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Comunicación y emociones

En esta ocasión hablaremos de los conflictos relacionados con la COMUNICACIÓN y con las EMOCIONES.

Una comunicación inadecuada es una de las dificultades más comunes que podemos encontrar en las relaciones familiares, pudiendo darse tanto entre los progenitores como de padres a hijos y viceversa. Cuando se da este tipo de comunicación, esta se convierte en una herramienta ineficaz, pues no les ayuda a resolver conflictos ni a expresar sus sentimientos, acumulando situaciones no resueltas. Entre los errores más frecuentes de comunicación familiar encontramos:

  • Realizar afirmaciones radicales del tipo “blanco o negro”.
  • Generalizar en exceso, refiriéndose a conductas que suceden de vez en cuando como si ocurrieran continuamente (Ej. “nunca estudias”; “siempre estás pegando a tu hermano”).
  • No reconocer ninguna afirmación del otro aunque sea parcialmente.
  • Negarse a reconocer la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en un conflicto.
  • Juzgar los mensajes que recibes (Ej. “qué comentario tan absurdo”).
  • Abusar de los “deberías”, es decir, de cómo deberían actuar o pensar los demás (Ej. “deberías de pensar como yo”; “deberías de ser siempre amable conmigo”). En lugar de ello, mejora nuestra comunicación con los demás si nos expresamos en términos de “qué te parece si…”, “quizás te convenga…”.
  • Responder de malos modos a la otra persona e incluso llegar a insultar al otro.
  • Poner etiquetas (“eres torpe”; “eres un desastre”). Tanto las etiquetas que parecen positivas, como las que claramente son negativas, pueden contribuir al desarrollo de una autoestima dañada.
  • Utilizar un lenguaje poco concreto, así como describir los problemas en términos poco concretos, pues no ofrecen conductas concretas para poder cambiar.
  • Negarse abiertamente a tocar ciertos temas de conversación.

Por otro lado, algunos de los conflictos relacionados con las EMOCIONES son los siguientes:

  • Dificultad para controlar las reacciones emocionales alteradas, como el miedo, la rabia, el abatimiento, la agresividad. Esto sucede de manera especial entre los adolescentes, pero del mismo modo puede suceder en los progenitores.
  • Dificultad para expresar las propias emociones: en muchas ocasiones el conflicto se da porque no expresamos nuestros sentimientos y vamos aguantando, sin que el resto de miembros de la familia sean conscientes de que algo nos sucede. La realidad es que no podemos guardarlo sin más, pues esto nos hace daño y va quemando hasta que estallamos.
  • Dificultad para comprender las emociones de los demás: en otras ocasiones el conflicto se da porque no sabemos interpretar lo que la otra persona nos transmite con sus gestos, su actitud, etc. y esa incapacidad puede resultar un obstáculo en la relación.

Con todas estas posibilidades de encontrar conflictos en las relaciones familiares, es muy importante tener en cuenta las formas adecuadas e inadecuadas de resolver dichos conflictos para que estos sean resueltos positivamente.

En primer lugar comentaremos alguna de las maneras inadecuadas de afrontamiento que pueden darse tanto por parte de los padres como de los hijos, como:

  • Agresiva: es el caso de menores que se niegan a aceptar las normas y límites de sus padres, pudiendo conllevar en los hijos insultos, descalificaciones, empujones, agresiones…hacia sus padres. También es un patrón de respuesta de algunos padres, más frecuente en aquellos que en su manera de educar suelen imponer sus criterios con rigidez y temor.
  • Pasiva/evasiva: en el caso de los hijos el ejemplo más claro lo tenemos en su actitud de pasotismo, “paso”, “no me importa”, “me da igual”, etc. Esta respuesta se da en los padres que se refugian en su trabajo para no afrontar abiertamente los problemas y la convivencia. También sucede en padres que no intervienen ante las conductas tiránicas de sus hijos, asumiendo su incompetencia educativa.

En contraposición, la forma más adecuada de resolver dichos conflictos es la comunicación asertiva. Esta comunicación es útil para expresar tanto lo que queremos como lo que no queremos y llegar a acuerdos que resulten beneficiosos a todos los miembros implicados.

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Los conflictos familiares ¿evitarlos o gestionarlos?

En nuestro último post hablamos sobre la importancia de la familia y cómo la interrelación entre los miembros provoca que cualquier situación o conflicto que ocurra a uno de ellos o entre los miembros afecte también al resto. En esta ocasión continuaremos en esta línea centrándonos en este post en los conflictos familiares.

Hallar situaciones de conflicto en un ambiente familiar es algo natural e inevitable. Sin embargo, este tipo de conflictos no son necesariamente negativos. De hecho, de ellos se puede aprender y pueden servir para el progreso y desarrollo personal y familiar. Por ello, lo fundamental no es evitar el conflicto, puesto que es inevitable, sino manejarlo de la manera más asertiva posible y evitar la escalada de agresividad.

¿CUÁLES SON LOS CONFLICTOS FAMILIARES?

Los conflictos que subyacen a los problemas de convivencia familiar pueden tener su raíz en diferentes áreas de la dinámica familiar. En esta ocasión nos centraremos en la manera de educar.

En primer lugar, hablaremos de aquellos conflictos relacionados con la MANERA DE EDUCAR:

Cuando hablamos de estilos educativos nos referimos a los pensamientos y acciones que los padres tienen hacia sus hijos en cuanto al afecto y comunicación y en cuanto a el control y las exigencias que se manifiesta en tales relaciones.

Normalmente se describen cuatro estilos educativos parentales:

  • Estilo autoritario: predomina la existencia de abundantes normas y la exigencia de una disciplina bastante estricta. Las normas no suelen justificarse ni se toman en consideración las necesidades de los hijos. La obediencia de sus hijos se obtiene frecuentemente mediante imposiciones, amenazas y privaciones. Además, las muestras de afecto a los hijos son escasas.
  • Estilo permisivo: los padres de este estilo se caracterizan por el afecto y el dejar hacer. Existen altos niveles de comunicación y afecto. Sin embargo, las escasas normas y demandas planteadas a los hijos hacen que estos encuentren pocas exigencias a las que hacer frente, por lo que no suelen asumir compromisos familiares, escolares ni sociales. De este modo, son los padres los que en todo momento tienden a adaptarse a los hijos, centrando sus esfuerzos en satisfacer sus necesidades.
  • Estilo sobreprotector: es el de los padres poco exigentes. No dejan que los hijos ensayen respuestas de manera autónoma, pues tratan de evitar que sus hijos se enfrenten a las dificultades de la vida, y así evitar que se frustren. Padres que limitan las responsabilidades de sus hijos y no les brindan autonomía a medida que van creciendo. Son padres muy sensibles e interesados por sus hijos, con un nivel excesivo de preocupación por ellos.
  • Estilo democrático: el mostrar afecto a los hijos y ser sensible a sus necesidades se combinan con una cierta firmeza en el mantenimiento de las normas y principios que se establecen razonadamente con los hijos. Hay normas claras, consistentes y adaptadas a sus posibilidades, que justifican ante los hijos. Los padres fomentan la independencia de los hijos, esperan y exigen cooperación y respeto de normas. Estos padres utilizan mucho la reflexión sobre las consecuencias de determinados comportamientos de sus hijos.

Es importante saber que estas diferentes maneras de educar tienen efectos en el desarrollo de los hijos, en su comportamiento y en su forma de relacionarse con los demás.

De estos cuatro estilos, el democrático es el más saludable para el desarrollo de los hijos y de su relación con sus padres.

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¿Qué función tiene la familia?

La mayoría de autores sobre este tema coinciden en señalar a la familia como el núcleo esencial de desarrollo humano, y el escenario que nos permite aprender desde niños a afrontar retos y asumir responsabilidades.

La familia como institución social ha pasado por importantes transformaciones en los últimos años, y sigue haciéndolo intentando adaptarse a los nuevos cambios de nuestra sociedad.

En esta ocasión vamos a hablar de cómo es el modelo de familia en la actualidad y de su manera de funcionar, es decir, del tipo de interacciones que tienen lugar entre sus miembros.

LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA

Es conocido que la familia es una institución que influye con valores y pautas de conducta que son presentados inicialmente por los padres. Así, éstos les muestran normas, costumbres y valores como la verdad, la disciplina, el respeto, la autonomía, la afectividad, etc, que ayudan a que los hijos puedan enfrentarse y adaptarse a las características sociales que les han tocado vivir.

La familia es quien mejor puede promover su desarrollo personal, social e intelectual. Además, es la familia quien habitualmente puede protegerlos mejor de diversas situaciones de riesgo.

En nuestra sociedad, los niños y adolescentes reciben la influencia de contextos diferentes a la familia, influencia que aumenta a medida que se desarrollan y aumentan las interacciones sociales en las que participan. Además de los miembros familiares, figuran muchos otros agentes e instituciones que juegan un papel de peso en el desarrollo infantil y adolescente, como los amigos y compañeros de clase, la propia escuela, los medios de comunicación de masas, las redes sociales, etc.

Sin embargo, a pesar de que haya otros agentes en la vida de los hijos, la familia sigue siendo el contexto de mayor importancia, puesto que las relaciones familiares se caracterizan por una especial intensidad afectiva y capacidad configuradora sobre las relaciones posteriores fuera de la familia.

Son muchas y muy importantes las funciones de la familia en relación a los hijos. Una de las funciones básicas consiste en aportarles el clima de afecto y apoyo emocional necesarios para un posterior desarrollo psicológico saludable.

Una segunda función es la de estimularlos, y ayudarlos a desarrollar la capacidad para relacionarse de modo competente con su entorno físico y social.

¿HA CAMBIADO EL MODELO DE FAMILIA?

Como se puede constatar, el modelo tradicional de familia ha sufrido una progresiva transformación en Occidente. Esta evolución ha ido produciéndose en consonancia con los cambios sociales e históricos que han afectado al propio concepto de infancia y a la visión del papel de la familia en el desarrollo de sus hijos, dando lugar a los distintos modelos de familia que conocemos en la actualidad. Tanto es así que hay autores que hablan de una crisis de la familia como institución social, que se manifiesta sobre todo por el rechazo de valores tradicionales (respeto, honestidad, fidelidad, dependencia…..).

La disminución del número de matrimonios y el aumento de sus separaciones nos indican cambios. En nuestros días las familias tienden a ser más “inestables” que en otras épocas, con facilidad a la ruptura, y los hijos son un bien escaso, pues suponen un elevado coste económico y personal. Es difícil ver familias numerosas a la antigua usanza.

El “cambio” en la sociedad postmoderna es un síndrome permanente, ya que hoy en día todo es inestable, los trabajos, los afectos, las ideologías…al igual que la familia. Ejemplos de ello es que actualmente nos es difícil pensar en el trabajo o en una pareja “para toda la vida”.

Actualmente no existe ya un único modelo de familia, en contraste con décadas atrás donde sólo se tenía una concepción de la familia, como nuclear, conformada por padre y madre e hijos.

En relación a esta diversidad de modelos familiares, quizás la más evidente sea la aceptación de las parejas no casadas con hijos. También ha crecido el número de familias monoparentales (en mayor medida de la madre con hijos). Otros modelos que van en aumento son las familias adoptivas, reconstituidas y parejas sin hijos entre otras.

¿CÓMO FUNCIONA UNA FAMILIA?

La familia se considera hoy un sistema complejo, en constante evolución y con diversas e importantes funciones en relación al desarrollo de los hijos.

De acuerdo con Allard, las funciones de una familia están relacionadas con cubrir una serie de necesidades básicas:

Necesidad de tener: se refiere a lo material, a los aspectos económicos y educativos necesarios para vivir.

Necesidad de relación: la familia enseña a socializarse, a comunicarse con los demás, a querer y sentirse queridos, etc.

Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.

Necesidad de ser: la familia debe proporcionar un sentido de identidad y autonomía.

Cuando la familia tiene que afrontar presiones de fuera o de dentro de la propia familia, lucha por mantener el equilibrio, pero sabemos que cualquier cambio en uno de sus miembros influye en todos los demás miembros de la familia. Debido a esta estrecha e íntima relación, la conducta de cualquiera de ellos puede afectar a la dinámica de la familia.

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El peligro de las cachimbas

Fumar cachimbas está de moda y es una afición compartida cada vez por más personas, especialmente adolescentes, entre los que empieza a convertirse en un problema serio.

Los jóvenes que fuman cachimba tienen la percepción de menor daño para la salud y de menor adicción en comparación con los cigarrillos convencionales. En este sentido, muchas personas adultas tienen la misma idea preconcebida. Además, su accesibilidad, la posibilidad de compartirla con los amigos, su sabor afrutado y más agradable que el tabaco o la falta de advertencia sobre sus riesgos, pueden ser factores que puedan explicar el auge de su consumo.

¿QUÉ SON LAS CACHIMBAS Y CÓMO FUNCIONAN?

Una cachimba es una pipa de agua que permite fumar tabaco aromático a través de un filtro de agua y una o varias boquillas, lo cual lo convierte en una especie de acto social. El humo, que puede tener diferentes sabores, está formado por tres ingredientes: tabaco caliente, melaza y fruta. Hay sabores diferentes como fresa, menta, piña, mora, etc.

¿POR QUÉ SON TAN PELIGROSAS LAS CACHIMBAS EN LA ADOLESCENCIA?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó ya en 2005 de que el consumo de cachimbas se estaba convirtiendo en un problema de salud pública.

Fumar en cachimbas puede liberar los mismos tóxicos que el cigarrillo convencional e incluso mayor cantidad de nicotina y de monóxido de carbono, a lo que hay que añadir los riesgos infecto-contagiosos por el uso compartido de boquillas.

Los estudios demuestran que fumar cachimbas produce cuatro veces más alquitrán que hacerlo con un cigarro tradicional, puesto que contiene más nicotina y metales pesados. Una sesión de cachimba de una hora provoca el mismo monóxido de carbono de 20 cigarrillos. Además del vapor que se inhala, están los aproximadamente 250 compuestos cancerígenos del tabaco, además de otros menos controlados, como aromas y esmaltes. La realidad es que las cachimbas son tan adictivas como el tabaco, pues la nicotina tiene un gran poder adictivo.

También, algunos adolescentes y jóvenes, mezclan el tabaco con los derivados del cannabis y sustituyen el agua por bebidas alcohólicas, lo cual hace que esta práctica sea todavía más dañina.

¿QUÉ IDEAS FALSAS EXISTEN SOBRE LAS CACHIMBAS Y LA SALUD?

Existen una serie de mitos extendidos y normalizados sobre las cachimbas:

Fumar en cachimba es más sano que fumar tabaco. Es falso puesto que los compuestos cancerígenos siguen estando presentes, y lo que es peor, están en mayores dosis si tenemos en cuenta el tiempo de exposición (un cigarrillo se fuma en 5 minutos pero una cachimba no).

Fumar en cachimba no produce adicción porque casi no tiene nicotina. También es falso porque contienen nicotina. Da igual que cambie la forma de consumo, la sustancia sigue estando y su poder adictivo también.

Fumar en cachimba es más sano que vapear. Igualmente es falso, el humo de la cachimba siempre es dañino a pesar de pasar a través del agua.

¿CÓMO PREVENIR EL CONSUMO DESDE LA FAMILIA?

Consideramos que la familia es la que más influye en cuanto a la prevención de las adicciones. Por este motivo, en este apartado, aportaremos algunas orientaciones dirigidas a los padres.

Parece bastante demostrado que los padres actúan como modelos de sus hijos y que por tanto, su conducta se verá reflejada en ellos. En muchas familias, los padres beben y fuman. Cuando se ha normalizado el consumo de tóxicos por parte de los progenitores, los hijos tienen más probabilidad de acercarse a ese consumo de sustancias tóxicas.

Los padres deben informarse bien de lo que suponen las drogas que sus hijos estén utilizando, alcohol, tabaco, cocaína, marihuana, etc. y de sus riesgos.

También los padres, deben de supervisar la conducta de los hijos, con autoridad y cariño, sin autoritarismos, lo cual servirá también de protección a los hijos, al limitar el efecto de la influencia de los grupos de amigos.

Un estilo permisivo de educación, dejando que los hijos hagan lo que quieran sin límites de ningún tipo, incide de manera desfavorable en la prevención de las adicciones o de conductas perjudiciales. A los chicos hay que ponerles normas y límites claros, y hacérselos cumplir, aunque siempre hay que ir mezclando la fortaleza y el cariño, lo que vendría a ejemplificarse con la frase “puño de hierro con guante de seda”.

Fomentar la autonomía, tan necesaria conforme los hijos van creciendo, desde la comunicación, el afecto y el control parental.

De especial relevancia es que desde la familia se fomente la autoestima en los hijos. Esto puede darse cuando existe una cohesión familiar y los padres se plantean una educación consistente, basada en valores y en el conocimiento de cada uno de sus hijos.

La ausencia de afecto, aceptación y apoyo de los hijos, disminuirá su autoestima y aumentará su inseguridad, lo cual sitúa a los hijos en un escenario de mayor vulnerabilidad. Los hijos con una buena autoestima, y que además cuentan con criterios propios, reducen su vulnerabilidad ante la presión social.

Otro de los factores que favorecen la prevención es que los padres estén al tanto de las actividades, aficiones y amistades que forman parte de la vida de sus hijos, aunque resulte más difícil conforme van creciendo.

Otro aspecto importante es invitar a los hijos a hacerse preguntas. Es más efectivo que se cuestionen y duden que darles las recetas de cómo actuar. De esta última manera tranquilizamos nuestra conciencia pero no es efectivo. Pueden ser interrogantes a plantear “¿por qué tus amigos no pueden pasar sin fumar cachimba?”, “¿consideras que es buena para la salud?”.

Por último, resultan de utilidad las escuelas de padres, para fomentar en los hijos valores e intereses pro sociales, responsabilidad, autoestima, habilidades sociales, capacidad de toma de decisiones y pensamiento crítico, entre otras cosas.

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¿Cómo vives tus emociones?

Los trastornos emocionales

Los trastornos emocionales constituyen las dificultades psicológicas más numerosas a nivel mundial y sobre todo en los países desarrollados, siendo uno de los principales motivos de discapacidad.

Las investigaciones y la experiencia práctica nos muestran que en muchas ocasiones las personas son diagnosticadas de varios trastornos mentales diferentes, tales como trastorno de estrés postraumático, ansiedad, depresión, trastorno obsesivo compulsivo.. o en cortos periodos de tiempo cambian de un diagnóstico a otro. Esta situación ha llevado a pensar que posiblemente muchas de las enfermedades mentales compartan más características similares que diferentes. Así, hemos llamado trastornos emocionales a un conjunto de dificultades de la vida diaria que tradicionalmente se han nombrado de maneras muy diversas, algunas tan conocidas como la ansiedad o la depresión, pero que sin embargo comparten una serie de características comunes y un origen común.

¿Por qué es útil trabajar sobre los trastornos emocionales?

En primer lugar, la experiencia nos ha mostrado que son numerosos los casos en que los manuales que utilizan los profesionales no se pueden seguir al pie de la letra y la sintomatología diversa de los pacientes no cumple con ningún trastorno en concreto.

Por otro lado, los tratamientos específicos para un trastorno en concreto en muchas ocasiones afectan a otra sintomatología, en ocasiones mejorándola y otras empeorándola. Por ejemplo, los tratamientos enfocados en mejorar la ansiedad afectan a los síntomas depresivos que también tiene la persona. Igualmente, aquellas personas que son tratadas de trastornos específicos vuelven más pronto que tarde para ser tratados de otro trastorno diferente.

Estos son algunos de los motivos por los que se ha considerado la posibilidad de trabajar estos trastornos con una misma terapia dirigida a mejorar las dificultades que encuentran las personas en su vida diaria y hacer que esta mejore. Así, las personas que presentan un trastorno emocional se caracterizan por sentir las emociones de manera intensa y desagradable y un rechazo hacia  la misma que las impulsa a evitar y escapar de la emoción, reacciones que a corto plazo suponen un alivio para la persona pero a largo plazo se vuelve cada vez más intensa y limitante para la vida de la persona.

Por ejemplo, pensemos en una persona a la que llamaremos Adela, que sufre un incendio en su casa. El día del incendio, Adela siente un miedo muy intenso y totalmente justificado que la impulsa a salir corriendo para salvarse y así lo hace. Sin embargo, cuando días después puede volver a su casa, el recuerdo de esa nefasta experiencia le hace revivir de manera muy similar ese miedo que sintió y, como no quiere recordarlo, busca distracciones o planes fuera de casa para no recordarlo y de alguna manera evitar esa emoción. ¿Ayudará esto a Adela a calmarse y olvidar el día del incendio? Pues bien, como estarán imaginando, en un primer momento sí que la ayudará a calmarse. Pero a largo plazo, el recuerdo se hará cada vez más borroso y será incluso la propia casa la que quede asociada a ese miedo tan intenso, haciendo que la persona tenga mucha dificultad para estar sola en casa. O quizás, cada vez que Adela tenga una emoción intensa similar al miedo que un día sintió, tendrá tanta dificultad para afrontarla que tendrá que estar buscando siempre alternativas y ayudas de sus familiares para distraerse de su mundo interior.

Pensemos ahora en otro ejemplo, el de Miguel. Miguel era una persona muy alegre y siempre estaba riendo y contando chistes. Sin embargo, cuando fallece su padre, Miguel debe hacerse cargo de la empresa familiar y cuidar de su madre y sus hermanos menores, tal y como dicta la tradición familiar. Miguel asume su trabajo y se siente absolutamente responsable del bienestar familiar. Tan responsable de que todo vaya bien, que Miguel empieza a trabajar cada vez más horas, ya que cuando sale a tomar algo cómo hacía antes o cuenta sus chistes de siempre, piensa que puede estar dejando de lado alguna de sus responsabilidades de cuidar y acompañar a su familia y en especial a su madre. Al principio, estar en casa o trabajando le hacía encontrarse tranquilo pero ahora se ha convertido en una dificultad enorme para divertirse con amistades porque cada vez que sale se siente tan culpable que finalmente, ha decido no hacerlo más para evitar ese malestar. Cuando Miguel pide ayuda, se ha convertido en una persona apática, explica que no tiene ganas de salir ni hacer nada más que ir del trabajo a casa, hace meses que no se ríe y explica que se siente sin energía y triste.

Con estos dos ejemplos es posible ver además que no sólo se rechazan las emociones que consideramos negativas, como el miedo o la tristeza, sino que en otras ocasiones, muchas personas pueden encontrar su dificultad a la hora de experimentar las emociones positivas, y esto también es posible trabajarlo en terapia.

Sé valiente, pide ayuda

Todo el mundo tenemos en algún momento de nuestra vida dificultades para afrontar nuestro día a día. Todos hemos tenido momentos en los que las situaciones nos superan o simplemente hemos tenido o tendremos que vivir situaciones en las que el miedo, la tristeza o la culpa nos inunden. Podemos hartarnos de buscar un nombre que ponerle a lo que vivimos, depresión, ansiedad, duelo,… pero la realidad es que todas las personas vivimos situaciones muy similares que se hacen aún más difíciles porque no sabemos afrontarlas de la mejor manera para poder salir de ellas más grandes y fortalecidos.

Es importante recordar que lo que diferencia a las personas que van a terapia no es que sufran más que los demás o que vivan las cosas de manera más intensa, sino todo lo contrario, que tienen la valentía suficiente para pedir ayuda cuando la necesitan. De manera que, si de algún modo te has sentido identificado con lo que aquí hemos hablado no lo dudes y sé valiente, pide ayuda.

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Claves para la recuperación del adicto: La familia y su entorno.

  • Cuando una persona consume sufre ella, su entorno y su familia. Es por esto que cuando se toma la decisión de comenzar un proceso de recuperación la familia y el entorno son factores claves.
  • El consumo provoca multitud de problemas a nivel familiar, social y laboral. Es por ello, que las personas o familiares del entorno más cercano del adicto también van a necesitar ayuda profesional ya que a medida que el problema avanza se ven afectados emocionalmente de forma grave.
  • La familia no es responsable de que la persona consuma, pero en muchas ocasiones, sin quererlo y para evitar conflictos, terminan siendo facilitadores. Por eso, es recomendable buscar ayuda para sí mismos y para tener estrategias de cómo enfrentar dicha problemática.
  • El adicto se vuelve manipulador. Los que más sufren son los cónyuges, padres e hijos. La persona que sufre de una adicción, de cualquier tipo, se odia a sí misma y de cierta forma, fomenta discusiones volcando su odio y frustración en los demás y sirviendo este ciclo como aumentador de su consumo.
  • Es común que, debido al agotamiento de luchar contra esta situación, los familiares y personas cercana al adicto, siendo testigos de cómo este destruye su vida, intenten controlar la adicción gritándole, amenazándole e incluso, finalmente, encubriéndole. 

    ¿Qué podemos aconsejar a la familia para romper con esta situación?
  • Ayudar no es encubrir, sino lograr que la persona consiga responsabilizarse y hacerse cargo de su situación. Por ello, es importante que la familia recurra a centros de tratamiento. En instituto Bitácora trabajamos con el adicto para que este asuma su problema y a partir de ello, comience su camino hacia la recuperación.
  • Al mismo tiempo trabajamos con los familiares, ayudándoles, acompañándoles y dotándoles de las estrategias y herramientas necesarias para sentirse bien y saber llevar la adicción.
  • Aunque es el adicto quien finalmente debe admitir, aceptar su problema y buscar ayuda. En muchas ocasiones, el que los familiares comiencen buscándola por él facilita que el adicto acabe accediendo a recibirla e inicie su tratamiento hacia la recuperación.
  • Si buscas un camino hacia la recuperación, ya sea tuya o de un familiar, debes saber que acudir a Instituto Bitácora es un magnífico primer paso.
  • Llámanos para pedir cita al 954 63 28 54/ 638 539 748, en nuestro centro prestamos atención a las familias.
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Testimonio de un paciente

En esta ocasión queremos dejar por aquí el testimonio de un paciente acerca de su proceso de recuperación. Queremos que esto sirva como motor de motivación para todas aquellas personas que nos lean y que piensen que la adicción es algo de lo que no se puede salir. 

Queremos agradecer a T. por su sinceridad y su generosidad al compartir su experiencia. 

Esta semana justo he cumplido un año y tres meses desde que empecé el tratamiento con el Doctor Reina, Choni y Ana.

Un año y tres meses en los que mi vida ha cambiado por completo, con mucho trabajo, esfuerzo y sobretodo paciencia. He pasado por baches, pero por suerte no he tenido ninguna recaída ni nada que se le parezca, y eso, quizás ha hecho que todo sea un poco más fácil.

Haciendo balance y mirando atrás veo que el camino no ha sido fácil, y no seguirá siéndolo, pero hay cosas que hacen que seguir por el buen camino sea la mayor motivación. En mi caso, volver a acercarme a Dios, a mi familia y seguir haciendo deporte, han sido las claves.

He visto desde el primer día que empecé el tratamiento y cambié de vida literalmente, una liberación y una paz interior que no tenía desde hacía años. Esto me ayudaba en los momentos más duros, cuando las fuerzas aflojaban y a lo mejor no el hecho de tener deseos de consumo, sino mirando atrás y siendo consciente de todos los errores cometidos.

Deporte – En esos momentos, ver que estaba llevando una vida sana, sin mentiras, tener plena consciencia de mis actos y mi cabeza 24/7 me ayudaba a seguir. Los resultados deportivos a pesar de haber dejado mi deporte, y probar otros nuevos, teniendo el cuerpo y la mente desintoxicados cada día un poco más me ayudaba a motivarme, a seguir, a no querer dejar nada atrás. Estaba conociendo un nuevo yo, con unas capacidades nuevas, una capacidad de sufrimiento y ganas de seguir que cuando estaban en épocas de consumo era impensable.

La motivación deportiva ha sido una pieza fundamental para darme cuenta de hasta dónde puedo llegar y que con trabajo, paciencia, puedes mover tus límites cada día un poco más lejos.

Familia – Amigos – Novia– Este aspecto ha sido fundamental, volver a acercarme a mi familia, y no es que estuviera alejado físicamente, sólo vivía en otra ciudad y venía a visitarlos a menudo, pero vivía una mentira de la que llevaba meses queriendo salir y no sabía cómo pedir ayuda.

El volver a mi ciudad, estar cerca de mi familia y hacerles partícipes de mi tratamiento, de mis mejoras, de mis necesidades. Hablar de otros temas no relacionados con la adicción pero que me atormentaban desde hacía años, me ha ayudado a confiar más en los demás, a ser más abierto y consciente de que tener una familia para apoyarte en todo es el mayor de los tesoros.

Por otro lado, habiéndome equivocado en el asunto de las relaciones sentimentales, creo que el estar haciendo las cosas bien y olvidarme de buscar a alguien, y simplemente buscar mi mejor versión día a día ha hecho que aparezca ella, la mejor persona que he conocido. Ejemplo de amor, de bondad, de fe en Dios. Estoy muy feliz, pero con los pies en la tierra.

Para terminar este apartado, lo que me ha costado y me está costando recuperar a mis amistades de toda la vida, pero en definitiva las sanas, esto ha sido una motivación enorme y me ha ayudado muchísimo para llevar el tratamiento adelante.

Tratamiento – En este caso, la decisión que tomé el día que accedí a tratarme, creo que ha sido una de las más acertadas.

Esta decisión fue confiar al 100% en lo que me dijeran y propusieran, tanto Ana, como Choni como el Doctor Reina. Creo que ha sido una pieza clave el no dejarme llevar por mis instintos en muchas cosas, en escuchar y llevar a cabo las recomendaciones.

Me ha servido como guía y motivación para no desviarme ni una sola vez. Me acuerdo que la única vez que no hice caso a Choni, en un tema que no estaba relacionado con el consumo, pero como hablábamos de todo e intentabamos poner todo en orden, no le hice caso y decidí actuar como me dictaba el corazón, me di un golpe estrepitoso y me di cuenta de que estaba haciendo bien confiando y actuando en consecuencia en todo lo relacionado con la adicción.

La terapia de grupo ha sido también fundamental en todo esto, me ha hecho sentirme parte de algo sincero, sin medias tintas, en dónde todos podemos abrirnos totalmente, sin miedo al qué dirán. Han sido mi segunda familia.

Acercarme a Dios –  Cuando llevaba ya dos o tres meses de tratamiento, y me encontraba con una fuerza enorme, a pesar de que estaba pasando por momentos personales y laborales aún duros, me di cuenta de que era momento de sacarme del centro, de volver a acercarme a Dios como había hecho todo mi vida, y que los dos últimos años de consumo me había alejado por el simple hecho de la vergüenza que me daba a mi mismo y pensaba que ocultandome de todo y todos, no pasaba nada.

Por lo tanto fue volviendo a mi manera, pero volviendo, viviendo mi fe y espiritualidad ayudando a los demás, volviendo a misa, a confesarme, a preparar voluntariados…

Esto me ha hecho ver mi problema desde otro punto de vista, no olvidarme de cuales son mis objetivos, pero si sacarme del centro de todo a mi, que me estaba volviendo más egoísta si cabe, más egoísta de lo que un adicto puede ser.

Por lo tanto, mirando atrás, y dejándome mil cosas que comentar, creo que he trabajado bien, que aún me queda mucho, en muchos aspectos, pero una cosa tengo clarisima en todo esto:

En la vida no hay que dejar de intentar ser mejor ni un solo día. Paso a paso, poco a poco, pero intentando crecer y no estancarse ni conformarse.

Muchas gracias a Lola, por estar ahí siempre para todo lo que he necesitado, incluso para reñirme.

A Choni, por las horas charlando de todo y de nada, poniendo mi vida patas arriba para luego ir ordenando lo realmente importante. Por las lágrimas y las risas. Sé que puedo contar con ella aunque ya no forme parte del equipo.

Al Doctor Reina, porque me ha enseñado a conocerme, a identificar mis debilidades, a explotarlas, a crecer, a no olvidarme de seguir creciendo en TODO, y a confiar en los demás mucho más.

Y por supuesto a Ana, que ha sido con la que más horas he pasado, aunque haya sido con más compañeros, me ha ayudado a ver las cosas de otra manera, de otra manera mejor y más práctica, y sobretodo a no confiarme absolutamente NUNCA.

Para terminar a mis compañeros de la terapia de grupo, por los que estaban y están, porque sin ellos habría sido absolutamente imposible llegar a dónde estoy, y seguramente sea imposible llegar más lejos.

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SIGNIFICADO DE LA ENFERMEDAD DENTRO DEL SISTEMA FAMILIAR (I)

Decíamos, que la adicción es una enfermedad que en los inicios pasa desapercibida, entrando en la vida de la persona que la padece, y en la de sus familiares y allegados, de manera gradual, y poco a poco se va instalando, para destruir su bienestar físico, mental y social. Decíamos que es la familia la que detecta estos cambios, y que conforme se van agravando, va afectando de manera negativa a su organización, a sus costumbres, a la forma en que se comunica y a las relaciones afectivas. Decíamos que es la propia familia, la que da razones a la persona  consumidora para que acepte ponerse en tratamiento, ya que ésta no tiene una percepción objetiva de su relación con la sustancia o la conducta y las consecuencias que está teniendo en su vida y en la vida de los que le rodean.

Hablábamos también de cómo la implicación e intervención de la familia en la atención de personas con problemas adictivos, mejora significativamente la evolución y eficacia de los tratamientos.  Hablábamos, de la importancia de realizar una evaluación exhaustiva y detallada de la situación que presenta el paciente y la familia, para adaptar las estrategias terapéuticas y el apoyo a la familia, para que así el pronóstico sea más favorable.

Pero para que la familia pueda ser el gran aliado en el proceso de recuperación, y diseñar y aplicar estrategias de intervención para que así pueda ser, la familia tiene que estar bien. Y ese es también el objetivo: EL BIENESTAR DE LA FAMILIA.

En los problemas adictivos, aunque la sintomatología de la enfermedad es la misma para todos los casos, las circunstancias de cómo se ha llegado a desarrollar, y el cómo va a ser el proceso de recuperación, son particulares y específicas, de ahí la importancia de una buena evaluación para poder hacer un tratamiento individualizado. O lo que es lo mismo, aplicar estrategias de intervención diseñadas para cada paciente y sus circunstancias. Y la familia, es la circunstancia más importante.

En el mejor de los casos el trabajo con la familia estará enfocado, como hemos ido explicando, para que la familia sea un apoyo positivo durante el proceso de recuperación. Pero este no es el único escenario posible. No siempre la familia puede acompañar al paciente en la recuperación. Hay situaciones que hacen, como cuando la familia está muy sobrecargada y/o  sin capacidad para adaptarse a los cambios que irán surgiendo como consecuencia del proceso de tratamiento, que el apoyo a la familia será para que se “retire temporalmente” y se recupere, mientras se trabaja con el paciente. En otros casos, el ayudar a que la familia esté bien puede incluso implicar apoyo para que siga adelante sin la persona consumidora…

Ante la diversidad de situaciones, para saber cómo tenemos que enfocar el tratamiento, y qué tipo de ayuda necesita la familia, se hace por tanto necesario, conocer

¿Cómo está la familia?

¿Cómo era la familia antes de que el consumo se convirtiera en un problema?

¿Cómo entiende la familia la enfermedad?

¿Cuál es el significado de la enfermedad dentro del sistema familiar?

 ¿Cuáles han sido las consecuencias del consumo en la dinámica familiar?

¿Cuáles son las expectativas de la familia respecto al tratamiento?… 

CUANDO UN ELEFANTE ENTRA EN EL SALÓN DE TU CASA.

Hace ya bastantes años, que leía de manos de expertos en el tratamiento de los problemas de alcohol en la familia, que convivir con el alcoholismo sería algo parecido a soportar la presencia de un enorme y molesto elefante en el salón de tu casa, del que además no puedes hablar con nadie.

Hoy sigo utilizando esta comparación porque me parece de lo más acertado. ¿Imaginan la de destrozos que puede llegar a ocasionar un elefante en el salón de una casa si sus habitantes no empujan todos juntos, con fuerza, hacia la misma dirección, cuando está entrando por la puerta para que se vaya?… ¿Y si no se pone la resistencia suficiente y el elefante se planta en medio del salón? Resultaría imposible  mantenerlo ordenado, limpio, cómodo y agradable, para que todos los que viven allí puedan disfrutar del lugar donde encontrarse y reencontrarse cada día.

Cuando en una familia uno de sus miembros tiene un problema por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, su organización, sus costumbres, sus relaciones, cambian. La dinámica habitual de la familia cambia. Todo se ve alterado, y cuanto más dure la situación, cuanto más tiempo dejemos que el elefante conviva con nosotros, más grandes serán los daños.

Los cambios que habitualmente nos encontramos a nivel familiar cuando hay un problema de alcohol, drogas o conductas adictivas son:

-Pérdida de autoridad, de credibilidad y de respeto, de la persona que tiene el problema respecto al resto de los miembros de la familia.

-Confusión de roles, debido a que el desarrollo de la enfermedad dificulta que la persona consumidora asuma sus responsabilidades dentro del sistema familiar, y otros tengan que asumirlas.

-Déficit en la comunicación, en una doble vía. De la persona que tiene el problema respecto a la familia, lo que tiene como consecuencia que el aislamiento del enfermo dentro de la familia, sea un elemento que mantiene el consumo. Y también déficit en la comunicación de la familia respecto al mundo. La familia deja de hacer muchas de sus rutinas y costumbres saludables para evitar situaciones problemáticas… para poder mantener el elefante oculto… por lo que pierde mucho refuerzo positivo y aumenta su malestar.

-Sentimientos negativos de ira, de miedo, de sensación de incapacidad, de culpa, de vergüenza, de desesperanza…

Si seguimos conviviendo con el elefante en el salón, si el consumo y sus consecuencias, se mantienen, la familia no puede evolucionar y no puede cumplir con sus funciones básicas, comprometiendo la estabilidad, seguridad, sociabilidad, madurez… de todos y cada uno de sus miembros.

Y en estas circunstancias la familia necesita ayuda. La situación se vuelve tan complicada, que uno mismo, por sí solo, no puede manejarla, se vuelve tan complicada como tener un elefante en el salón de tu casa. 

PorInstituto Bitácora

Apuestas deportivas en la población joven (II)

En el artículo anterior, expusimos cómo el perfil del ludópata había sufrido un cambio muy importante en los últimos años, habiéndose instaurado esta patología entre la población joven.
También señalamos aquellas propiedades o características de los nuevos formatos de apuestas online, tratando de aclarar cuáles son los elementos que facilitan que un chico joven se convierta en un usuario patológico de este tipo de juegos.
En definitiva, se trató de ofrecer la visión de que el juego y las apuestas online son productos especialmente diseñados para que se haga un uso compulsivo de ellos, y que además invierten en importantes campañas de marketing para captar el mayor número de jugadores.

¿Qué efectos tienen las características de este tipo de juegos de apuestas en el comportamiento del jugador?

En los últimos años, los estudios al respecto han demostrado que los juegos de apuestas online son más adictivos que los mismos juegos en su modalidad presencial. 

La recompensa económica es un motor muy fuerte para la conducta humana, y las empresas de juego online son conscientes de ello. De hecho, se ha demostrado que la conducta de juego activa los mismos circuitos cerebrales que se activan con el consumo de drogas.
Sabiendo esto, la clave está en que el jugador piense que puede ganar dinero. ¿Y cómo generan esa idea en el jugador?
En primer lugar, hay que atender a la realidad de que la probabilidad de ganar en los juegos y las apuestas online es más elevada que en los juegos presenciales. De esta forma, los jugadores jóvenes fácilmente pueden tener la percepción de que están ganando dinero. De hecho, en algunos momentos esto puede ser así. Lo que ellos no tienen en cuenta, y esto lo saben las empresas de juego, es que el obtener beneficios no es la norma, muy al contrario, la gran mayoría de las veces quien gana es la casa.

En definitiva, se trata de que en los jugadores aparezca la idea de que el juego puede ser una fuente rápida y fácil de conseguir dinero. Una vez que aparece esa idea, el jugador tratará de aferrarse a ella, y comenzará a interpretar la realidad del juego de manera que pueda reafirmarse en su hipótesis de que es posible ganar dinero con las apuestas.

En este punto, cobra especial valor un elemento llamado sesgo del experto.
Algunos tipos de juegos favorecen la idea de que existen estrategias a la hora de apostar, y que estas pueden servir para obtener mayores ganancias. Se genera la falsa creencia de que se puede llegar a ser un buen jugador. De esta forma, un chico que apueste en partidos de futbol, puede llegar a pensar que, si tiene ciertos conocimientos sobre los equipos y sobre la competición en sí, puede ser capaz de  anticipar el resultado de un partido.
Puede ser que, en algunos casos, los resultados puedan ser algo más predecibles (P. ej: Barça vs. Levante), pero lo cierto es que en cualquier competición deportiva entran en juego muchísimos factores cuyos efectos no siempre pueden ser previstos.   
El hecho de que en el jugador se genere la idea de que es un experto en las apuestas, suele implicar que se realice un número más elevado de apuestas y que a su vez, se asuman mayores riesgos. Es fácil intuir que en tales casos, de todas las apuestas realizadas, las ganancias serán menores que las pérdidas.

Además de todo esto, otro peligro del sesgo del experto, es que, en los casos en los que se pierden las apuestas, el jugador atribuye la pérdida a un fallo en su estrategia. Lo que no tiene en cuenta, es que las pérdidas responden a la propia naturaleza del juego.

¿Cuál es la realidad de todo esto?

En el artículo anterior, se mencionó que las empresas de apuestas online habían multiplicado por tres sus beneficios en los últimos años. En cambio, no existen noticias de que ningún jugador se haya enriquecido gracias al juego y las apuestas online. De ello, podemos deducir que un número alto de jugadores está experimentando importantes pérdidas económicas.

Actualmente no existen datos oficiales acerca del número de personas que padecen adicción al juego online. Pero, si atendemos tanto a los datos económicos de las empresas, como al aumento en el número de pacientes que llegan a las consultas con este tipo de problema, es fácil concluir que las cifras sobre los nuevos casos de ludopatía serán alarmantes.

Ana Ponce Rodríguez

Referencias

  • Castilla, C., Berdullas, S., Vicente, A., & Villamarín, S. (2013). Apuestas online: el nuevo desafío del juego patológico. Infocop61, 3-6.
  • García, L. R. (2018). Apuestas deportivas online: percepción adolescente y regulación publicitaria. methaodos. revista de ciencias sociales6(1).
PorInstituto Bitácora

El éxito de las apuestas deportivas en la población joven

Si pensamos en una persona adicta al juego o ludópata, es muy probable que lo que nos venga a la mente sea la imagen de un señor que ya ha pasado los 40, echando moneditas a una tragaperra luminosa junto a la barra de un bar.
Ciertamente, este ha sido el perfil del ludópata que llega a la consulta en busca de tratamiento. Hasta ahora. En los últimos años, ese perfil de adicto al juego ha experimentado un cambio bastante importante. Ahora ya no se trata de un señor bien entrado en la madurez que juega a las tragaperras, sino de un chico joven, de unos 30 años de media, que apuesta dinero a través de su móvil.

¿Por qué ha cambiado el perfil del jugador patológico?

Para desarrollar una adicción al juego, hasta ahora había sido necesario dirigirse a los lugares en los que estaban presentes las máquinas en las que poder jugar. El hecho de tener que ir a un lugar concreto a apostar una cantidad de dinero o echar unas monedas a la máquina, servía de filtro a la hora de que las personas hicieran uso del juego.
Actualmente, el negocio de las apuestas ha encontrado un mercado muy potente en el que poder expandirse, y que depende de dos elementos que están presente en el día a día de muchas personas jóvenes: el móvil y el fútbol.
Si antes era necesario dirigirse al fondo del bar y situarse de espaldas a todo el mundo para poder echar unas monedas a la máquina, ahora son Carlos Sobera o Neymar los que aparecen en las pantallas para decirle a sus espectadores que apuesten, apuesten y apuesten. No es casual que siempre lo hagan justo antes de que empiece un importante partido de fútbol.
Además de eso, para poder jugar, lo único que se necesita es tener un móvil con conexión a internet. ¿Qué persona joven no dispone de eso actualmente?

Por si aún pudiese existir alguna resistencia a apostar, muchas empresas regalan un bono con una cantidad concreta de “dinero” para poder jugar. Es “dinero”, entre comillas, porque ese bono que regalan solamente puede usarse para apostar online, no pudiendo ser retirado y cambiado por dinero real en ningún caso.

Con tal estrategia de marketing llevada a cabo por las empresas de apuestas online, se hace fácil entender que muchos chicos jóvenes se hayan convertido en usuarios de este tipo de juegos.

Además de todo esto, las páginas webs y aplicaciones de apuestas online, tienen una serie de características que facilitan las conductas de abuso.

En primer lugar, disponibilidad y facilidad para poder realizar una apuesta. Al precisar solo de un móvil con conexión a internet, las barreras del lugar y del tiempo se pierden, de tal manera que la persona puede apostar mientras está en sofá de su casa a las 3 de la madrugada.

Por otro lado, se pueden realizar apuestas sobre multitud de deportes (como partidos de fútbol, tenis o carreras de caballos) o eventos (Eurovisión o los Oscars). Y dentro de un mismo partido, se puede apostar sobre multitud de elementos (número de tiros a puerta, corners, etc.).

La rapidez para poder apostar también es un factor importante. Solamente es necesario hacer un par de clicks para que la apuesta quede hecha. A esto, se le suma que existe la posibilidad de apostar en caliente, es decir, mientras la competición se está llevando a cabo. De esta forma, los resultados y las recompensas de las apuestas son prácticamente inmediatos.

Por otro lado, poder realizar una apuesta desde el móvil ofrece una intimidad que no se tiene cuando se juega de manera presencial. El anonimato, la discreción y la dificultad de ser controlado favorecen que se haga un uso compulsivo de dichas aplicaciones.  

Las empresas de apuestas deportivas casi han triplicado sus beneficios en los últimos años.

¿Qué podemos deducir de ello? Pues que el enorme aumento de beneficio proviene sin ninguna duda de pérdida de grandes cantidades de dinero por parte de sus usuarios.
En el próximo artículo hablaremos del gran negocio del juego online, y de cómo los usuarios pasan de ser jugadores ocasionales, a convertirse en jugadores patológicos.

Ana Ponce Rodríguez

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