¿VIVIMOS MAL EN ESPAÑA?

PorInstituto Bitácora

¿VIVIMOS MAL EN ESPAÑA?

Nos dicen por aquí y por ahí, que España es un lugar idóneo para vivir. Por el carácter abierto, alegre y apasionado de sus gentes. Por su clima y sus horas de sol. Por su gastronomía, variada y basada en la muy buena calidad de materias primas. Por su cultura, que cuenta con un legado artístico incomparable a lo largo de los siglos. Por sus paisajes, que son tan variados como sorprendentes…

 

De hecho, creo que si nos paráramos a preguntar, la mayoría de la gente que vive en nuestro país, diría que, como en España no se vive en ningún sitio. De hecho, muchas personas que vienen de fuera, ya sea para estudiar, para disfrutar después de toda una vida de trabajo, o para comenzar una nueva etapa, se instalan en nuestro país por las diferentes oportunidades que les pueda ofrecer.

 

Sin embargo, resulta que España, con el carácter de sus gentes, su clima, su gastronomía, su cultura, sus paisajes, es un país en el que el consumo de tranquilizantes y antidepresivos es significativamente alto. Los tranquilizantes y antidepresivos son uno de los medicamentos más recetados y consumidos en nuestro entorno. De hecho, lidera el ranking en cuanto al consumo de Alprazolam (Tranquimazin) y Lorazepam (Orfidal)

¿Puede ser verdad, entonces, que vivamos bien, siendo España el segundo país de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, formada por 34 países) en el consumo de este tipo de medicamentos? ¿Puede ser verdad que vivamos bien, si en los últimos diez años se ha triplicado el consumo de estos medicamentos según la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos sanitarios)?

 

¿De verdad hay tanta ansiedad y tristeza en España como dan a entender estas estadísticas?

 

¿Será por el estilo de vida que nuestra sociedad ha adoptado?… El estilo de vida que llevamos, con altísimos niveles de autoexigencia, con la imperiosa necesidad de la inmediatez, la competitividad, la búsqueda de la perfección… favorece la aparición de malestar, que si se mantiene en el tiempo puede dar lugar a una serie de sintomatología física y psicológica, para la que el apoyo farmacológico, según los estudios anteriormente mencionados, es la principal estrategia de afrontamiento en nuestro entorno.

 

¿Será que nos hemos convertido en unos blandengues? ¿Será que hemos pasado a ser una sociedad donde sus individuos se niegan a sí mismos la existencia de aspectos que forman parte de la condición humana y por tanto imposible que no se den?… El sufrimiento, el malestar, la enfermedad, las pérdidas, las derrotas, el paso del tiempo…forman parte de la normalidad, y sin embargo huimos de ellos, buscando en muchas ocasiones soluciones “mágicas”.

 

Hay que normalizar las emociones negativas y la angustia, reconocerlas y aceptarlas, sin maquillar ni tapar nada, sin disimularlos, para poder así hacerles frente y canalizarlos de manera positiva. Además, el sufrimiento puede ser una oportunidad para conocernos mejor y crecer como personas. El recurso de las pastillas es muchas veces una forma de hacer callar la angustia y la tristeza de forma rápida, pero sin llegar a ningún otro sitio.

 

¿Será la famosa crisis que los españoles padecemos desde hace ya algunos años la causante?… Podríamos pensar que el fuerte aumento del consumo de tranquilizantes y antidepresivos, tiene que ver con las circunstancias que muchos de nosotros o nuestros familiares o allegados padecen, o incluso el miedo a padecerlas. El miedo al paro, a cómo hacer frente a la hipoteca, la luz, el agua… las dificultades o imposibilidad de que nuestros hijos puedan continuar sus estudios superiores, o ver cómo tenemos que plantearnos buscar salida fuera de nuestro país… Según lo que he ido leyendo parece que no, que el consumo de ansiolíticos y antidepresivos, sigue en aumento, pero el crecimiento tuvo su mayor punto de aceleración en épocas de bonanzas, y en estos años de crisis, la curva de crecimiento continúa, pero a menor velocidad.

 

¿Será que estamos siendo víctimas de la presión de la poderosa máquina de marketing y publicidad de la industria farmacológica?… Quien finalmente receta es un ser humano, y como tal, susceptible a presiones a veces tan atractivas como atenciones, viajes, congresos, ser mencionado en foros prestigiosos… pero no me cabe la menor duda de que la razón de ser de los médicos, personas altamente cualificadas, ha sido, es y será, la de cuidar al paciente, aliviándole su sufrimiento, empleando para ello, de la mejor forma posible, las herramientas con las que cuenta. Así que, si en la actualidad recetan tantos tranquilizantes y antidepresivos quiero pensar que se vede a que son la mejor herramienta con la que cuentan los clínicos.

 

¿O será que es necesario que la psicología esté presente en el ámbito de la atención primaria?… Con medicación podemos hacer frente a los síntomas, pero en muchos casos, aunque se produce una significativa mejoría, si no se llega a la raíz del problema condenamos a la persona a inevitables recaídas o a la cronificación del problema. La ansiedad y la depresión que son cada vez cuadros más comunes, desde atención primaria solo se atienden desde un punto de vista biomédico y farmacológico, a pesar de las evidencias empíricas de la eficacia de los tratamientos que combinan psicoterapia con apoyo farmacológico, cuestión que tienen de manera generalizada muy clara los médicos.

 

Finalmente señalar, que sea cuales sean, estos u otros, los factores que han dado lugar a estas circunstancias, el sobreuso de estos fármacos, acarrea dos graves consecuencias nada deseables.

 

Por un lado se refuerza la negación de ciertas emociones que vivimos como negativas, pero que son necesarias para el buen ajuste psicológico de las personas. Las emociones, que no son ni buenas ni malas, ni justas ni injustas, ni morales ni amorales, son simplemente naturales y todos tenemos una amplia gama de ellas, pasan a ser enfermedades. La tristeza pasa a ser depresión. El miedo pasa a ser ansiedad. La timidez fobia social… estamos peligrosamente patologizando la normalidad.

 

Y la otra grave e indeseable consecuencia del aumento del uso de tranquilizantes, junto con la falta de supervisión y seguimiento, es la aparición de tolerancia y dependencia.

 

Pasados unos meses, los ansiolíticos pueden provocar problemas de tolerancia, y de dependencia, sobre todo psicológica, además de no estar exentos de efectos secundarios físicos y psicológicos.

 

No obstante, quiero dejar claro, y a mi experiencia como miembro del equipo multidisciplinar de Instituto Bitácora me remito, que el uso de ansiolíticos y antidepresivos con supervisión médica, es seguro y eficaz, y que combinado con psicoterapia es una muy buena estrategia para hacer frente a los cuadros ansioso depresivos que llegan a nuestra consulta.

Asunción Lago Cabana
Instituto Bitácora

Sobre el autor

Instituto Bitácora administrator

Somos un equipo multidisciplinar, encabezado por el Dr Reina, dedicado al tratamiento del alcoholismo y otras adicciones, así como a la atención de la familia y a las patologías mentales, desde un modelo bio-psico-social que permite hacer una lectura antropológica de la persona que presenta el problema en su contexto y dentro de unos principios Bioéticos.

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