La
adicción conlleva una serie de cambios en la bioquímica cerebral,
que son, en parte, los responsables de que la persona siga
consumiendo a pesar de los daños acaecidos. Cuando se produce la
abstinencia y comienza la recuperación, las áreas cerebrales que
sufrieron estos cambios, comienzan un proceso de reajuste bioquímico.
Estos cambios y reajustes provocarán en la persona una serie de
síntomas físicos y psicológicos, que irán variando en función de
la etapa del proceso de recuperación en la que la persona se
encuentre.
En la recuperación de las personas con adicción
podrían distinguirse 4 fases o estadios. La duración y los síntomas
de cada una de estas fases variarán en función de la sustancia
consumida, y por supuesto, de las características individuales de
cada persona.
Esta primera etapa comienza con la retirada de la sustancia, y se puede prolongar entre 1 y 2 semanas, en función de la sustancia consumida, del patrón de consumo (cantidad y frecuencia) y de otras características físicas y psicológicas propias de la persona.
En consumidores de alcohol, el síndrome de abstinencia se presenta con una importante sintomatología tanto física como psicológica, con especial intensidad cuando el consumo de alcohol ha sido alto. Pueden experimentar temblores, nauseas, palpitaciones, falta de energía, ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio, problemas de memoria y dificultades de concentración. El síndrome de abstinencia del alcohol es más intenso que el de las drogas estimulantes, llegando incluso a poder presentar alucinaciones, convulsiones o pudiendo alcanzar el delirium tremens en los casos más graves. En las circunstancias más extremas, algunas personas precisan ser hospitalizadas durante este período.
Para las personas que consumen estimulantes, la abstinencia se acompaña de depresión, falta de energía, insomnio o sueño excesivo, dificultades en la concentración, aumento del apetito y fuertes deseos de consumo.
No obstante, existen medicamentos que pueden disminuir la intensidad de estos síntomas en algunas personas. De esta forma, con la supervisión médica adecuada, esta primera fase del proceso de recuperación puede resultar algo más llevadera.
Esta etapa comienza una vez que se supera la barrera del síndrome de abstinencia. Tiene una duración de unas 4 semanas aproximadamente. En este período, y de manera especial los consumidores de estimulantes, los pacientes se sienten muy bien. Han superado la difícil etapa del síndrome de abstinencia, y además comienza a apreciar y disfrutar de las ventajas de una vida sin consumo. El entusiasmo y optimismo de este período es tal, que en ocasiones surge la falsa creencia de haber superado la enfermedad. Es importante que la energía y el entusiasmo característico de este período, se inviertan en crear hábitos e implicación en actividades que refuercen la recuperación y puedan prevenir una posible recaída.
Respecto a los consumidores de alcohol, en ellos el optimismo y la energía de esta etapa es menos intensa, pues el proceso de recuperación cerebral es distinto al de los consumidores de estimulantes. Es cierto que tras superar el síndrome de abstinencia presentan una mejoría considerable, pero algunos síntomas tales como el insomnio, el nerviosismo o las dificultades para concentrarse, pueden perdurar.
Esta
fase comienza en torno a la sexta semana tras haber detenido el
consumo, y se prolonga hasta los 5 meses aproximadamente. Se podría
decir que “el subidón” anímico y motivacional de la etapa
anterior, ahora experimenta una bajada.
En esta etapa pueden
aparecer síntomas físicos y psicológicos tales como irritabilidad,
depresión, ansiedad, apatía, falta de energía y dificultades para
concentrarse. De la mano de estos síntomas, es muy común que
aparezcan fuertes deseos de consumo. La aparición de estos síntomas
responde al curso natural de los cambios bioquímicos, al reajuste de
la química cerebral tras la retirada de la sustancia. En esta etapa,
el riesgo de recaídas es alto, por tanto, es importante que la
persona se implique en actividades saludables que sean incompatibles
con el consumo. El deporte es una muy buena herramienta para la
prevención de recaídas.
Tras aproximadamente unos 5 meses después de la abstinencia, la recuperación cerebral es bastante significativa. La mayoría de los síntomas han desaparecido, y la persona empieza a percibir que puede hacer su vida con normalidad. En esta etapa, es importante que se continúe trabajando para reforzar un estilo de vida saludable, que la persona lleve una vida ordenada y que practique aficiones y haga deporte. En definitiva, se trata de afianzar la calidad de vida. Llevar una vida gratificante es un factor de protección ante los deseos de consumo que en ocasiones pueden aparecer. Además de eso, también es importante que la persona haya adquirido herramientas para afrontar estos deseos en aquellos momentos en los que aparezcan. Por último, también es importante que en este período la persona no pierda la conciencia del riesgo de recaída.
Secades, R. M., Vales, E. C., Díaz, S. P., Rey, R. R., Zemsch, M. P., & Fernández, S. P. (2008). Manifestaciones y curso clínico del síndrome de abstinencia alcohólica en un hospital general. Revista clinica espanola, 208(10), 506-512.
López-Unguetti, L. (2019). Cocaína y Cerebro: Estudios recientes.