La ira es una emoción que forma parte de la naturaleza del ser humano y que como tal es positiva y necesaria para la supervivencia. De hecho, puede ayudarnos a salir victoriosos de situaciones en donde alguien se ve obligado a defenderse. Es decir, la ira puede ser un instrumento vital en manos de una persona, siempre que la sepa controlar y valerse de ella cuando la necesite.
Sin embargo, cuando la ira domina o desborda a la persona, cuando se dirige de forma desmedida hacia otros seres humanos, produciendo consecuencias muy negativas para el bienestar de los demás y de uno mismo, e incluso cuando aparece en situaciones innecesarias, se trata ya de una ira desadaptativa o problemática. En los momentos de ira, es como si nuestro cerebro emocional secuestrara el control del cerebro racional, siendo durante un tiempo el sujeto incapaz de tomar decisiones adecuadas.
Además, es una emoción que está muy determinada por los pensamientos negativos que surgen antes y por las creencias de cada persona, mucho más que por las hormonas o la herencia genética.
Así, pues, cometer errores, no alcanzar unos objetivos determinados, y vivir una situación injusta o embarazosa, pueden ser circunstancias que ayuden a disparar los sentimientos de frustración y rabia. En estos casos, nuestro organismo produce excesiva noradrenalina, que es un “asesino” en potencia. Cuando una persona se enfada y tiene ganas de discutir, hace más daño a quien menos se imagina: a ella misma.
Físicamente la ira puede producir hipertensión, úlceras, urticaria, palpitaciones cardíacas, insomnio, cansancio e incluso enfermedades cardíacas, y psicológicamente, es capaz de acabar con las relaciones afectivas, interfiere con la comunicación, conduce a la culpabilidad y la depresión y en general interfiere con tu vida.
Estos sentimientos de rabia oscilan desde una simple irritación temporal hasta explosiones fuertes de ira, pudiéndose a veces no manifestarse a través de la conducta, que es lo que llamamos ira interna, cuando decimos que “la procesión va por dentro”, o bien mostrando públicamente su irritación, la ira externa.
En próximos post nos centraremos en los pensamientos negativos que en gran parte determinan la ira, así como en las técnicas para canalizar nuestra ira.
El primer paso para afrontar el estrés de manera eficaz es comprenderlo, identificar cómo funciona y reconocer las fuentes de estrés que cada uno tiene. El segundo paso es adquirir las habilidades para combatirlo.
Conviene recordar que una parte importante de las situaciones de estrés son autogeneradas, es decir, nos las creamos nosotros mismos. En unos casos porque interpretamos como amenazantes situaciones que pueden no serlo (por ejemplo, un atasco de tráfico). En otros casos buscamos las situaciones estresantes (por ejemplo, abarcando más trabajo del que podemos hacer).
Por tanto, no estamos sometidos sin remedio a una vida excesivamente estresante. La superación del estrés es una habilidad que puede adquirirse, y así poderlo controlar y combatir.
Un aspecto que conviene tener en cuenta es que la pérdida de control, real o imaginaria, es uno de los estresores más potentes. Hay que tener presente que todos los problemas tienen varias partes: la parte que podemos controlar por medio de nuestras acciones, y la parte sobre la que no tenemos control.
Por tanto, una buena forma de afrontar estas situaciones reside en identificar cuándo tenemos control y cuándo el control no está en nuestras manos.
Decía un sabio en sus oraciones: “Señor, dame la fuerza necesaria para cambiar las cosas que puedo cambiar, la paciencia para aceptar las cosas que no puedo cambiar y la sabiduría para poder distinguir entre ambas”.
A continuación hablaremos de algunas técnicas para hacer frente al estrés:
Técnicas generales: consisten en dotar a la persona de recursos personales de carácter general, como:
También hay que saber seleccionar actividades cuando no podemos hacer todo, pues abarcar demasiado es “la madre del estrés”. No pasa nada porque reconozcamos nuestros límites y evitemos las situaciones en las que sentimos que “se nos escapa de las manos”, pues ello nos ayudará a disminuir el estrés cotidiano.
Técnicas cognitivas: las utilizamos para cambiar el pensamiento y modificar las interpretaciones erróneas sobre nuestros propios recursos o respecto a lo que se nos pide en una situación.
Hoy en día hay muchas corrientes que nos enseñan a vivir el momento presente, a saborearlo y a disfrutarlo, como la práctica de mindfulness, yoga o meditación.
Técnicas conductuales: centradas en qué conductas o estrategias podemos realizar para hacer frente al estrés.
Resulta importante no analizar continuamente el problema, ya que eso produce ansiedad. Tampoco es aconsejable dejar pasar los problemas, sino afrontarlos y decidiendo qué es lo mejor en cada caso.
El estrés supone una reacción compleja a nivel biológico, psicológico y social. Sabemos que a nivel psicológico muchos síntomas producidos por el estrés pueden ser percibidos e identificados por la persona que lo sufre. La reacción más frecuente cuando nos encontramos sometidos a una reacción de estrés es la ansiedad.
Los síntomasde ansiedad más frecuentes son:
Finalmente comentar, que si el estrés es muy intenso y se prolonga en el tiempo, puede llegar a producir enfermedades físicas y mentales.
En la actualidad, nos resultan familiares frases como “últimamente estoy muy estresado, no tengo tiempo para nada”, “qué estrés, no llego a tiempo” o “mi médico me ha dicho que lo que tengo es estrés”. Sin embargo, si preguntamos a esas personas cómo definirían el estrés, el asunto se hace complejo, porque el estrés es muy fácil de experimentar pero difícil de definir.
Desde una perspectiva etimológica, tiene su origen en el verbo latino “stringere” y significa apretar, oprimir, estrechar o contraer.
Sabemos que el estrés afecta a todo el mundo. Cuando decimos “me siento estresado”, realmente estamos diciendo que lo que estamos sintiendo es excesivo.
El estrés es una reacción normal de la vida de las personas de cualquier edad.
Se puede decir que el estrés es la respuesta del cuerpo a condiciones externas que perturban el equilibrio emocional o físico de la persona.
Se trata de una reacción adaptativa. El estrés constituye una parte esencial y necesaria de nuestras vidas. Nuestra vida está en continuo cambio y exige adaptarnos continuamente. Cuando la situación se ha solucionado cesa la respuesta de estrés y el organismo vuelve a un estado de equilibrio. Por tanto, el estrés es el resultado de la adaptación de nuestro cuerpo y nuestra mente al cambio, y gracias a esta respuesta de adaptación hemos sobrevivido como especie durante milenios.
Este nivel de estrés es necesario y deseable, pues actúa como factor de motivación para vencer y superar obstáculos. Puede decirse que es un elemento que nos ayuda a alcanzar el éxito, es el combustible para el logro de nuestras ambiciones. También es cierto que en ocasiones ese nivel de estrés puede ser superado llegando a ser perjudicial para la persona.
Por tanto, podemos definir el estrés como una respuesta global de nuestro organismo: física, psicológica y de comportamiento de un individuo a cualquier cambio en el ambiente, para adaptarse a él. Mediante esta respuesta el organismo se prepara para abordar la nueva situación, ya sea enfrentándose a ella, soportándola o huyendo. Así, cuando se produce esta activación en nuestro organismo podemos percibir mejor la nueva situación, decidir qué conductas llevar a cabo y realizarlas de la manera más rápida posible.
El estrés es algo subjetivo y personal. Comienza cuando percibimos una situación, una persona o un suceso como amenazadora y desafiante. La misma situación puede ser percibida de manera totalmente diferente por dos personas, pues ante una misma situación, una persona puede estresarse y otra no. E incluso una misma persona, en momentos diferentes, puede percibir y reaccionar de manera diferente ante el mismo suceso.
Ello lo podemos comprobar si observamos a nuestros amigos o familiares, ante la misma situación estresante unas personas reaccionan con mucho estrés y otras se quedan como si no hubiera pasado nada.
Un ejemplo de esto es el siguiente: Imagina el caso de varios estudiantes que se examinan en el plazo de dos días, que no cuentan con el tiempo suficiente para prepararlo, y que el hecho de suspender tiene consecuencias negativas para ellos. Si les preguntásemos cómo se sienten al preparar ese examen, unos dirían que tienen el corazón muy acelerado, otros que están sudando porque piensan que van a suspender y seguramente otros dirían que están tranquilos.
Lo curioso de esta situación es que todos han vivido el mismo estresor, que es preparar un examen importante sin tiempo para ello, pero no todos han experimentado esta situación de la misma manera. Por tanto la clave de estresarnos no está tanto en el suceso estresante sino en cómo lo percibimos.
Tanto si el peligro es real como si es percibido como real por la persona, el resultado a nivel fisiológico es el mismo, pues generalmente provoca tensión, ansiedad, y distintas reacciones físicas. También sabemos que en esta reacción participan casi todos los órganos y funciones del cuerpo, incluidos el cerebro, los nervios, el corazón, el flujo de sangre, el nivel hormonal, la digestión y la función muscular.
En esta ocasión hablaremos de los conflictos relacionados con la COMUNICACIÓN y con las EMOCIONES.
Una comunicación inadecuada es una de las dificultades más comunes que podemos encontrar en las relaciones familiares, pudiendo darse tanto entre los progenitores como de padres a hijos y viceversa. Cuando se da este tipo de comunicación, esta se convierte en una herramienta ineficaz, pues no les ayuda a resolver conflictos ni a expresar sus sentimientos, acumulando situaciones no resueltas. Entre los errores más frecuentes de comunicación familiar encontramos:
Por otro lado, algunos de los conflictos relacionados con las EMOCIONES son los siguientes:
Con todas estas posibilidades de encontrar conflictos en las relaciones familiares, es muy importante tener en cuenta las formas adecuadas e inadecuadas de resolver dichos conflictos para que estos sean resueltos positivamente.
En primer lugar comentaremos alguna de las maneras inadecuadas de afrontamiento que pueden darse tanto por parte de los padres como de los hijos, como:
En contraposición, la forma más adecuada de resolver dichos conflictos es la comunicación asertiva. Esta comunicación es útil para expresar tanto lo que queremos como lo que no queremos y llegar a acuerdos que resulten beneficiosos a todos los miembros implicados.
La mayoría de autores sobre este tema coinciden en señalar a la familia como el núcleo esencial de desarrollo humano, y el escenario que nos permite aprender desde niños a afrontar retos y asumir responsabilidades.
La familia como institución social ha pasado por importantes transformaciones en los últimos años, y sigue haciéndolo intentando adaptarse a los nuevos cambios de nuestra sociedad.
En esta ocasión vamos a hablar de cómo es el modelo de familia en la actualidad y de su manera de funcionar, es decir, del tipo de interacciones que tienen lugar entre sus miembros.
LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA
Es conocido que la familia es una institución que influye con valores y pautas de conducta que son presentados inicialmente por los padres. Así, éstos les muestran normas, costumbres y valores como la verdad, la disciplina, el respeto, la autonomía, la afectividad, etc, que ayudan a que los hijos puedan enfrentarse y adaptarse a las características sociales que les han tocado vivir.
La familia es quien mejor puede promover su desarrollo personal, social e intelectual. Además, es la familia quien habitualmente puede protegerlos mejor de diversas situaciones de riesgo.
En nuestra sociedad, los niños y adolescentes reciben la influencia de contextos diferentes a la familia, influencia que aumenta a medida que se desarrollan y aumentan las interacciones sociales en las que participan. Además de los miembros familiares, figuran muchos otros agentes e instituciones que juegan un papel de peso en el desarrollo infantil y adolescente, como los amigos y compañeros de clase, la propia escuela, los medios de comunicación de masas, las redes sociales, etc.
Sin embargo, a pesar de que haya otros agentes en la vida de los hijos, la familia sigue siendo el contexto de mayor importancia, puesto que las relaciones familiares se caracterizan por una especial intensidad afectiva y capacidad configuradora sobre las relaciones posteriores fuera de la familia.
Son muchas y muy importantes las funciones de la familia en relación a los hijos. Una de las funciones básicas consiste en aportarles el clima de afecto y apoyo emocional necesarios para un posterior desarrollo psicológico saludable.
Una segunda función es la de estimularlos, y ayudarlos a desarrollar la capacidad para relacionarse de modo competente con su entorno físico y social.
¿HA CAMBIADO EL MODELO DE FAMILIA?
Como se puede constatar, el modelo tradicional de familia ha sufrido una progresiva transformación en Occidente. Esta evolución ha ido produciéndose en consonancia con los cambios sociales e históricos que han afectado al propio concepto de infancia y a la visión del papel de la familia en el desarrollo de sus hijos, dando lugar a los distintos modelos de familia que conocemos en la actualidad. Tanto es así que hay autores que hablan de una crisis de la familia como institución social, que se manifiesta sobre todo por el rechazo de valores tradicionales (respeto, honestidad, fidelidad, dependencia…..).
La disminución del número de matrimonios y el aumento de sus separaciones nos indican cambios. En nuestros días las familias tienden a ser más “inestables” que en otras épocas, con facilidad a la ruptura, y los hijos son un bien escaso, pues suponen un elevado coste económico y personal. Es difícil ver familias numerosas a la antigua usanza.
El “cambio” en la sociedad postmoderna es un síndrome permanente, ya que hoy en día todo es inestable, los trabajos, los afectos, las ideologías…al igual que la familia. Ejemplos de ello es que actualmente nos es difícil pensar en el trabajo o en una pareja “para toda la vida”.
Actualmente no existe ya un único modelo de familia, en contraste con décadas atrás donde sólo se tenía una concepción de la familia, como nuclear, conformada por padre y madre e hijos.
En relación a esta diversidad de modelos familiares, quizás la más evidente sea la aceptación de las parejas no casadas con hijos. También ha crecido el número de familias monoparentales (en mayor medida de la madre con hijos). Otros modelos que van en aumento son las familias adoptivas, reconstituidas y parejas sin hijos entre otras.
¿CÓMO FUNCIONA UNA FAMILIA?
La familia se considera hoy un sistema complejo, en constante evolución y con diversas e importantes funciones en relación al desarrollo de los hijos.
De acuerdo con Allard, las funciones de una familia están relacionadas con cubrir una serie de necesidades básicas:
Necesidad de tener: se refiere a lo material, a los aspectos económicos y educativos necesarios para vivir.
Necesidad de relación: la familia enseña a socializarse, a comunicarse con los demás, a querer y sentirse queridos, etc.
Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.
Necesidad de ser: la familia debe proporcionar un sentido de identidad y autonomía.
Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.
El insomnio es la dificultad para quedarse dormido o permanecer dormido, lo que deteriora el funcionamiento durante el día.
Aproximadamente una de cada 5 personas adultas no consiguen dormir tanto como les gustaría, que puede ser de varias formas diferentes, dificultad para conciliar el sueño, despertarse demasiado temprano, despertares frecuentes en mitad de la noche tardando más en volver a coger el sueño o no sentirse descansado al levantarse.
Conforme vamos avanzando en edad vamos necesitando menos horas de sueño y aunque depende mucho de cada uno, la media es de unas 7 horas de sueño al día.
Depresión o ansiedad: el año pasado ya tuvimos un post de cómo afecta el estrés y la ansiedad a la falta de sueño.
Sustancias: cafeína, alcohol, cocaína, tabaco, …
Interrupción de la rutina: la llegada de un recién nacido a casa, turnos de trabajo de noche…
De forma más puntual: un cambio de horario por jet lag, una hospitalización corta…
Un cambio del ritmo del sueño: si por cualquier causa se altera y se comienza a despertar tarde no podrá al día siguiente conciliar el sueño pronto, cambio del ritmo sueño-vigilia.
En primer lugar hay que tener en cuenta que puede ser normal tener alguna noche mala, por alguna preocupación…o también puede ser normal despertarse alguna vez durante la noche, sin embargo, si comenzamos a preocuparnos por la falta de sueño dormimos peor.
Es importante que una hora y media antes de ir a la cama vaya preparando el cuerpo para descansar, una ducha caliente, ponerse el pijama, leer, escuchar música, ver la televisión, actividades relajantes.
Evite trabajar hasta tarde o hacer deporte o actividades que le activen, el deporte es genial para llegar más cansado a la cama pero no las 3 horas antes de acostarse.
Mantener un mismo horario para acostarse y levantarse también es muy importante para ayudar al cuerpo a crear la rutina del sueño.
Una adecuada alimentación, como para todo, también es muy importante en este tema, evite grandes comidas antes de acostarse del mismo modo que tampoco se acueste sin comer nada y con hambre.
Como hemos mencionado antes, los estimulantes alteran el sueño, evite el café después del mediodía.
Evite el fumar, la nicotina actúa liberando una sustancia que hace que el cuerpo se active. Por otra parte, muchas personas fumadoras que se despiertan en mitad de la noche creen que un cigarrillo les relaja y ocurre todo lo contrario la nicotina empeoraría el insomnio.
El alcohol antes de dormir también hace que el sueño sea más pobre aún.
Es importante antes de irse a dormir que todas las necesidades básicas estén cubiertas, no acostarnos con sed, hambre, frío, calor, o ganas de ir al baño, en un ambiente los más relajado posible sin ruidos, no es lo mismo en la cama que en el sofá con el televisor de fondo, hay muchas personas que dicen que necesitan un ruido para quedarse dormido, sin embargo, interfieren negativamente en la calidad del sueño.
Dra Mª Carmen López Alanís.
A la hora de entablar una conversación, es frecuente, encontrarnos con personas que mantienen actitudes inhibidas o agresivas.
Así, las personas que se muestran más inhibidas en sus conversaciones tienden a evitar expresar su opinión o sentimientos y hablan poco, dejando que los demás tomen la iniciativa.
Esa actitud tiene como consecuencia el perder oportunidades de comunicarse, de establecer relaciones o de conseguir lo que quieren, además de sentirse mal con ellas mismas.
Mientras que los que mantienen actitudes más agresivas al comunicarse, suelen hablar demasiado, interrumpir a los otros y no respetar las normas, tratando de imponer sus opiniones e intereses. Esto suele producir el rechazo de los demás.
Ambas actitudes suelen obstaculizar una adecuada y sana relación con los demás. Por ello, es más conveniente mantener una actitud asertiva, que consiste en ser capaz de expresar tus sentimientos tanto positivos como negativos, dar tu opinión, hablar de una forma segura y fluida, y ser capaces de discrepar abiertamente con la otra persona, pero siempre respetando al interlocutor.
Estas actitudes inhibidas o agresivas que acabamos de comentar, suelen basarse en pensamientos irracionales.
Pues son aquellos que nos llevan a mantener emociones y conductas contraproducentes. Aunque no seamos conscientes, solemos mantener algunos pensamientos irracionales entremezclados con otros racionales.
Los pensamientos irracionales se expresan en forma de exigencia o necesidad (con términos como “necesito”, “debería”, “tienes que”, etc) y se mantienen de forma absolutista. Por ello, cuando no se cumplen reaccionamos con emociones y conductas desfavorables, por ejemplo con una tristeza o ira excesivas. Estos pensamientos irracionales no se ajustan a la realidad, pues van en contra de la evidencia y la lógica.
En cambio, los pensamientos racionales, se mantienen como algo probable y relativo y se expresan en forma de preferencias y deseos (“me gustaría”, “preferiría”, etc). Por tanto, cuando no conseguimos lo que deseamos, las emociones y conductas que se generan no son excesivas (tristeza, preocupación, disgusto, etc) y no impiden el logro de nuestras metas, como sucede con los pensamientos irracionales.
Las personas con actitudes asertivas tienden a mantener más pensamientos racionales que las personas con comportamiento inhibido o agresivo.
PENSAMIENTOS IRRACIONALES | PENSAMIENTOS ALTERNATIVOS |
Si inicio una conversación, el otro DEBE conversar interesarse por mí. | Tiene DERECHO a elegir si desea hablar conmigo o no. |
Las personas más interesantes son las que hablan más. | Las personas que hablan demasiado resultan molestas a la mayoría de la gente. |
Si me quedo callado sin saber qué decir, demostraría que soy torpe y raro. | Es normal que se produzcan silencios en las conversaciones. Puedo hacer preguntas y escuchar atentamente la respuesta. |
Si no digo algo interesante pensarán que soy tonto, por tanto es mejor que me calle. | Los temas de conversación de la gente suelen ser superficiales, no tienen por qué pensar que soy tonto. |
Seguro que lo que digo no le va a interesar. | Es probable que lo que digo le interese, pero si algo de lo que digo le parece mal, no sería tan terrible. |
No debo mostrar mis opiniones y sentimientos. | Eso puede ser útil en ocasiones pero si nunca los muestro me distancio de los demás. |
Si no sigo conversando y el otro sí quiere, se enfadará conmigo y me quedaré solo. | Tengo DERECHO a finalizar la conversación cuando así lo decida. Si la finalizo amablemente no tiene por qué molestarse. |
DEBERÍA darse cuenta de que quiero finalizar esta conversación. | Si no se da cuenta, se lo expresaré. |
Por tanto, es importante aprender a identificar nuestros pensamientos irracionales que obstaculizan la asertividad y aprender a cambiar esos pensamientos por otros más racionales y sanos. Como consecuencia del cambio de pensamiento nuestras relaciones con los demás resultarán más satisfactorias, lo cual redundará en una mejor autoestima.
Ana Martín Almagro
Hemos pensado hablar hoy sobre este tema porque en muchas ocasiones nos llegan a la consulta del psiquiatra los pacientes tras haber ido primero al neurólogo o viceversa. La persona se queja, además de un bajo estado de ánimo, de otros síntomas que interfieren bastante en su funcionamiento normal, a nivel laboral sobre todo, estos suelen ser la pérdida de memoria o de atención.
La depresión es probablemente de las enfermedades que más sufrimiento puede ocasionar en el ser humano.
El Trastorno depresivo mayor (TDM) es de las formas más frecuentes y potencialmente mortales de las enfermedades mentales que afectan a personas de todas las edades y se ha asociado con una o varias alteraciones de la función cognitiva.
Por otra parte hay una fuerte relación entre el TDM y las enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer por ejemplo, u otros procesos naturales de envejecimiento.
– La afectiva: se caracteriza por el ánimo deprimido, la tristeza, los sentimientos de vacío y desesperanza
– La cognitiva: las personas deprimidas presentan menos interés o disfrutan menos de las actividades que siempre le han resultado placenteras, juntos con sentimientos de inutilidad, culpa, muchas veces refieren menos capacidad para pensar y pensamientos de muerte.
– La motora: están más lentos o inhibidos y también puede sentirse la persona más agitada o inquieta.
– A nivel somático, del cuerpo: pueden presentar pérdida de peso o alteración en el sueño, desde que dificultad para dormir, insomnio, como lo contrario, todo el día durmiendo, así como fatiga y cansancio.
Existe clara evidencia de que la depresión mayor conlleva asociados déficit cognitivos que afectan a funciones como la memoria, la atención y el lenguaje.
– Las personas con depresión presentan dificultades para establecerse metas y solucionar conflictos
– Presentan también una falta de organización de una determinada tarea y dejar tareas sin terminar
– Dificultad para tomar decisiones
– Dificultad para que le salga la palabra que quiere decir al hablar
– Se suelen mostrar más indecisas y con poca iniciativa
– Con incapacidad para llevar a cabo tareas para las que en otras ocasiones no ha tenido problemas, tareas que requieran manipular muchos datos al mismo tiempo.
– También pueden presentar una disminución de la capacidad para actualizar una información o centrarse en lo realmente relevante
– Mayor distracción y dificultad para mantener la atención.
La persistencia de síntomas cognitivos es una de las manifestaciones que más puede contribuir al desajuste clínico y funcional de los pacientes depresivos tras su recuperación.
Mª Carmen López Alanís
Quizás sea lo que todos tenemos más claro en este mundo y es que vamos a morir tarde o temprano. Este carácter universal de la muerte ha ocupado gran parte del pensamiento filosófico y ha favorecido en el desarrollo de la medicina desde sus orígenes como un intento de controlar el curso de la vida para si no evitar, al menos, retrasar la muerte o hacerla lo más llevadera posible.
Pero podríamos decir que es imposible aprender a morir, ya que no se parece a nada que hayamos pasado antes. Si la muerte no puede ser experimentada, ni explicada ni comprendida, ¿cómo podemos prepararnos para ella? Aunque no podemos experimentarla, sí que todos tenemos consciencia de ella y además para tener consciencia de muerte, de que vamos a morir, no hace falta estar al filo de la misma. Si bien no podemos aprender de la propia muerte, puesto que no podemos tener experiencia de ella, sí podemos prepararnos para morir.
Distintas religiones nos hablan de la vida más allá de la muerte, sino como cuerpo resucitado al menos de alma o espíritu. La afirmación de una forma de vida después de la muerte constituye la modalidad más común a la especie humana de hacer frente al misterio de la muerte y establece las bases de las distintas religiones en el culto a los muertos.
Nuestros antepasados vivían más de cerca la muerte que en la actualidad, la menor esperanza de vida, las epidemias, las guerras y hambrunas, hacían que la tuvieran más presente.
Tranquila, sin crisis agónicas, en paz espiritual.
Podemos diferenciar una preparación más próxima a la muerte y una preparación más remota.
Podemos comenzar por la preparación próxima que consistiría en los asuntos que tiene que ver directamente con los antecedentes y consecuentes inmediatos, como las herencias, testamento vital, donación de órganos, ritos funerarios, y preparar de la manera que nos gustaría que se realizasen.
Negación: la dificultad para creer la proximidad de la muerte, nos aferramos a la esperanza de un milagro, diagnóstico erróneo, rituales mágicos… tiene una importante función protectora y hay que respetarla. Es una reacción normal que permite amortiguar el impacto.
Ira: una rebelión contra todo y todos.
Negociación: todavía no, no ante de la boda de mi hija, no antes del nacimiento de mi nieta… La película “Mi vida sin mí” presenta el caso de una mujer que utiliza los dos meses que, según el diagnóstico médico, le quedan de vida para disponer el futuro de su marido y sus hijos, así como para vivir aquellas cosas que le hubiera gustado vivir y nunca tuvo o se permitió ocasión de hacerlo.
Tristeza: el paciente está cansado y se deja ir, puede desembocar en la resignación. En esta etapa tampoco consiste en estimular al paciente a mirar el lado alegre de las cosas únicamente, porque eso significaría que no debe pensar en la muerte inminente.
Aceptación: etapa de desprendimiento hacia las cosas y hacia los demás. En el momento del adiós, del perdón y la reconciliación.
El buen acompañamiento a la muerte de un moribundo consistiría en un acompañamiento profundamente humano en el proceso de morir, facilitando la expresión de los sentimientos, la elaboración del duelo por la pérdida, el cierre de los asuntos inacabados, a veces la mediación entre el paciente y sus familiares. A nivel psicológico también podemos intervenir en algunas cuestiones psicológicas que se pueden presentar en los días finales como, por ejemplo, resolver posibles miedos paralizantes, satisfacer la necesidad de despedirse, dar permiso para el viaje final, …
Para una preparación más remota, es decir, a la condición de mortal del ser humano, el tomar consciencia de que nos vamos a morir, ante la angustia por la muerte podemos tener tres tipos de miedo: a lo que viene después de la muerte, al hecho de morir y a la extinción del ser. Los dos primeros temores son relacionados con el propio proceso de morir y nos podemos preparar, como hemos dicho anteriormente, previendo disposiciones sobre el propio entierro, redactar el testamento vital, etc. El tercero de estos tres miedos, es el realmente básico, es el miedo a la extinción del propio ser, a inexistencia definitiva, ¿cómo podemos desde el punto de vista psicológico y existencial ayudar a la persona con la angustia de la propia extinción?