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Crisis de Ansiedad (2)

¿Cuál es mi león?

 

En uno de los últimos post indicamos que el fundamento de las crisis de ansiedad es la activación y que ésta se produce por el aumento del estrés.

¿En qué consiste el estrés?

 

En una serie de fenómenos psíquicos y físicos que se producen cuando los organismos se enfrentan a situaciones exigentes del ambiente (frío, calor, peligro, novedad, etc). Estos fenómenos, que son defensivos y nos sirven en un primer momento para adaptarnos a un medio cambiante puede llegar a ser contraproducentes cuando no nos sirven para adaptarnos o bien porque nos superan las exigencias o éstas son de muy larga duración.

 

La ansiedad, es una emoción que corresponde al miedo de los mamíferos pero, mientras que en los animales sólo se produce cuando el estímulo está delante, en el hombre se puede producir sin que esto sea así, pensando en el futuro e incluso en cosas abstractas, gracias a que tenemos pensamiento que nos diferencia del resto de los mamíferos. Leer más

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¿CÓMO AFECTAN EL ESTRÉS Y LA ANSIEDAD AL SUEÑO?

El estrés y la ansiedad son respuestas normales del organismo ante un peligro inminente (real) o ante la percepción de ese peligro. Permiten generar la alerta necesaria en nuestro organismo para hacer frente a esos peligros o amenazas y movilizar nuestros recursos para la supervivencia.
Sabemos que esta respuesta de activación y alerta del organismo es incompatible con el sueño. Por ello, si estas emociones se mantienen en el tiempo, acaban generando problemas psicofisiológicos como el insomnio.
De esta forma,[Tweet “el estrés y la ansiedad se convierten en uno de los principales disparadores de los problemas de insomnio transitorio.”]

Por otro lado, esta falta de sueño produce en el organismo una reacción fisiológica que ayuda a aumentar los niveles de ansiedad y estrés, generando mayores dificultades para relajarse y dormirse.

 

A nivel hormonal si estamos estresados se producen alteraciones en la segregación de sustancias como el cortisol, hormona que inhibe y suprime el sueño, así como de la prolactina o la serotonina, ambas relacionadas con la regulación de los ciclos de sueño y estados anímicos.
Por ello, como hemos comentado, el estrés y la ansiedad se convierten en desencadenantes del insomnio y a su vez en una consecuencia de este. Por ello es un elemento principal a tratar en los trastornos de sueño.
Como comentamos en el post anterior, el insomnio puede ser transitorio o crónico, según el tiempo de evolución. Las preguntas que se hacen los pacientes que acuden a consulta por este motivo suelen ser del tipo “¿qué ha sucedido para que esto sea un problema en mi vida?”, “¿por qué se ha convertido en algo crónico?”, “si yo hasta la fecha dormía bien….” .
En este sentido, sabemos que el insomnio crónico no se desarrolla de la noche a la mañana, de hecho casi siempre va precedido por un insomnio situacional, como resultado de acontecimientos vitales estresantes.
Puede evolucionar de forma gradual, de modo que cada vez nos encontremos más preocupados por el problema de sueño.
La valoración que realizamos de la dificultad inicial para dormir es un factor determinante para que el insomnio resulte un problema transitorio o un trastorno crónico.
Así, la persona que duerme mal durante varias noches, pero continúa con su rutina diaria sin preocuparse por ello, es poco probable que desarrolle insomnio crónico.

 

Por el contrario, una persona que después de algunas noches de sueño alterado empieza a preocuparse excesivamente por no poder dormir y por sus consecuencias negativas en el funcionamiento durante el día, tiene más probabilidades de entrar en un círculo vicioso de insomnio, del que le resulte complicado salir por sí mismo.
En estos casos, los pensamientos reiterativos sobre el insomnio se convierten rápido en el centro de las preocupaciones de la persona, quienes suelen atribuir la disminución del rendimiento o las alteraciones del estado de ánimo durante el día, exclusivamente a los problemas del sueño.
Es el círculo en el que la ansiedad por intentar dormir reduce la posibilidad de quedarse dormido, aumentando la aprensión, la activación física y el miedo a la cama. Después de una mala noche, la persona con insomnio crónico no sólo se preocupa por la noche pasada, sino que ya está pensando en la noche siguiente. Por tanto, el insomnio se convierte en una profecía que se cumple por sí misma.
Parece que algunas características de personalidad hacen a las personas más vulnerables a entrar en este círculo. Así, es más probable que les suceda a personas con tendencia a la ansiedad y preocupación, a personas perfeccionistas y exigentes, que necesitan tener todo bajo control, con mayor dificultad para ver el lado positivo de las cosas, y que no suelen exteriorizar sus emociones negativas ni hablar de sus problemas.

 

Ana Martín Almagro. Psicóloga del Instituto Bitácora.

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¿He tenido una crisis?

En el último post hablaba del Trastorno de Ansiedad Generalizada, en los siguientes seguiremos tratando otros trastornos de ansiedad, viendo las distintas formas de presentarse y cómo podemos entenderlos y hacerles frente.

¿Qué es una crisis de ansiedad?

Es una reacción repentina de miedo o malestar que va subiendo, llegando al máximo en unos minutos (2- 25min) y tardando luego unos minutos en desaparecer, aunque puede dejar a la persona con miedo, angustia o malestar durante un buen rato.
Los hay que se producen sólo en determinadas circunstancias o situaciones y entonces parece más fácil de relacionar pero también los hay que aparecen inesperados.

Los síntomas que más frecuentemente suelen aparecer son taquicardia, ahogo, sensación de opresión en el pecho, temblores, molestias digestivas, mareo o vértigo. Sensaciones de adormecimiento u hormigueos en el cuerpo, cara ó extremidades, sudoración y escalofríos, calor…Menos frecuentes son la sensación de atragantamiento, la sensación de irrealidad o de extrañeza; generalmente, todos estos síntomas producen un miedo intenso a morir de un ataque cardíaco, volverse loco, perder el control, a hacer algo ridículo, a desmayarse ó atragantarse, etc.

¿Cómo se producen? Suele darse una secuencia…

Primero un aumento de la activación por el estrés (tensión emocional, conflictos, ira que no se puede mostrar, sensación de ser superado por las circunstancias…etc.).Sólo notamos una vaga sensación de malestar, pero de forma continua.
Luego ocurre algo que aumenta esta activación, a veces tan pequeño como la gota que colma el vaso, que podemos no damos cuenta, y aparecen sensaciones (los síntomas de la crisis).

La interpretación de esas sensaciones, como no las conocemos y son muy molestas, la interpretamos como peligrosa y/o graves y recurrimos normalmente a urgencias ó al médico, que nos prescribe algo que nos calma momentáneamente.

Por último se produce la consolidación. Como casi nunca nos explican muy bien lo que es y no desaparece la activación o incluso empeora por las crisis, el proceso sigue, cada vez es más fuerte y cada vez las interpretaciones son más molestas y de mayor peligro, a veces, ya se desliga del estresor primero y cada vez es más difícil darle un sentido a lo que nos pasa. Al final le tenemos miedo a las sensaciones o, lo que es lo mismo, miedo al miedo y las mismas sensaciones son los desencadenantes (palpitaciones, ahogo…).

¿Por qué a mí?

Las crisis de angustia se dan en casi todas las personas alguna vez en la vida y, para la mayoría, no pasa de ser un mal rato que se interpreta como estrés (hablaremos en un siguiente post de este concepto más detenidamente). Entonces, ¿por qué me pasa a mí todo esto?
Hay multitud de posibles explicaciones tanto biológicas como psicológicas y desde distintas teorías, no obstante, para lo que aquí nos ocupa vamos a mencionar algunas y, por supuesto, habría que estudiar la variabilidad individual de cada caso.

Puede existir fuerte nivel de estrés que a veces no percibimos o que, si lo hacemos, no logramos controlar. Puede estar en relación con conductas de apego y pérdidas (cambios de domicilio, independizarse, fallecimiento de un ser querido, separaciones de pareja o amigos y familiares…). A veces por sentimientos que no se aceptan como la ira ó el resentimiento.

También hay que tener en cuenta una predisposición familiar a ser ansioso, en general de tipo fisiológico, aunque también cultural y educativa, que hacen más fuertes las sensaciones normales de preocupación (“la enfermedad no se hereda, se hereda el nerviosismo”).

Y un factor fundamental del trastorno es cómo nos contamos a nosotros mismos lo que nos pasa. Las personas ansiosas suelen pensar de una manera catastrofista y, a veces, hay situaciones o informaciones que aumentan esta forma de pensar (conocidos con determinadas enfermedades, algún problema real que se ha vivido como una catástrofe, una muerte súbita o inesperada en la familia, un accidente, lo que vemos en TV o leemos, etc…).

Dra. Mª Carmen López Alanís

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