la palabra psiquiatra en el diccionario. El de la RAE arroja una apabullante (por concisa) definición: “Especialista en Psiquiatría”. Llama la atención que ni menciona la palabra “médico”. Busquemos pues el término Psiquiatría: “Ciencia que trata de las enfermedades mentales”. No se puede ser más concreto y más difuso a la vez. No sé si de una forma deliberada o inconsciente en la definición de Psiquiatría  el DRAE especifica que es la ciencia que trata “de” las enfremedades mentales, lo cual admite varias lecturas, como la de que la psiquiatría se encarga de estudiarlas y tratarlas, o por el contrario que dichas enfermedades en el fondo se pueden estudiar, pero carecen de tratamiento. No es lo mismo tratar una enfermedad que tratar de una enfermedad.

Mucho más extenso tenemos al BOE, que al definir las competencias en el programa formativo de los psiquiatras, escribe (entre otras muchas cosas) lo siguiente: La Psiquiatría tiene por objeto el estudio, prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales (…)se ocupa de los trastornos psiquiátricos, entendidos como lugar de encuentro de lo biológico, lo psicológico y lo socio-cultural; sus intervenciones se basan en la observación clínica y en la investigación científica (…)las psicoterapias y la rehabilitación (…)la psicofarmacología y otras intervenciones biológicas.

Más cercano al día a día de nuestro trabajo sin duda el BOE, aunque no olvidemos de que la Real Academia de la Lengua no se encarga de establecer las competencias sino de limpiar, fijar y dar esplendor a nuestro idioma.

Dada la concisión de una definición y la amplitud de la otra, entiendo que merece la pena explicar brevemente algunos aspectos de la labor de los profesionales de la Salud Mental, dados ciertos tópicos acerca de la Psicología y la Psiquiatría que por repetidos se han dado como cierto y se han ido instalando en nuestra sociedad, sesgando la visión del público de cuándo y para qué acudir a una consulta.

Es lógico que tanto el BOE como el diccionario de la RAE hablen de Enfermedades Mentales como el objeto sobre el que trabajan Psiquiatría y Psicología. Los clásicos hablaban del “ser humano enfermo mental” como el individuo a tratar por los psiquiatras. No obstante, la Psiquiatría, con la Psicología Clínica de la mano, andan desde hace un par de siglos intentando definirse tanto a sí mismas como a sus “enfermedades”, esto es, intentando distinguir lo normal de lo patológico de forma universal y sistematizada, a la vez que intentan ayudar a las personas que les demandan consulta.

Algo así como cruzar un puente a la vez que tú mismo lo vas construyendo, porque dejando aparte exquisiteces conceptuales y finuras académicas, lo que suele llevar a las personas a las consultas de psiquiatras y psicólogos es el sufrimiento psíquico, da igual el nombre que le pongamos y será por tanto su abordaje el trabajo del profesional al que se consulte, independientemente de la titulación y orientación profesional que tenga. Y no, no podemos esperar a que se produzca el hallazgo genético que revolucione el tratamiento de las psicosis ni que las distintas escuelas se pongan de acuerdo en los criterios diagnósticos de tal o cual trastorno.

La persona que nos consulta sufre y hay que ayudarla, y tenemos el imperativo ético de hacerlo ya.

Estoy hablando, por supuesto, de una ayuda profesional, es decir, una ayuda sistematizada, desapasionada (aclaro, no sesgada por los sentimientos) y a ser posible multidisciplinar. Existe evidencia científica de que los mejores resultados en muchos trastornos provienen de terapias combinadas, que incluyan abordaje psicológico, farmacológico, ocupacional, familiar… y la formación moderna de profesionales de la Salud Mental va encaminada en ese sentido.

Es importante derribar el mito de que los psiquiatras se dedican a “dar pastillas” a los trastornos más graves y los psicólogos a “dejar que se desahoguen” los trastornos más leves. Ambas concepciones con reduccionistas y erróneas. Es cierto que en el mapa de competencias de ambas profesiones existen diferencias, pero seguramente hay más tareas comunes, en las que psicólogo y psiquiatra son equivalentes e intercambiables.

El psiquiatra como médico contemplará más aspectos biológicos y podrá usar fármacos y el psicólogo será experto en administración de tests y en intervenciones psicoterapéuticas concretas, pero no existe un criterio de “gravedad del trastorno” que determine la intervención de uno u otro profesional. De hecho, en casos graves a menudo intervendrán ambos profesionales y en casos leves, cualquiera de ellos se bastará para orientar el problema.

En cada caso individual, lo importante es que el profesional sepa qué está haciendo y que ello se ajuste a la “Lex Artis” (o sea, hacer las cosas como Dios manda), independientemente de que sea psiquiatra o psicólogo.

Todos los días los profesionales de la Salud Mental luchamos contra la tendencia de la sociedad de estigmatizar a nuestros pacientes. El primer estigma a combatir es el que uno mismo se impone. No soy peor, no soy diferente, no soy más grave porque me atienda un psiquiatra y tampoco soy distinto ni sufro menos porque me esté tratando un psicólogo.

Sebastián Sanz Cortés. Psiquiatra

PorInstituto Bitácora

Por el miedo a perderse algo,acabamos perdidos

En el último post sobre Nuevas Tecnologías, en el que hacíamos una reflexión acerca de los muchos y diferentes problemas derivados de su mal uso y de la necesidad de estar preparados para poder detectarlos y tratarlos, hicimos referencia a un nuevo síndrome denominado FOMO (fear of missing out) o miedo a perderse algo.

Este fenómeno ha aparecido como consecuencia de la facilidad para sobrepasar los límites del control del manejo de las redes sociales, y a nuestro alrededor se dan casos en los que se aprecia de manera evidente, aunque para la mayoría pasan desapercibidos por ser algo muy reciente pero cada vez más habitual.

Una de las características de las Nuevas Tecnologías es la inmediatez. Nos llegan multitud de noticias sobre acontecimientos actuales, libros que leer, películas que ver, eventos en los que participar, y también nos llegan, porque es un buen escaparate, detalles de la vida de nuestros amigos, de nuestros conocidos y no tan conocidos, que con o sin pudor, nos bombardean con multitud de fotos y comentarios acerca de lo que hacen o dejan de hacer.

El FOMO tiene que ver con la sensación de angustia que se puede generar, por no poder llegar a todo lo que se publica, por no poder atender a todo, por no poder  estar presente en todo.

No todos los que hacen uso de las redes sociales acaban experimentando este malestar, pero en  las recientes investigaciones sobre este fenómeno, las cifras de personas afectadas van en aumento. En las más recientes se concluye que dos tercios de los usuarios tienen este  problema y en mayor proporción la población comprendida entre jóvenes de trece a treinta y cuatro años, y más en hombres que en mujeres.

Estas personas, pueden llegar a experimentar  sensación de inferioridad, sentir que su vida es menos interesante que la de los demás, creer que se ha quedado fuera de algo importante. A estas sensaciones negativas, hay que sumarle el malestar por la necesidad de estar permanentemente conectado a lo que se publica. Todo ello puede acabar generando un cuadro de depresión o ansiedad si esta situación se mantiene en el tiempo.

Y desgraciadamente es lo que suele ocurrir, que se va perpetuando y complicando con el tiempo. El deseo o necesidad de querer prestar atención a todo, y a todo lo que los demás están haciendo y estar cada vez más tiempo conectados, hace que estemos tan centrados en el otro, que simplemente nos olvidamos de nosotros y dejamos de poner atención en las cosas que realmente son importantes. Ahora lo prioritario es estar, saber qué se cuece en todo momento en la red, y además en la mayoría de los casos no estamos hablando de una sola, sino de varias simultáneamente.

Estoy conduciendo, o trabajando, o escuchando una conferencia, o viendo una buena película, o jugando con mi hijo, o saboreando una exquisita comida, o charlando con un buen amigo… y escucho el sonido o siento la vibración que me avisa de un nuevo mensaje y sí o sí tengo que abrirlo… o no soy capaz de reprimir el impulso de enviar un tuit o subir una foto a instagram cuando estoy disfrutando de una situación agradable.

¿Por qué acaban sintiéndose tan mal las personas que padecen este tipo de trastorno? Porque por estar al tanto de todo lo que se publica, por estar al tanto de todo lo que hacen los demás, o para que los demás estén al tanto de todo lo que nosotros hacemos, dejamos lo que estamos haciendo, nos salimos de las situaciones que estamos viviendo, o simplemente dejamos de hacer actividades que nos aportan satisfacción y bienestar.

Es una doble vía para acumular sentimientos negativos, por una parte el no disfrutar con lo nuestro, y por la otra sufrir por lo que no somos capaces de abarcar.

Asunción Lago Cabana

PorInstituto Bitácora

El valor de las relaciones sociales

El ser humano no está diseñado para vivir en soledad. No es ningún secreto que una de las partes más importantes de nuestra vida son las relaciones sociales. Nuestro bienestar depende en gran medida de la convivencia con los demás, no sólo en aspectos prácticos (protección, conocimientos, información, etc.), sino sobre todo en los emocionales. Pero estas relaciones, al igual que nuestro cuerpo, tienen que cuidarse si queremos que sean saludables.

Raramente en nuestra vida vamos a escapar de los efectos de la relaciones sociales, ya sea en nuestro lugar de trabajo, de estudio, nuestros ratos de ocio o dentro de nuestra propia familia. Una interacción placentera en cualquiera de estos ámbitos nos hace sentirnos felices, desarrollando nuestras tareas con mayor eficacia. De hecho, una baja competencia en las relaciones sociales con los demás puede llevar a tener dificultades en el trabajo, en los estudios o en la familia. Leer más

PorInstituto Bitácora

Cuando pensamientos indeseados toman control… TOC… ¿cómo del sufrimiento puede nacer algo tan bello?

En esta ocasión os queremos dejar un poema de amor tan especial como conmovedor, titulado, TOC. Su autor es un estadounidense nacido en Minnesota, llamado Neil Hilborn, que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).

En primer lugar haremos un breve comentario de en qué consiste un TOC y posteriormente os dejamos el poema.

La mayoría de nosotros, en alguna ocasión, hemos comprobado si hemos cerrado el coche correctamente o la puerta al salir de casa en más de una ocasión, también hemos podido experimentar el que se repita en nuestra cabeza el estribillo de una canción durante toda una tarde… las personas que padecen TOC sienten la necesidad de comprobar las cosas una y otra vez o tienen ciertos pensamientos o realizan rutinas y rituales una y otra vez generándole importante angustia y pudiendo interferir de forma considerable en su vida cotidiana.

Estos pensamientos repetidos y perturbadores del TOC se llaman obsesiones y en muchos casos, con el fin de intentar controlar estas obsesiones, las personas con TOC repiten rituales o comportamientos, a esto se le llama compulsiones.

Son ejemplo de obsesiones, el miedo a gérmenes, a ser heridos o herir a otros, y pensamientos perturbadores religiosos o sexuales. Entre los ejemplos de una compulsión podemos encontrar el contar o limpiar cosas, lavarse el cuerpo o partes de este repetidas veces, u ordenar las cosas de un modo en particular, cuando estas acciones no son necesarias, y verificar todo una y otra vez.

El poema a continuación:

La primera vez que la vi…

Todo en mi cabeza se silenció

Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.

Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.

Incluso en la cama estoy pensando:

¿Cerré las puertas? Sí

¿Me lavé las manos? Sí

¿Cerré las puertas? Sí

¿Me lavé las manos? Sí

Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.

O la pestaña en su mejilla–

La pestaña en su mejilla–

La pestaña en su mejilla.

Sabía que debía hablar con ella

La invité a salir seis veces en treinta segundos.

Ella dijo que sí después de la tercera,

pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.

En nuestra primera cita,

pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.

Pero le encantó.

Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.

Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.

Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,

como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.

Yo siempre veía su boca cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba–

Cuando hablaba;

Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.

En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.

Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.

Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.

Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.

Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.

Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.

La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.

Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,

pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!

El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.

No puedo–

No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.

Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.

Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.

Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.

Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.

Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.

En cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla las velas–

cómo sopla…

Ahora sólo pienso en quién más está besándola.

No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!

La quiero de regreso tanto que…

Dejo la puerta sin cerrar.

Dejo las luces prendidas”.

Dra Mª Carmen López Alanís

PorInstituto Bitácora

SI LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS ESTAN EN TODAS PARTES ¿POR QUÉ LAS DEJAMOS FUERA DENTRO DE LA CONSULTA?

¿Qué vemos a nuestro alrededor?

Un niño, sentado junto a su madre en la piscina, quieto, callado, con el móvil de su madre jugando y jugando, mientras los demás niños están tirándose a ver quién salpica más a bomba, gritando con los ojos cerrados “Marco” y escuchando de dónde viene “Polo”, buscando tesoros en las profundidades…

Una madre que cuenta que las vacaciones que había diseñado con ilusión para ella y su hija, se habían vuelto insufribles, porque la chica no paraba de quejarse unas veces por la falta de cobertura mientras estaban en una idílica playa, y otras, cuando estaban en el hotel que ofertaba múltiples actividades, porque sus amigos habían estado en tal o cual sitio y ella se lo había perdido…

Una amiga, que en vez de estar de vacaciones ha estado de auténtica reportera porque lo verdaderamente importante para ella era que todos viéramos en el sitio tan estupendo que ha estado…

Una pareja que cada vez está más distanciada, y ella se siente viva, feliz, conociendo o reencontrándose con otras personas ajenas a su vida marital en las redes sociales…

Un médico que contesta su móvil mientras atiende a un paciente… la seño que whatsAppea mientras los alumnos hacen un examen… Leer más

PorInstituto Bitácora

La enfermedad del paro

Hemos pensado hablar sobre este tema porque es una realidad más presente de lo que nos gustaría en nuestros hogares, y de la que ya se han publicado numerosos artículos en distintos periódicos y revistas, así como ponencias en distintos congresos, de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, por ejemplo.

Y es que merece la pena analizar los problemas de estrés laboral que están llegando a nuestras consultas generando distintos problemas emocionales. Y es que además no solo nos enfrentamos a la situación de desempleo si no a que las expectativas a corto medio plazo de volver a trabajar son muy escasas y el propio desempleo y la situación que este genera es un obstáculo en sí mismo para recuperar el ser activo laboralmente. Es la pescadilla que se muerde la cola, no solo el desempleo hace mella en la salud sino que el deterioro que deja en la salud hace más difícil el regresar al trabajo.

Estas alteraciones afectivas, más frecuentes en varones, pueden trascender los cuadros ansioso-depresivos habituales y dar lugar a una clínica psiquiátrica más severa con riesgo para la propia vida, es una realidad que los intentos autolíticos aumentan en situaciones de crisis. Leer más

PorInstituto Bitácora

LA COMUNICACIÓN HUMANA I

Al analizar muchos casos de terapia familiar y/o de pareja encontramos como factor común que la demanda es “no nos comunicamos”, pues bien, esto es imposible, es imposible no comunicar, desde una perspectiva sistémica o familiar toda conducta es concebida de manera relacionar y representaba una forma de comunicación.

Repasaremos a continuación brevemente cinco axiomas descritos de la comunicación humana.

El primero de los axiomas, es uno que ya hemos mencionado y es que es imposible no comunicar. La conducta es comunicación y la “no-conducta” no existe; es imposible no comportarse. En una situación de interacción entre personas, toda conducta tiene valor de mensaje que influye sobre los demás, quienes a su vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por tanto, también comunican; por más que uno lo intente, no puede dejar de comunicar. Comunicar no es sinónimo de entenderse.

El segundo axioma es que  toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel relacional. Toda comunicación poseerá un contenido (lo que decimos) y una relación (a quién y cómo se lo decimos). A través de la comunicación, todos podemos expresar nuestra forma de ser y la visión de la relación la otra persona. El “nivel de contenido” de un mensaje transmite “información”. El “nivel de relación” se refiere a cómo la comunicación sirve para “definir” el tipo de relación que quiero establecer con mi interlocutor. Leer más

PorInstituto Bitácora

LA FAMILIA FRENTE AL ACOSO ESCOLAR

El acoso escolar o bullying, es la violencia entre iguales que emerge de la vida escolar. Tiene lugar cuando una o más personas hacen daño de forma intencionada, repetida y prolongada en el tiempo a otra. Y puede darse tanto en el centro escolar como fuera de éste, así como a través de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, llamándose en este caso ciberacoso.

A muchos de nosotros nos sorprenden los datos sobre acoso escolar de los últimos estudios, las estadísticas  señalan, que uno de cada cuatro alumnos refiere haber sido víctima de un episodio de violencia escolar.

Vivimos en una sociedad en la que pasan como normales por ser habituales, los ataques, las ofensas, las amenazas, las discriminaciones,  al otro. Así, TODOS los que formamos parte de ella, podemos decidir si fomentar los factores de riesgo o fomentar los factores de protección frente al acoso escolar. Desde Instituto Bitácora, como centro de atención a la familia, hoy ponemos el énfasis en los aspectos familiares, ya que la familia es un pilar fundamental tanto en la prevención, como en la detección y actuación frente al acoso escolar. Leer más

PorInstituto Bitácora

NUEVAS TECNOLOGÍAS

La utilización adecuada de las nuevas tecnologías supone una herramienta extraordinaria para la información y la comunicación, pero su mal uso implica un riesgo que puede desembocar en el  desarrollo de una enfermedad, la adicción a las nuevas tecnologías.

Los problemas relacionados con las nuevas tecnologías, al igual que en el caso de las adicciones químicas y otras adicciones comportamentales, son un problema cada vez más común, serio y tratable.

Un problema que resulta difícil de entender, ya que habitualmente en los inicios, resulta una actividad gratificante, es una buena herramienta de trabajo, es un medio para buscar información, es otra forma más de relacionarse o ampliar red social, es una fuente de distracción… pero llegado un momento, para determinadas personas, deja de ser  placentero, e interfiere negativamente en el funcionamiento de la vida cotidiana.

Como ocurre con otros trastornos, cuando la actividad está interfiriendo de manera negativa en los diferentes aspectos de la vida de la persona, nos tenemos que plantear que algo no está funcionando bien, que tenemos un problema.

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PorInstituto Bitácora

APRENDE A VER LA ADICCIÓN COMO UNA ENFERMEDAD ESPECIAL II

Hace unos días ya comentamos en nuestro blog las particularidades de la adicción a la hora de ser tratada. Los terapeutas nos encontramos con algunas dificultades a la hora de tratar con el paciente que hace de la adicción una enfermedad distinta del resto, y como tal, se convierte en una enfermedad a la que hay que abordar de forma muy diferente.

En el post anterior nos centramos en hacer una clasificación de los perfiles que los terapeutas nos solemos encontrar a la hora de enfrentarnos con pacientes adictos, independientemente del perfil de su adicción.

En este post vamos a hacer hincapié en el perfil más frecuente de adicto en primera visita. Tal y como ya comentamos el principal volumen de petición de ayuda viene de parte de los terceros significativos, fundamentalmente de la familia, por lo que trabajar la demanda y motivación de la familia en estos casos es tan importante como el trabajo con el paciente.

La familia juega un papel fundamental en la terapia de un adicto, ya que suelen ser ellos en la mayoría de los casos los que dan razones a la persona para buscar ayuda. Es frecuente que, en el momento de la demanda, el motivo de consulta para muchos de estos pacientes no es la adicción, al paciente le preocupa mucho más restablecer la normalidad con la familia que su propio sufrimiento.

Como vemos, el papel de la familia en esta enfermedad es tan importante, que a veces, hasta cuando el paciente se niega a recibir ayuda, a través del trabajo con ellos, la familia sin paciente puede propiciar el cambio.

En estos casos, el objetivo es que el familiar acepte y entienda que estamos ante una enfermedad, que se sienta mejor, que podamos  aliviar parte de su angustia, y sobre todo poder propiciar un cambio de estrategias en el familiar que pueda producir un cambio en el paciente, si la familia modifica su actitud puede influir de manera positiva en el aceptación de tratamiento por parte de la persona que tiene el problema.

Asunción Lago Cabana. Psicóloga del Instituto Bitácora.

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