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PorInstituto Bitácora

Síndrome de Ulises

El síndrome de Ulises o síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple no es un trastorno mental sino un cuadro de estrés muy importante que se da en inmigrantes que viven situaciones extremas y sufren unas condiciones límites que no pueden elaborar adecuadamente.

Puede ser algo muy confuso porque lo primero que acabamos que decir es que no es un trastorno mental, por lo que a la persona que está sufriendo y con cantidad de signos y síntomas de ello le decimos que no tiene nada. Por otra parte también puede ocurrir todo lo contrario, que se diagnostique incorrectamente de trastorno depresivo cuando la persona esta llena de proyectos e ilusiones que desea realizar y quiere y se siente activa.

No es un duelo migratorio clásico, toda inmigración conlleva una enorme cantidad de pérdidas. En primer lugar mencionaremos brevemente algunas características concretas de un “duelo migratorio”: es un duelo parcial, porque el país del que uno se va no se extingue y además como suele visitarlo en vacaciones o mantener contacto con él, se vuelve recurrente el duelo cada vez que vuelve a alejarse, además está vinculado a ciertos aspectos asociados a la infancia muy relevantes, sus orígenes, en cuanto al idioma, personas queridas, costumbres… que ayudaron a formar la personalidad del emigrante. Otra característica es que es múltiple, es un duelo por la familia, por el idioma, por la cultura, por los colores, olores, por el clima, por el estatus social… Puede dar lugar a cambios en la personalidad, que en ocasiones fortalecen al emigrante pero que también pueden llegar a desestabilizarlo.

Cuando no se logra la elaboración y superación de este duelo y se suman características extremas puede desembocar en el Síndrome de Ulises.

¿Cuáles son los estresores más importantes del síndrome de Ulises?

 

–          La separación forzada de los seres queridos con lo que esto supone en todo el sistema de apego, que es un sistema básico de seguridad y supervivencia para las personas.

–          El sentimiento de desesperanza cuando ven que el proyecto y todas las oportunidades que esperan encontrar han fracaso.

–          El tener que luchar literalmente por sobrevivir, con elementos tan básicos como dónde comer o dónde encontrar un techo para dormir.

–          El miedo en los propios viajes, caminar kilómetros y kilómetros en medio del frío, el esconderse en maleteros o incluso maletas, el acabar ahogados al caerse de una patera, las amenazas de las mafias o de la detención y expulsión, etc.

Tenemos que tener además en cuenta que todos estos estresores se pueden acumular y potenciar entre ellos, como se suele decir, lo negativo llama a lo negativo y que esta situación puede durar meses o incluso años con el sentimientos del individuo que poco puede hacer él para cambiar su situación y que lo demás también poco hacemos.

¿Qué siente la persona con un síndrome de Ulises ?

 

Es habitual que el emigrante se sienta triste, irritable, con tensión y dificultad para dormir bien, puede padecer dolores poco específicos, musculares, de cabeza, etc. Que nos recuerdan a cuadros de ansiedad y depresión, sin tener porqué llegar a presentar la persona un cuadro propiamente dicho de estos. Y es que una situación de estrés crónico puede afectar tanto a la personalidad como al funcionamiento de los órganos internas y haber alteraciones en los sistemas hormonales y de neurotransmisores, que haga que se den los síntomas previamente mencionados.

 

Dra. Mª Carmen López Alanís

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Crisis de Ansiedad (2)

¿Cuál es mi león?

 

En uno de los últimos post indicamos que el fundamento de las crisis de ansiedad es la activación y que ésta se produce por el aumento del estrés.

¿En qué consiste el estrés?

 

En una serie de fenómenos psíquicos y físicos que se producen cuando los organismos se enfrentan a situaciones exigentes del ambiente (frío, calor, peligro, novedad, etc). Estos fenómenos, que son defensivos y nos sirven en un primer momento para adaptarnos a un medio cambiante puede llegar a ser contraproducentes cuando no nos sirven para adaptarnos o bien porque nos superan las exigencias o éstas son de muy larga duración.

 

La ansiedad, es una emoción que corresponde al miedo de los mamíferos pero, mientras que en los animales sólo se produce cuando el estímulo está delante, en el hombre se puede producir sin que esto sea así, pensando en el futuro e incluso en cosas abstractas, gracias a que tenemos pensamiento que nos diferencia del resto de los mamíferos. Leer más

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¿CÓMO AFECTAN EL ESTRÉS Y LA ANSIEDAD AL SUEÑO?

El estrés y la ansiedad son respuestas normales del organismo ante un peligro inminente (real) o ante la percepción de ese peligro. Permiten generar la alerta necesaria en nuestro organismo para hacer frente a esos peligros o amenazas y movilizar nuestros recursos para la supervivencia.
Sabemos que esta respuesta de activación y alerta del organismo es incompatible con el sueño. Por ello, si estas emociones se mantienen en el tiempo, acaban generando problemas psicofisiológicos como el insomnio.
De esta forma,[Tweet “el estrés y la ansiedad se convierten en uno de los principales disparadores de los problemas de insomnio transitorio.”]

Por otro lado, esta falta de sueño produce en el organismo una reacción fisiológica que ayuda a aumentar los niveles de ansiedad y estrés, generando mayores dificultades para relajarse y dormirse.

 

A nivel hormonal si estamos estresados se producen alteraciones en la segregación de sustancias como el cortisol, hormona que inhibe y suprime el sueño, así como de la prolactina o la serotonina, ambas relacionadas con la regulación de los ciclos de sueño y estados anímicos.
Por ello, como hemos comentado, el estrés y la ansiedad se convierten en desencadenantes del insomnio y a su vez en una consecuencia de este. Por ello es un elemento principal a tratar en los trastornos de sueño.
Como comentamos en el post anterior, el insomnio puede ser transitorio o crónico, según el tiempo de evolución. Las preguntas que se hacen los pacientes que acuden a consulta por este motivo suelen ser del tipo “¿qué ha sucedido para que esto sea un problema en mi vida?”, “¿por qué se ha convertido en algo crónico?”, “si yo hasta la fecha dormía bien….” .
En este sentido, sabemos que el insomnio crónico no se desarrolla de la noche a la mañana, de hecho casi siempre va precedido por un insomnio situacional, como resultado de acontecimientos vitales estresantes.
Puede evolucionar de forma gradual, de modo que cada vez nos encontremos más preocupados por el problema de sueño.
La valoración que realizamos de la dificultad inicial para dormir es un factor determinante para que el insomnio resulte un problema transitorio o un trastorno crónico.
Así, la persona que duerme mal durante varias noches, pero continúa con su rutina diaria sin preocuparse por ello, es poco probable que desarrolle insomnio crónico.

 

Por el contrario, una persona que después de algunas noches de sueño alterado empieza a preocuparse excesivamente por no poder dormir y por sus consecuencias negativas en el funcionamiento durante el día, tiene más probabilidades de entrar en un círculo vicioso de insomnio, del que le resulte complicado salir por sí mismo.
En estos casos, los pensamientos reiterativos sobre el insomnio se convierten rápido en el centro de las preocupaciones de la persona, quienes suelen atribuir la disminución del rendimiento o las alteraciones del estado de ánimo durante el día, exclusivamente a los problemas del sueño.
Es el círculo en el que la ansiedad por intentar dormir reduce la posibilidad de quedarse dormido, aumentando la aprensión, la activación física y el miedo a la cama. Después de una mala noche, la persona con insomnio crónico no sólo se preocupa por la noche pasada, sino que ya está pensando en la noche siguiente. Por tanto, el insomnio se convierte en una profecía que se cumple por sí misma.
Parece que algunas características de personalidad hacen a las personas más vulnerables a entrar en este círculo. Así, es más probable que les suceda a personas con tendencia a la ansiedad y preocupación, a personas perfeccionistas y exigentes, que necesitan tener todo bajo control, con mayor dificultad para ver el lado positivo de las cosas, y que no suelen exteriorizar sus emociones negativas ni hablar de sus problemas.

 

Ana Martín Almagro. Psicóloga del Instituto Bitácora.

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