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PorInstituto Bitácora

Adicción al sexo

Las conductas compulsivas, son cada vez más habituales en nuestra sociedad. Hoy hablaremos sobre una de ellas, la adicción al sexo.

A través de la publicidad, los diferentes medios de comunicación, internet… estamos rodeados de estímulos relacionados con contenido sexual, y en muchos casos se vincula el sexo con el éxito, la aceptación, el poder.

Decía Gabriel García Márquez que “El secreto de la felicidad es hacer aquello con lo que uno disfruta”. Si con el sexo se disfruta, las personas con este tipo de conducta deberían ser muy felices. Esta idea es así para muchos, tanto que la adicción al sexo les parece algo envidiable y divertido, e incluso se hacen chistes acerca de ello…

 

“ ¿Yo adicto al sexo?… tetas equivocando y puedo repetirlo 69 veces, ni que semen notara, si que eres sexagerado …”

 

… sin embargo, las personas que sufren este tipo de problemas tienen un instante de goce y una intensa sensación de malestar, que resulta tan dañina para uno mismo y para su entorno (pareja, familia, trabajo, red social…) como la adicción a las drogas.

La adicción al sexo o hipersexualidad, es un problema que ha crecido muy significativamente en los últimos años. Según Carlos Chiclana, especialista en Psiquiatría y autor de “Atrapados en el sexo”, entre el 3 y el 5% de la población padece hipersexualidad, otros estudios aumenta el porcentaje hasta el 8%, coincidiendo todos en que es más frecuente en los hombres, con una proporción de tres por cada mujer y suele comenzar en la juventud.

La llegada de internet a nuestras vidas es uno de los principales factores que tienen que ver con dicho incremento. Internet es una gran ventana al mundo que nos da infinitas posibilidades en todo y para todo, y que además es accesible, asequible, permite el anonimato e inmediatez, características que hacen de internet un caldo de cultivo excelente para que se desarrollen y potencien este tipo de problemas.

Existen muchas posibilidades, multitud de webs de contenido sexual, así como fáciles vías para buscar y mantener relaciones sexuales con otras personas. Y lo podemos hacer desde casa, desde el trabajo, desde casi cualquier parte, a cualquier hora y sin que nadie se entere… y lo podemos hacer YA (impulsividad) y además una y otra vez (compulsividad).

Para una persona que tiene este tipo de problemas, recurrir a actividades sexuales, como masturbarse de manera compulsiva, consumo de pornografía, prostitución, líneas telefónicas eróticas, relaciones con múltiples parejas, encuentros sexuales con personas desconocidas… es una respuesta a estados de ánimos desagradables y que por tanto, nada tiene que ver con una vida sexual placentera, libre y sana.

La mayoría de las personas afectadas por este problema son conscientes de ello, pero no saben cómo afrontarlo. En muchos casos siente culpa y vergüenza que los incapacita para compartirlo y pedir ayuda.

Dejado a su libre evolución, todo se va complicando, el deseo sexual lo va controlando todo, porque pasa a estar muy presente, llegando a ser una prioridad por encima de ellos mismos, de sus relaciones con seres queridos, de sus responsabilidades, y acaba incapacitando a la persona para afrontar el día a día.

Cuando el deseo se convierte en irrefrenable, la persona no es capaz de hacer otra cosa que no sea satisfacerlo, y no es capaz de valorar los riesgos y consecuencias negativas, y tras consumarlo, aparece un malestar intenso de componente ansioso depresivo.

El tratamiento de la adicción al sexo o hipersexualidad es similar al de otras adicciones. En Instituto Bitácora, atendemos estos problemas de forma individualizada, multidisciplinar e integral, combinando diferentes estrategias, cuyo objetivo es que la persona logre una sexualidad que resulte satisfactoria, que no genere malestar.

El apoyo farmacológico, la psicoterapia individual, la psicoterapia de grupo y la atención a la familia, resultan eficaces y eficientes para hacer frente al problema desde la raíz y evitar así futuras recaídas.

 

Algunos síntomas de adicción al sexo:

-Actividad sexual (masturbación, pornografía, sexo con otras personas) muy frecuente, desproporcionada o desadaptada. Los pensamientos de contenido sexual, ocupan mucho espacio.

-Fracasos en los intentos de reducir o no llevar a cabo la conducta sexual.

-La conducta se oculta, lo que conlleva mentiras y mantener una doble vida.

– Cada vez ocupa más tiempo, cada vez la sensación de bienestar es menor, y de manera inversamente proporcional el malestar mayor.

-Se van dejando responsabilidades familiares, laborales o académicas…

-Las relaciones interpersonales y el ocio se van deteriorando. La persona se va aislando.

-Hay un alto nivel de sufrimiento, ya que la persona continua con la conducta a pesar de las consecuencias negativas.

-La persona experimenta desajuste físico y emocional en forma de ansiedad, inquietud, mareos, dolor de cabeza, insomnio, bruscos cambios de humor, irritabilidad, depresión… cuando no lleva a cabo la conducta.

Asunción Lago Cabana

 

PorInstituto Bitácora

¿QUÉ ES ANTES, EL HUEVO O LA GALLINA?

 

Cuando las personas se inician en el consumo de alcohol y/o drogas, lo normal es que se encuentren contentos y satisfechos, con los efectos de la misma.

Y aunque esta afirmación pueda resultar chocante, la verdad es que tanto el alcohol como las drogas o conductas potencialmente adictivas, al principio, producen un estado incomparable de entusiasmo y euforia, o bien proporcionan una especie de respiro artificial ante las obligaciones, presiones, aburrimiento, insatisfacción, sensación de vacío u otro tipo de dolor emocional que se pueda estar sintiendo.

Pero esto, volvemos a insistir, solo se produce muy al principio, ya que más pronto que tarde, como consecuencia de la repetición de la conducta de consumo, si o si, van a parecer una serie de problemas que como mínimo incluyen: Leer más

PorInstituto Bitácora

DE LA HOJA DE LA COCA A LA COCAÍNA

En la actualidad, es por todos sabido que la cocaína es una droga con un alto potencial de peligrosidad, pero no siempre ha sido así.

La cocaína no es una droga nueva, existe desde hace más de un siglo, y las hojas de la planta de donde se obtiene, la coca (en quechua, lengua originaria de los Andes, kuka) ha sido y es usada por la población andina desde hace miles de años hasta la actualidad.

Hojas de coca y cocaína son historias completamente diferentes. La aparición de la cocaína como droga es un fenómeno totalmente distinto y mucho más reciente.

En algunas investigaciones se afirma, que hace la friolera de tres milenios antes del nacimiento de Cristo, los antiguos incas en los Andes ya consumían hojas de coca. El uso tradicional de las hojas de coca se limita a rituales religiosos, y uso medicinal. Uno de los usos más conocidos es el de hacer frente al mal de altura, que es la respuesta fisiológica del cuerpo ante la disminución de la presión atmosférica y oxígeno de las montañas.

Los exploradores europeos de América del Sur de principios del siglo XIX, quisieron descubrir las propiedades de esta planta, que proporcionaba inmunidad ante el cansancio, el hambre y la sed, a los indígenas, y así, llevaron a sus países de origen las hojas de coca.

Fue Albert Niemann, farmacéutico y químico alemán, quien en 1859, extrajo la sustancia activa de la hoja de la coca y la llamó clorhidrato de cocaína, o cocaína. La cocaína rápidamente se hizo popular, por sus aparentemente infinitas aplicaciones en el ámbito farmacéutico y médico.

Se usó como anestésico e incluso, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, fue uno de los más grandes defensores del uso clínico de este fármaco para diferentes trastornos, entre otros la adición a la morfina, y la recetó a pacientes y amigos, e incluso él mismo usó la cocaína.

Se vendía libremente, en comercios y farmacias, y su uso se extendió a otros menesteres. Ejemplo de ello es el de el químico Angelo Mariani, que elaboró un vino tonificante, con base de vino de burdeos y que contenía cocaína y que gozó de gran popularidad a finales del XIX.

Algunos investigadores refieren que personajes relevantes de la época, como la reina Victoria De Inglaterra y su heredero; Alejandro II, el zar de Rusia; Willian Mckinley, vigésimo quinto presidente de Los Estados Unidos; la actriz francesa Sarah Bernhardt, considerada por algunos como la mejor actriz de todos los tiempos; Thomas Edison el gran inventor; el escritor de novelas de aventuras Julio Verne; también escritor, figura del naturalismo literario y personaje muy comprometido con la realidad social que le tocó vivir, Emile Zola; el papa León XIII…y hasta personajes de ficción como el inteligente y hábil Sherlock Holmes eran aficionados a este brebaje.

También elaboró pastillas, elixires e infusiones, con los que cosechó una gran fortuna, hasta que todo ello fue prohibido a principios del siglo XX cuando no quedaban dudas acerca del efecto nocivo de la cocaína. Pero ya desde los principios del descubrimiento de la cocaína, hubo voces que advertían de su peligrosidad, así, en 1880, el médico W. H. Bentley decía: “Yo sé por qué algunos médicos dicen que la cocaína no produce hábito.Es que no basta ni con una ni con dos dosis. Hay que continuar hasta que la droga empieza a gustar, hasta que se espera con ansia el momento de tomarla, hasta que no se puede esperar la llegada de ese momento. Y cuando llega ese instante, la cocaína domina con más fuerza que la morfina. He venido a decirles lo que es ese hábito. Y ante Dios, señores, yo les digo que lo sé. Lo sé porque soy cocainómano y no puedo dominarme.”

Así, que en poco más de unas décadas, ya se conocían los efectos nocivos y el potente efecto adictivo de la cocaína, frente a la tradición milenaria de la hoja de la coca. Y es que, como decíamos más arriba, hoja de coca y cocaína son cuestiones distintas.

La absorción de la hoja de la coca en su forma tradicional es lenta y no causa los mismos efectos psicoactivos y eufóricos asociados con el uso de la droga en su preparación química de laboratorio. La adicción, formación de hábito, daño corporal y neurológico, u otros efectos nocivos del consumo de la hoja de la coca en su forma natural, no se han documentado ni demostrado científicamente.

En fin, que lo que empezó como una tradición religiosa en los Andes, el hombre moderno lo trajo a Europa y lo que en un principio parecía un gran descubrimiento para la medicina, se ha convertido en una droga peligrosa que llega a todos los rincones del mundo.

La página web de Instituto Bitácora, recoge una breve descripción de lo que a día de hoy todos conocemos acerca de la cocaína: La cocaína es un potente estimulante del sistema nervioso central. Tiene una enorme capacidad adictiva. Por lo que resulta sencillo y rápido pasar de consumos ocasionales a habituales, de un consumo recreativo a una adicción. Los efectos de su consumo a corto plazo pueden resultar muy atractivos, pero su consumo habitual provoca importantes complicaciones orgánicas, psicológicas y sociales.

Entre las orgánicas, principalmente alteraciones cardiovasculares y neurológicas, además de problemas respiratorios, falta de apetito y pérdida de peso, problemas renales, alteraciones menstruales, infertilidad e impotencia… y serias complicaciones psicológicas como fuerte dependencia psicológica, trastornos cognitivos (atención, concentración), trastornos del sueño y trastornos psíquicos severos como ideas paranoides, depresión, ansiedad, ideas suicidas…

Una complicación añadida al consumo de cocaína es, que esta droga tiene un elevado nivel de asociación tanto con otras drogas como el alcohol, como con conductas potencialmente adictivas, como el sexo o el juego.

 

Asunción Lago Cabana

PorInstituto Bitácora

Sustancias psicoactivas de uso médico

El consumo de sustancias psicoactivas, legales e indicadas por profesionales de la medicina se puede convertir en una enfermedad.

Por psicoactiva, entendemos cualquier sustancia, de origen natural o químico, que introducida en el organismo por cualquier vía (oral, nasal, intramuscular, intravenosa…) ejerce un efecto directo sobre el Sistema Nervioso Central, ocasionando cambios específicos en sus funciones.
Estas sustancias son capaces de inhibir el dolor, modificar el estado de animo, alterar las percepciones y además tienen la capacidad de generar dependencia física y psicológica.

Además de las drogas legales, como el alcohol y la nicotina, o ilegales como el cannabis, la cocaína, la heroína o el MDA, existen sustancias psicoactivas de uso medico, como las benzodiacepinas, los barbitúricos, hipnóticos u opiáceos que si no son usados de forma rigurosa, tal como están prescritas, pueden dejar de cumplir su función terapéutica, y convertirse su mal uso en otra enfermedad, en una adicción.

Hoy hablaremos en concreto de los opiáceos de uso médico.

Los opiáceos son potentes analgésicos y anestésicos prescritos a pacientes que sufren de dolores agudos o insoportables relacionados con procesos quirúrgicos, y para aquellos que sufren dolor persistente o crónico intenso. Ejemplos de opiáceos de uso medico son Codeína, Tramadol, Dolantina, Fentanilo, Morfina, y Metadona.

A través del testimonio de uno de nuestros pacientes de Instituto Bitácora, profundizaremos en uno de ellos, el Fentanilo.

El Fentanilo es un opiáceo especialmente potente en cuanto a su función terapéutica, pero también especialmente potente en cuanto a su capacidad de desarrollar dependencia tanto física como psicológica. De hecho, algunos autores refieren que este fármaco es cien veces más potente que la morfina, y la Organización Mundial De La Salud (2008) lo compara con la heroína, concluyendo que es ochenta veces más potente.

Un alto porcentaje de pacientes se queda atrapado con este fármaco. Se convierten en adictos cuando no siguen de manera escrupulosa las indicaciones médicas. Dándose además la paradoja, que como se está tomando legítimamente, es decir, nos lo ha mandado la “autoridad” y se compra en farmacias, es doblemente difícil de detectar por el propio paciente, precisando ayuda especializada en el tratamiento de las adicciones, para poder salir del círculo negativo en el que el paciente se queda atrapado, donde además de perder la libertar sobre el uso de la sustancia, el fármaco pierde también la función terapéutica para la que ha sido asignado.
El dolor no solo no cesa sino que además aparece tolerancia, síndrome de abstinencias, dependencia física y psicológica y una serie de efectos secundarios relacionados con el uso abusivo de esta sustancias, como son vómitos, respiración lenta, náuseas, mareos, dolores de cabeza, sudoración, somnolencia…

Ejemplo de ello es la historia de uno de nuestros pacientes:

Les voy a hablar del Fentanilo, una medicina, un potente analgésico y anestésico.

Les hablo desde la cautividad donde viví desde el día que cambié mi dolor por la placidez del no sentir mi espalda dolorida. Ese día perdí mi Libertad y otras muchas cosas.
Un trágico accidente de tráfico, una espalda gravemente dañada, y como consecuencia, el dolor, el dolor en mayúscula, el dolor invalidante que no crea otra cosa que impotencia y lágrimas.

Satisfecho el neurocirujano de haber salvado mi vida y conservado mi movilidad, no se lo pensó dos veces y en un intento de mejorar mi calidad de vida, me indicó que tomara Actiq 200 microgramos cuando llegara el dolor. Me dio la receta y no explicó más.

Cuando tuve el medicamento en mis manos, no vi nada más que la forma de tomarlo. No vi la palabra Fentanilo, no leí el prospecto, solo me tumbé en la cama y comencé a consumirlo.

El Actiq Fentanilo se presenta en forma de pequeño chupachus y se va absorbiendo a través de la mucosa bucal. Comencé a sentir un ligero sopor al tiempo que el dolor cedía, llegando a un estado de placidez que era desconocido para mí. Era como un bebe dormitando dulcemente con su chupete.

Ese fue el momento en que perdí la Libertad, porque sin casi darme cuenta estaba decidiendo que quería estar siempre así.

Pasaron los días, me fui acostumbrando a tomar el fentanilo a diario y cada vez en mayor cantidad, hasta que llegó un día en que prácticamente vivía con el medicamento, ya droga, en la boca.

Había caído en la trampa de la tolerancia y cada día necesitaba más cantidad para quitarme el mismo dolor.

Me di cuenta de que ya lo usaba por otros motivos que no eran solo el dolor. Lo usaba para relajarme, para dormir, para como se dice vulgarmente, estar “colgada”.

Obviamente todo esto fue provocando cambios en mi comportamiento, hacía y decía cosas que molestaban e incluso herían a mis seres mas cercanos.
Ya no tenía lucidez para pensar objetivamente, perdí agudeza al razonar, estaba lenta física y mentalmente, y no lo veía.
Creía que hacía las cosas bien y que los demás estaban equivocados, que no me comprendían.

Unos se acercaron mas a mi considerando que era una adicción, como una enfermedad, otros se fueron y un día vi que me había quedado sola con el fentanilo, en una jaula sin rejas donde yo misma había entrado equivocadamente.

Buscando vivir terminé solo sobreviviendo.

Por fin decidí terminar con esa vida y pedí ayuda. Entré en un centro para desintoxicación de drogadictos y en ocho días estaba químicamente desintoxicada.
Mi paso por allí no fue plato de gusto. La convivencia con heroinómanos, alcohólicos y otros adictos fue dura, pero había que hacerlo, era eso o la jaula.

Aun quedaba lo peor, la deshabituación. Mi cuerpo estaba libre de Fentanilo, pero no mi mente. Duró cuarenta días, cuarenta días con insomnio, alterada, nerviosa y muy deprimida.

Pasado ese tiempo comencé a normalizarme. Ya podía dormir algunas horas, comía mejor y recuperé mi tono de voz. Durante más de seis años había sido una sombra. Ahora era libre de nuevo, pude ver luces para replantear mi vida. Era como construir una casa. Había que empezar por unos cimientos fuertes e ir paso a paso.

Necesité ayuda psicológica, estaba demasiado rota.

Ahora manejo el dolor de otra manera, he aprendido a vivir con el, y cuando aprieta tomo algo inocuo y me tumbo boca arriba. Me relajo y el dolor se va.

He hecho daño, he desperdiciado años de mi vida, pero gracias a Dios ahora camino por el sendero adecuado.

No tengo más que palabras de agradecimiento para las pocas personas que se quedaron a mi lado. Sin ellas no habría podido llegar a donde estoy ahora.

Y he aprendido que los medicamentos se convierten en droga si son mal usados. Cada pastilla es un arma de doble filo y que lo rápido, cómodo y fácil te anula antes de que te de tiempo a pensarlo.

Asunción Lago Cabana. Psicóloga de Instituto Bitácora.

PorInstituto Bitácora

POR UN DÍA NO PASA NADA

Ahora que ya están los turrones en las tiendas, los bombones, los perfumes, los adornos y luces, las calles y centros comerciales abarrotados, los juguetes en la cabeza de pequeños y mayores, las campañas para que nos acordemos de los que no tienen, las campañas para que seamos prudentes con lo que bebemos, con lo que comemos, con lo que corremos por la carretera, el recuentro con la familia… Ahora que la maquinaria de La Navidad se ha puesto en marcha, y con ella para algunos la celebración y la alegría y para otros la tristeza y la nostalgia, el consumo de alcohol y/o drogas se nos pone bien fácil.   Leer más

PorInstituto Bitácora

Cannabis y sus efectos

Hay muchas personas que consideran que el cannabis, la droga ilegal más consumida en todo el mundo, es una sustancia inocua, que no supone un riesgo para la salud. E incluso hay personas que tienen una visión positiva de su uso, a pesar de las muchas evidencias acerca de los efectos negativos del cannabis.

Existen muchos tópicos y mitos, mucha información distorsionada acerca del uso recreativo del cannabis,  que promueven una cultura favorable hacia su consumo y que responden a diferentes intereses,  y por ello, el debate sobre su consumo, está muy presente.

Nuestro objetivo es compartir algunas de las situaciones relacionadas con esta droga, que nos encontramos día a día en la consulta. Y por la que habría que empezar es precisamente esta cuestión, la resistencia a entender y a aceptar, que para algunas personas el consumo de cannabis se ha convertido en un problema serio, en una adicción.

 Con información de fuentes serias, parece una realidad innegable, que el uso continuado de cannabis provoca problemas físicos, psicológicos, sociofamiliares, y escolar-laboral. A poco que profundicemos n os encontramos con que la marihuana o el hachís producen:

-Problemas respiratorios y cardiovasculares, así como procesos cancerosos similares al del tabaco.

-Alteraciones en el aprendizaje y memoria, que afectan al desarrollo intelectual y por tanto al rendimiento escolar y/o laboral.

-Alteraciones psicológicas, o el llamado síndrome amotivacional, que se caracteriza por la aparición de apatía, empobrecimiento afectivo, abandono y desinterés, que tiene mucho que ver con el término “pasota” y que dificulta los procesos de maduración afectiva.

-Reducción del sistema inmunitario y alteración de la reproducción celular, que supone mermar la capacidad del organismo ante las infecciones.

-Afecta negativamente al funcionamiento hormonal sexual, tanto en hombres como en mujeres, en el caso del hombre reducción del número y movilidad de los espermatozoides, ciclos menstruales sin ovulación en el de la mujer.

-En personas con predisposición favorece la aparición de trastornos psicóticos graves.

-Y puede acabar en el desarrollo de una adicción.

El consumo esporádico también puede suponer un riesgo. Además del hambre que entra, de la risa floja y tonta, de lo lento que pasa el tiempo, de las distorsiones en la percepción sensorial que parece todo más bonito más intenso, de lo rojo que se te ponen los ojos… tras esa excitación inicial, con aumento del ritmo cardíaco y presión arterial,  viene la sensación de relajación, con descoordinación intelectual y somnolencia, por lo que resulta muy complicado  entonces, llevar a cabo procesos mentales en los que intervenga la memoria o la concentración. Y  lo de montarnos en el coche bajos los efectos del cannabis cuando los tiempos de reacción son mayores porque la capacidad de atención y alerta está mermada, supone un riesgo tanto para nosotros como para los demás…

Pero a pesar de ello, de las consecuencias tanto del consumo continuado como del consumo esporádico, cuando tenemos ante nosotros un caso de una persona con problemas por el consumo de cannabis, ya sea el consumo el problema en sí mismo, es decir una adicción, o el consumo de cannabis esté afectando de manera negativa a otro problema, nos encontramos con un alto nivel de resistencia por parte de los pacientes para entender y aceptar dicha situación. La persona niega o minimiza que el consumo de marihuana o hachís sea un problema, porque ese es el mensaje que les llega, que fumar porros tiene efectos menos negativos que el alcohol o el tabaco, que es  un producto natural, de hecho cada vez hay más gente que lo cultiva en casa, que el hachís o la marihuana no produce adicción, que su consumo se puede controlar porque mucha gente fuma porros a lo largo de su vida y no pasa nada, que tienen efectos terapeúticos…

El primer paso pues, sería aceptar la negativa del paciente como algo normal, que forma parte de la sintomatología de este tipo de trastornos, y trabajar sobre la motivación, para aumentar la conciencia de problema y la posibilidad de cambio.

Asunción Lago Cabana. Psicóloga Instituto Bitácora.

 

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Día Mundial Sin Alcohol

Domingo 15 de noviembre se celebra el Día Mundial Sin Alcohol.

Desde hace más de una década tengo el privilegio de acompañar a personas que tienen problemas con el alcohol, pacientes y familiares, en un  proceso de cambio que a veces resulta fácil y gratificante, y otras resulta difícil y más gratificante aun. Después de este tiempo, me sigue emocionando comprobar cómo gracias a haber pasado por una experiencia tan dolorosa como es la adicción al alcohol, todos aprendemos a querer más, a vivir más, y digo “todos” porque gracias a todos ellos he aprendido, aprendo y seguiré aprendiendo a ser mejor persona.

Para algunos de ellos un día sin alcohol es…

“Papá se compraba una botella de las grandes de cerveza y cuando se la terminaba empezaba con otra nueva…

 La vida sin alcohol no sé que supone. Sólo sé que antes mi padre estaba siempre con una cerveza, luego con una coca-cola y ahora con agua. ¡Me encanta mi padre de ahora, el del agua! Con él me río, voy en bici, salgo a correr… “

Un niño con casi 10 años

¿Qué supone la vida sin alcohol?

Principalmente y lo que más valoro a día de hoy es la SERENIDAD en la que me encuentro, esa capacidad de soltar y dejar atrás viejos sueños o reproches, de no guardar rencor. De disfrutar de una gran calma interior.

La vida sin alcohol me ha regalado un PRESENTE, permitiéndome estar abierta a lo nuevo. Me ha regalado SEGURIDAD y CONFIANZA en mí misma y en mi pareja, he conseguido RESPETAR y AMAR quiénes somos y cómo somos, amando la manera en que somos diferentes.

La vida sin alcohol supone DELEGAR, COMPARTIR, RESCATAR HOBBIES, TIEMPO LIBRE… en definitiva, VOLVER A CREER EN TUS SUEÑOS Y SEGUIR SOÑANDO.

El NO al alcohol me ha regalado la ALEGRÍA y me ha permitido VIVIR SIN MIEDO. Me siento AGRADECIDA y VIVO CON MUCHO GUSTO valorando las cosas nuevas que me aporta un nuevo día.

GRACIAS  A  LOS QUE ME RODEAN Y ME HAN RODEADO.”

La mamá del niño de casi 10 años

 

“La vida sin alcohol es redescubrir cosas maravillosas que habías olvidado”.

Dos años y medio luchando para estar sobria.

“Nunca, nunca puedo olvidar que dejar la adicción depende solo de mí… un día sin alcohol, una vida sin alcohol supone poder mirar en mi interior, recuperar mi dignidad, mi estima y mi respeto”

 

Un hombre desde la senectud.

“El vivir sin alcohol, me permite ser consciente”

En la serena soledad

“Con alcohol todo es peor”

Desde el cielo

PorInstituto Bitácora

¿Cómo se recupera uno de los excesos de alcohol?

Se acabaron por fin las fechas de obligatorio exceso, excesos en muchos aspectos, en tener que querernos muchos, en tener que ser muy buenas personas, en tener un balance positivo del año y propuestas aun mejores para el siguiente… y excesos también en lo que gastamos, en lo que comemos, en lo que bebemos.

En las fechas que acabamos de pasar, se produce un aumento muy considerable del consumo de alcohol. Y no me extraña, si está por todas partes. En los anuncios de la televisión, que en estos días, como las colonias y los bombones, están a todas horas. En la panadería, en la peluquería, en el gimnasio, donde en un lugar bien visible hay una botella de anís y vasitos de plástico, lo de poner algún mantecado o polvorón para acompañar es opcional.  Leer más

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