Los videojuegos han pasado a ser una de las actividades más importantes entre niños, adolescentes y jóvenes, formando parte de su vida cotidiana porque, han crecido con ellos.
Los videojuegos constituyen una de las formas más extendidas de entretenimiento y también, al ser algunos de contenido didáctico, una herramienta altamente estimulante para el aprendizaje.
Pero aunque es cierto que son una forma de “entretenimiento para la mente” su uso excesivo puede conducir a serios problemas, que por otra parte no son complicados de prevenir e identificar. En los últimos años se ha triplicado la demanda de tratamiento por problemas con el uso de los videojuegos, sobre todo los videojuegos on line. Esta demanda de tratamiento, se da fundamentalmente entre adolescentes, y mayoritariamente entre los chicos.
Decíamos anteriormente que la cuestión de diferenciar entre lo que es entretenerse un rato, y descuidar nuestras relaciones y actividades, no es una cuestión difícil de identificar. Aunque otra cuestión aparte, sería que a muchos padres se nos pasa por alto que algo está pasando, porque estamos en otra cosa. Y podemos estar utilizando los videojuegos como “niñeras” porque no tenemos tiempo para más. También sentirnos más seguros cuando los chic@ están frente a la pantalla en vez de fuera porque están en casa. Y podemos dejarlo pasar horas jugando porque no queremos enfrentarnos a la resistencia de nuestros hijos. O porque no somos capaces de poner normas y cumplirlas. O porque nosotros también estamos con la vista en otra pantalla…
Pero cuando los niños y/o adolescentes se muestran irritables cuando no pueden jugar, cuando solo piensan en ello, cuando pasan horas frente a la pantalla, cuando les molesta que se les interrumpa cuando están jugando, cuando descuidan tiempo de estudio, cuando están menos comprometidos con las relaciones familiares, cuando prefieren estar encerrados en casa consigo mismo y la consola, a salir a jugar o a estar con los amigos, es que algo no va bien.
Se puede llegar a robarles horas al sueño, a dejar de comer en familia… hay casos extremos en los que el jugador no se levanta ni para ir al baño, o padres que han tenido que recurrir a la policía para sacar a sus hijos de la habitación.
La falta de control parental en cuanto al tiempo de juego, a elección del juego, a la elección de dónde se juega para evitar el aislamiento, el fomento de otras actividades de ocio y entretenimiento alternativas; y la falta de habilidades sociales del chic@, son factores de vulnerabilidad frente al desarrollo de problemas por el mal uso de los videojuegos.
También es un factor determinante el tipo de juego. La interactividad es el factor principal, cuanto más interactivo sea el juego, cuantas más decisiones dependan del jugador, mayor será la probabilidad de acabar siendo un problema si se hace un mal uso.
Otras características a tener en cuenta, desde el punto de vista de la capacidad para desarrollar un problema adictivo, serían: La riqueza en cuanto a los estímulos visuales y auditivos. El tipo de tarea, los juegos que requieren un alto nivel de concentración hacen que se pierda la noción del tiempo con más facilidad. Los juegos que presentan diferentes niveles, que hacen que queramos seguir, también favorecen la dificultad para dar por terminada una sesión. Cuánto más rápido o dinámico, brevedad en el tiempo de la partida o misión, más cuesta ser objetivos con la percepción del paso del tiempo. Los premios continuos, en forma de puntos, vidas, bonos, recompensas que aumentan nuestra motivación. Y finalmente pero no menos importante, el reto y la sensación de continua mejora, son los elementos que comparten los videojuegos más adictivos.
Lo que al principio entretiene y divierte, puede acabar dejándote clavado frente a la pantalla, dejando entonces de cumplir tal función. Hay veces que hay que “rescatar” a los jugadores. Hay que devolverlos al mundo real. Los videojuegos pueden convertirse en auténticas válvulas de escape, en espacios donde no existen los problemas, donde resulta fácil, donde no hay discusiones, ni nadie que se enfade con nosotros, ni nadie que no nos escuche…donde todo se puede controlar, un mundo que nos puede llegar a alejar de la realidad.
Asunción Lago Cabana.
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