¿CÓMO AFECTAN EL ESTRÉS Y LA ANSIEDAD AL SUEÑO?

PorInstituto Bitácora

¿CÓMO AFECTAN EL ESTRÉS Y LA ANSIEDAD AL SUEÑO?

El estrés y la ansiedad son respuestas normales del organismo ante un peligro inminente (real) o ante la percepción de ese peligro. Permiten generar la alerta necesaria en nuestro organismo para hacer frente a esos peligros o amenazas y movilizar nuestros recursos para la supervivencia.
Sabemos que esta respuesta de activación y alerta del organismo es incompatible con el sueño. Por ello, si estas emociones se mantienen en el tiempo, acaban generando problemas psicofisiológicos como el insomnio.
De esta forma,[Tweet “el estrés y la ansiedad se convierten en uno de los principales disparadores de los problemas de insomnio transitorio.”]

Por otro lado, esta falta de sueño produce en el organismo una reacción fisiológica que ayuda a aumentar los niveles de ansiedad y estrés, generando mayores dificultades para relajarse y dormirse.

 

A nivel hormonal si estamos estresados se producen alteraciones en la segregación de sustancias como el cortisol, hormona que inhibe y suprime el sueño, así como de la prolactina o la serotonina, ambas relacionadas con la regulación de los ciclos de sueño y estados anímicos.
Por ello, como hemos comentado, el estrés y la ansiedad se convierten en desencadenantes del insomnio y a su vez en una consecuencia de este. Por ello es un elemento principal a tratar en los trastornos de sueño.
Como comentamos en el post anterior, el insomnio puede ser transitorio o crónico, según el tiempo de evolución. Las preguntas que se hacen los pacientes que acuden a consulta por este motivo suelen ser del tipo “¿qué ha sucedido para que esto sea un problema en mi vida?”, “¿por qué se ha convertido en algo crónico?”, “si yo hasta la fecha dormía bien….” .
En este sentido, sabemos que el insomnio crónico no se desarrolla de la noche a la mañana, de hecho casi siempre va precedido por un insomnio situacional, como resultado de acontecimientos vitales estresantes.
Puede evolucionar de forma gradual, de modo que cada vez nos encontremos más preocupados por el problema de sueño.
La valoración que realizamos de la dificultad inicial para dormir es un factor determinante para que el insomnio resulte un problema transitorio o un trastorno crónico.
Así, la persona que duerme mal durante varias noches, pero continúa con su rutina diaria sin preocuparse por ello, es poco probable que desarrolle insomnio crónico.

 

Por el contrario, una persona que después de algunas noches de sueño alterado empieza a preocuparse excesivamente por no poder dormir y por sus consecuencias negativas en el funcionamiento durante el día, tiene más probabilidades de entrar en un círculo vicioso de insomnio, del que le resulte complicado salir por sí mismo.
En estos casos, los pensamientos reiterativos sobre el insomnio se convierten rápido en el centro de las preocupaciones de la persona, quienes suelen atribuir la disminución del rendimiento o las alteraciones del estado de ánimo durante el día, exclusivamente a los problemas del sueño.
Es el círculo en el que la ansiedad por intentar dormir reduce la posibilidad de quedarse dormido, aumentando la aprensión, la activación física y el miedo a la cama. Después de una mala noche, la persona con insomnio crónico no sólo se preocupa por la noche pasada, sino que ya está pensando en la noche siguiente. Por tanto, el insomnio se convierte en una profecía que se cumple por sí misma.
Parece que algunas características de personalidad hacen a las personas más vulnerables a entrar en este círculo. Así, es más probable que les suceda a personas con tendencia a la ansiedad y preocupación, a personas perfeccionistas y exigentes, que necesitan tener todo bajo control, con mayor dificultad para ver el lado positivo de las cosas, y que no suelen exteriorizar sus emociones negativas ni hablar de sus problemas.

 

Ana Martín Almagro. Psicóloga del Instituto Bitácora.

Sobre el autor

Instituto Bitácora administrator

Somos un equipo multidisciplinar, encabezado por el Dr Reina, dedicado al tratamiento del alcoholismo y otras adicciones, así como a la atención de la familia y a las patologías mentales, desde un modelo bio-psico-social que permite hacer una lectura antropológica de la persona que presenta el problema en su contexto y dentro de unos principios Bioéticos.

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