Como comentaba en el anterior post, la mejor forma de relacionarnos con los demás es la conducta asertiva, pero conviene tener en cuenta que al mismo tiempo es el estilo más difícil, porque es el resultado de un equilibrio entre nuestros derechos y los de los que nos rodean.
Así, en las relaciones asertivas debemos tener en cuenta no sólo nuestros derechos y emociones, como harían los que se relacionan agresivamente, ni sólo los derechos y emociones de los demás, cómo harían los que se comportan de modo sumiso, sino que hemos de considerar al mismo tiempo las dos caras de la moneda. Tenemos que convertirnos en una balanza.
Para ello, en primer lugar es necesario que seamos conscientes de nuestros derechos. Nosotros tenemos tanto derecho como los demás, pero, cuidado, ¡los demás también tienen tanto derecho como nosotros!
En psicología hablamos de derechos asertivos, para referirnos a unos derechos no escritos, que todos poseemos, pero que muchas veces olvidamos a costa de nuestra autoestima. No sirven para “pisar” al otro, pero sí para considerarnos a la misma altura que todos los demás.
Una de las razones por la cual le gente es poco asertiva, es debido a que piensan que no tienen derecho a sus creencias, derechos u opiniones. A continuación te presento la lista de los principales derechos asertivos que todos poseemos:
Si los lees, seguramente pensarás: “ya, claro, eso ya lo sabía yo”, pero párate a reflexionar un momento. ¿Realmente haces uso de tus derechos, te acuerdas de ellos en momentos puntuales?
[Tweet “Como dice P. Jakubowski: “Si sacrificamos nuestros derechos con frecuencia, estamos enseñando a los demás a aprovecharse de nosotros “.”]
Ana Martín Almagro. Psicóloga del Instituto Bitácora.
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