Padres permisivos, padres colegas.

PorInstituto Bitácora

Padres permisivos, padres colegas.

¿Las normas y los límites provocan infelicidad en los hijos? ¿Provocan malas relaciones padres/hijos? ¿Queremos ser los mejores amigos de nuestros hijos o los mejores padres?

 La semana pasada estuvimos hablando de los padres autoritarios viendo las similitudes y discrepancias con los padres sobreprotectores. En esta ocasión como os anuncié la semana pasada hablamos de los padres permisivos, diametralmente opuestos a los autoritarios, aunque como en la comparación entre padres autoritarios y sobreprotectores, algunas consecuencias son muy parecidas o iguales.

 Siguiendo con las cartas a los hijos, veamos la de unos padres permisivos:

 “Haz lo que quieras, cuando quieras y como quieras. Yo te observaré, pero no interferiré en lo que tú creas que es conveniente. Siempre estaré aquí para apoyarte, escucharte y quererte. Seré tu mejor amigo.”

 La verdad es que no suena mal, sobre todo para un hijo. Vamos a desgranar esta melodía.

 Suele haber un control casi inexistente, falta de normas y de límites. Dejan a sus hijos tomar sus propias decisiones, y aún cuando están en contra de ellas, su nivel de tolerancia ante estas situaciones es alto. Al no existir normas o límites, ceden a todo lo que digan los hijos, y éstos últimos se encuentran desamparados a la hora de tomar de decisiones porque no siempre el nivel de madurez es adecuado para todas las decisiones que hay que tomar, la inseguridad se convierte en una gran losa tarde o temprano. Además es difícil tomar una decisión si no se tienen todas las herramientas para hacerlo: si no se conocen normas, pautas, consecuencias. La baja autoestima le dará la mano a la inseguridad más adelante y esta vez más temprano que tarde.

 ¿Podría decidir sobre qué hacer ante un ataque alienígena? Probablemente no, nadie se ha enfrentado a uno y el conocimiento sobre “qué hacer” es inexistente. Así se encuentran los hijos en familias permisivas: dudas y más dudas.

 Ante la falta de orientación en la familia, los niños o jóvenes de estas familias, suelen buscarla en personas externas: amigos, profesores, prensa e incluso en “héroes televisivos” (y hoy en día, los héroes televisivos no sólo son Superman, Ironman y demás Avengers; también lo son concursantes de programas como Gran Hermano).

 La falta de “mando” hace que los hijos tomen el poder. Debido no solo a lo anteriormente comentado, si no también a que en ocasiones los padres permisivos, al sentirse desbordados por determinadas situaciones, amenazan con castigos la actitud de los hijos, pero estos castigos son demasiado flexibles y casi nunca llegan a producirse. Lo que provoca que los hijos se sientan más “poderosos” y reaccionen con tiranía y agresividad hacia los padres cuando éstos intentan imponerse.

 Padres afectuosos, donde el diálogo con sus hijos es constante, incluso llega a ser excesivo, donde algunos temas de conversación no son adecuados a la madurez del niño. Provocando en el niño desconcierto, sobre todo, acerca de valores, moralidad, normas. Nuestro hijo no es “un igual” y por lo tanto, debemos tener en cuenta su nivel de razonamiento, y su nivel de madurez, no sólo su edad.

 El grado de responsabilidad de los hijos es escaso, ya que los padres son incapaces de plantear tareas acordes con la edad de sus hijos. Si el niño no quiere ayudar a recoger la mesa, que no lo haga, no hay que obligarlos, cuando ellos vean necesario hacerlo lo harán. El problema es que ese “momento” puede dilatarse demasiado tiempo, y convertirse en una “irresponsabilidad adquirida”.

 Como consecuencia, los hijos adquieren pocas habilidades sociales impidiendo relaciones adecuadas con sus semejantes al no haber adquirido las herramientas necesarias para saber resolver determinadas situaciones, al igual que problemas a la hora de “acatar” determinadas normas de conducta y comportamiento (como por ejemplo en la escuela).

 La palabra “no”, no está en el vocabulario de los padres permisivos, por lo que los niños irán esquivando las pequeñas frustraciones que nos aporta la vida durante su desarrollo y de las que se aprende mucho, de esta forma, en la adolescencia la tolerancia a la frustración será escasa. No serán raros los sentimientos de ira, miedo y tristeza, al no saber gestionar los errores o la no consecución de lo deseado.

 Lo que diferencia a un padre de un amigo (colega) es la autoridad, la capacidad de saber lo que es más adecuado, dejando la suficiente libertad para que los hijos se desarrollen y proporcionando seguridad. Esto es un trabajo del día a día.

 Comencé está entrada planteando la siguiente pregunta: ¿Queremos ser los mejores amigos de nuestros hijos o los mejores padres? A estas alturas tengo que decir que en el término medio está la virtud, como se suele decir. Es decir, es importante proteger a nuestros hijos sin sobreprotegerlos; al igual que es necesario tener autoridad pero sin llegar a ser autoritarios y; permitir el diálogo para tomar decisiones conjuntas en la familia, sin ser permisivos. Este podría ser un buen resumen del último estilo educativo en la familia, sobre el que hablaremos la semana que viene: el estilo democrático. Les espero.

 Antes de dejarles quiero desearles unas Felices Fiestas.

Mª Ángeles Fernández Arias. Psicopedagoga.

 

Sobre el autor

Instituto Bitácora administrator

Somos un equipo multidisciplinar, encabezado por el Dr Reina, dedicado al tratamiento del alcoholismo y otras adicciones, así como a la atención de la familia y a las patologías mentales, desde un modelo bio-psico-social que permite hacer una lectura antropológica de la persona que presenta el problema en su contexto y dentro de unos principios Bioéticos.

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