En el artículo
anterior, expusimos cómo el perfil del ludópata había sufrido un cambio muy
importante en los últimos años, habiéndose instaurado esta patología entre la
población joven.
También señalamos aquellas propiedades o características de los nuevos formatos
de apuestas online, tratando de aclarar cuáles son los elementos que facilitan
que un chico joven se convierta en un usuario patológico de este tipo de
juegos.
En definitiva, se trató de ofrecer la visión de que el juego y las apuestas
online son productos especialmente diseñados para que se haga un uso compulsivo
de ellos, y que además invierten en importantes campañas de marketing para
captar el mayor número de jugadores.
En los últimos años, los estudios al respecto han demostrado que los juegos de apuestas online son más adictivos que los mismos juegos en su modalidad presencial.
La recompensa
económica es un motor muy fuerte para la conducta humana, y las empresas de
juego online son conscientes de ello. De hecho, se ha demostrado que la
conducta de juego activa los mismos circuitos cerebrales que se activan con el
consumo de drogas.
Sabiendo esto, la clave está en que el jugador piense que puede ganar dinero.
¿Y cómo generan esa idea en el jugador?
En primer lugar, hay que atender a la realidad de que la probabilidad de ganar
en los juegos y las apuestas online es más elevada que en los juegos
presenciales. De esta forma, los jugadores jóvenes fácilmente pueden tener la
percepción de que están ganando dinero. De hecho, en algunos momentos esto
puede ser así. Lo que ellos no tienen en cuenta, y esto lo saben las empresas
de juego, es que el obtener beneficios no es la norma, muy al contrario, la
gran mayoría de las veces quien gana es la casa.
En definitiva, se trata de que en los jugadores aparezca la idea de que el juego puede ser una fuente rápida y fácil de conseguir dinero. Una vez que aparece esa idea, el jugador tratará de aferrarse a ella, y comenzará a interpretar la realidad del juego de manera que pueda reafirmarse en su hipótesis de que es posible ganar dinero con las apuestas.
En este punto, cobra especial valor un elemento llamado sesgo del experto.
Algunos tipos de juegos favorecen la idea de que existen estrategias a la hora de apostar, y que estas pueden servir para obtener mayores ganancias. Se genera la falsa creencia de que se puede llegar a ser un buen jugador. De esta forma, un chico que apueste en partidos de futbol, puede llegar a pensar que, si tiene ciertos conocimientos sobre los equipos y sobre la competición en sí, puede ser capaz de anticipar el resultado de un partido.
Puede ser que, en algunos casos, los resultados puedan ser algo más predecibles (P. ej: Barça vs. Levante), pero lo cierto es que en cualquier competición deportiva entran en juego muchísimos factores cuyos efectos no siempre pueden ser previstos.
El hecho de que en el jugador se genere la idea de que es un experto en las apuestas, suele implicar que se realice un número más elevado de apuestas y que a su vez, se asuman mayores riesgos. Es fácil intuir que en tales casos, de todas las apuestas realizadas, las ganancias serán menores que las pérdidas.
Además de todo esto, otro peligro del sesgo del experto, es que, en los casos en los que se pierden las apuestas, el jugador atribuye la pérdida a un fallo en su estrategia. Lo que no tiene en cuenta, es que las pérdidas responden a la propia naturaleza del juego.
En el artículo anterior, se mencionó que las empresas de apuestas online habían multiplicado por tres sus beneficios en los últimos años. En cambio, no existen noticias de que ningún jugador se haya enriquecido gracias al juego y las apuestas online. De ello, podemos deducir que un número alto de jugadores está experimentando importantes pérdidas económicas.
Actualmente no existen datos oficiales acerca del número de personas que padecen adicción al juego online. Pero, si atendemos tanto a los datos económicos de las empresas, como al aumento en el número de pacientes que llegan a las consultas con este tipo de problema, es fácil concluir que las cifras sobre los nuevos casos de ludopatía serán alarmantes.
Ana Ponce Rodríguez
Referencias
Si pensamos en
una persona adicta al juego o ludópata, es muy probable que lo que nos venga a
la mente sea la imagen de un señor que ya ha pasado los 40, echando moneditas a
una tragaperra luminosa junto a la barra de un bar.
Ciertamente, este ha sido el perfil del ludópata que llega a la consulta en
busca de tratamiento. Hasta ahora. En los últimos años, ese perfil de adicto al
juego ha experimentado un cambio bastante importante. Ahora ya no se trata de
un señor bien entrado en la madurez que juega a las tragaperras, sino de un
chico joven, de unos 30 años de media, que apuesta dinero a través de su móvil.
Para desarrollar una adicción al juego, hasta ahora había sido necesario dirigirse a los lugares en los que estaban presentes las máquinas en las que poder jugar. El hecho de tener que ir a un lugar concreto a apostar una cantidad de dinero o echar unas monedas a la máquina, servía de filtro a la hora de que las personas hicieran uso del juego.
Actualmente, el negocio de las apuestas ha encontrado un mercado muy potente en el que poder expandirse, y que depende de dos elementos que están presente en el día a día de muchas personas jóvenes: el móvil y el fútbol.
Si antes era necesario dirigirse al fondo del bar y situarse de espaldas a todo el mundo para poder echar unas monedas a la máquina, ahora son Carlos Sobera o Neymar los que aparecen en las pantallas para decirle a sus espectadores que apuesten, apuesten y apuesten. No es casual que siempre lo hagan justo antes de que empiece un importante partido de fútbol.
Además de eso, para poder jugar, lo único que se necesita es tener un móvil con conexión a internet. ¿Qué persona joven no dispone de eso actualmente?
Por si aún pudiese existir alguna resistencia a apostar, muchas empresas regalan un bono con una cantidad concreta de “dinero” para poder jugar. Es “dinero”, entre comillas, porque ese bono que regalan solamente puede usarse para apostar online, no pudiendo ser retirado y cambiado por dinero real en ningún caso.
Con tal estrategia de marketing llevada a cabo por las empresas de apuestas online, se hace fácil entender que muchos chicos jóvenes se hayan convertido en usuarios de este tipo de juegos.
En primer lugar, disponibilidad y facilidad para poder realizar una apuesta. Al precisar solo de un móvil con conexión a internet, las barreras del lugar y del tiempo se pierden, de tal manera que la persona puede apostar mientras está en sofá de su casa a las 3 de la madrugada.
Por otro lado, se pueden realizar apuestas sobre multitud de deportes (como partidos de fútbol, tenis o carreras de caballos) o eventos (Eurovisión o los Oscars). Y dentro de un mismo partido, se puede apostar sobre multitud de elementos (número de tiros a puerta, corners, etc.).
La rapidez para poder apostar también es un factor importante. Solamente es necesario hacer un par de clicks para que la apuesta quede hecha. A esto, se le suma que existe la posibilidad de apostar en caliente, es decir, mientras la competición se está llevando a cabo. De esta forma, los resultados y las recompensas de las apuestas son prácticamente inmediatos.
Por otro lado, poder realizar una apuesta desde el móvil ofrece una intimidad que no se tiene cuando se juega de manera presencial. El anonimato, la discreción y la dificultad de ser controlado favorecen que se haga un uso compulsivo de dichas aplicaciones.
¿Qué podemos
deducir de ello? Pues que el enorme aumento de beneficio proviene sin ninguna
duda de pérdida de grandes cantidades de dinero por parte de sus usuarios.
En el próximo artículo hablaremos del gran negocio del juego online, y de cómo
los usuarios pasan de ser jugadores ocasionales, a convertirse en jugadores
patológicos.
Ana Ponce Rodríguez