LA PAREJA, ESA RELACIÓN CONTRA NATURA

PorInstituto Bitácora

LA PAREJA, ESA RELACIÓN CONTRA NATURA

Debo confesar que como terapeuta uno de los campos que más me atraen de mi trabajo es el de la sexualidad y pareja. Es difícil encontrar un aspecto en el que mejor se plasme la diversidad y complejidad de los seres humanos que éste y supone siempre un reto intentar ayudar en este terreno, con la particularidad de que es preciso ajustarse al sistema de valores de terceras personas y no al tuyo propio.

Para variar, muchos manuales de terapia de pareja empiezan sin definir cuándo dos personas lo son. Si han leído mis entradas anteriores alguno pensará que soy un obseso de la conceptualización, de las definiciones, y quizás tenga razón, pero no podrán negarme que al oir la palabra “pareja” se puede pensar en una partida de póker, en un matrimonio, o en dos Guardias Civiles. El término es tan amplio que sirve para referirse tanto a un grupo de dos personas, como a cada uno de sus miembros. Puede que dos personas que mantienen relaciones sexuales de forma regular y se tienen afecto no se consideren pareja y otros separados por un océano sin contacto con el otro sí lo sean. En definitiva, lo principal para que dos personas sean pareja es que ambos acepten que ése es el vínculo entre ambos.

No suena muy romántico por ahora… y lo será menos dentro de un rato.

En el reino animal la monogamia es anecdótica. Se cifra en un 3-5% de los mamíferos y en algunas aves. El ser humano, con grandes diferencias culturales, es cierto, es el animal en el que esta práctica está más extendida. Hay explicaciones para todos los gustos, biológicas, socioculturales, religiosas y económicas, muchas de ellas contrapuestas.

¿Alguno de ustedes se ha preguntado alguna vez porqué existen dos sexos? En las formas más simples de vida sólo hay uno, el femenino, pero alguna ventaja biológica tendrá el que apareciera el masculino, dado que la diferenciación sexual ha prosperado hasta imponerse tanto en animales como en plantas. ¿Qué aporta el segundo sexo? Diversidad genética y por ende, mayor y mejor capacidad de adaptación al medio. En los animales, la tendencia natural del macho es fecundar al mayor número de hembras posible, aportando diversidad y la de la hembra, seleccionar los machos con cualidades concretas que mejoren la calidad de la descendencia. Con ello, la probabilidad de supervivencia de su progenie y en segunda instancia de la especie será mayor.

Biológica y evolutivamente hablando, el emparejamiento prolongado de los humanos es un sinsentido. Restringe la ley de oro de la evolución que consiste en incrementar en lo posible las probabilidades de que aparezcan nuevas mutaciones que permitan mejorar la especie. No obstante, aporta mucho en otros aspectos. Digamos que cambia la adaptación al medio mediante la mutación genética por la adaptación mediante la colaboración entre indivíduos.

La especie humana es diferente al resto en muchas facetas (y muy similar en muchas otras). Somos inteligentes, tenemos sentimientos complejos, estamos socialmente organizados, nos cuesta más concebir crías y parimos cachorros prematuros. Sí, prematuros. Comparen lo que tarda en andar un potro y un niño, o lo que tarda en encontrar la ubre un lechón y un bebé. La inteligencia implica un cerebro grande, que va metido en un cráneo grande, y me temo que las mujeres prefieren parir un niño de nueve meses y no uno de año y medio.

Esa relativa dificultad para concebir (comparado con otros mamíferos) precisa de una convivencia continuada y de un estado mental proclive a la exclusividad en la relación macho/hembra. Es algo que hemos acabado llamando enamoramiento. Eso, unido a la altísima vulnerabilidad de las crías humanas que necesitan atención constante de la madre (por favor no hagan lecturas de género, piensen en gente en cavernas, no en ciudades) desembocó probablemente en que las parejas macho/hembra que convivían tenían más y mejor descendencia (por favor ho hagan lecturas de homo/heterosexualidad, piensen en gente en cavernas, no en ciudades). Con el tiempo, permitió además la aparición del concepto de Familia, un gran avance económico, que posibilitaba la transmisión de unos bienes a otros de nuestra misma sangre, que prosperaban y se expandían más y mejor que los que no se organizaban de la misma manera.

Pero volvamos a la pareja, que de familia ya hay expertas en el blog.

El emparejamiento emocional es algo relativamente moderno. La pareja empezó como recurso para sobrevivir, posteriormente para prosperar (cuéntenselo a las monarquías antiguas o a ciertas sociedades modernas) y es en el mundo occidental y hace poco cuando a la pareja, además, se le considera uno de los pilares de la estabilidad psicológica (vale… de la Felicidad, esa que nunca llega).

La sociedad actual, llena de mitos y reclamos publicitarios, vuelve a jugar sucio con la gente en temas de pareja. Se vende la imagen idealizada de una pareja perfecta, que será fuente de plenitud emocional. Las expectativas actuales ante la convivencia en pareja no han tenido igual desde mi punto de vista en toda la historia. No solo se espera una convivencia agradable, sino que se exige pasión inagotable, enamoramiento eterno y compenetración automática, sin tener en cuenta la realidad del día a día, las dificultades que a lo largo de la vida aparecen sí o sí y sobre todo la adaptación constante a la que la vida en pareja obliga. El peor enemigo de la pareja son el “Príncipe Azul”, la “Mujer de mi Vida” y “Mi Media Naranja”.

No existe alguien en algún sitio, predestinado a encajar y complementarnos al 100% de forma natural. ¿En serio alguien se lo cree? ¿Hay alguien preparado “de fábrica” para ser compatible con nosotros y seguir siéndolo cada día durante toda la vida?

La pareja monógama es algo antinatural. Tan antinatural como tocar el violín maravillosamente. Tan antinatural como construir una presa y desviar el curso de un río. Tan antinatural como pintar la Capilla Sixtina. La relación de pareja se trabaja, se construye día a día y a veces, se dinamita un par de veces para reconstruirla (o te la dinamita un poco cada hijo que te nace, o cada problema que surge). O se es consciente del esfuerzo, voluntario y constante que implica o la decepción está servida.

Les dejo unos consejos para hacer feliz a hombres y mujeres y el que tenga pareja, que vaya y le dé un beso.

 

 

 

Sebastián Sanz Cortés. Psiquiatra.

Sobre el autor

Instituto Bitácora administrator

Somos un equipo multidisciplinar, encabezado por el Dr Reina, dedicado al tratamiento del alcoholismo y otras adicciones, así como a la atención de la familia y a las patologías mentales, desde un modelo bio-psico-social que permite hacer una lectura antropológica de la persona que presenta el problema en su contexto y dentro de unos principios Bioéticos.

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