Archivos mensual diciembre 2019

PorInstituto Bitácora

Menores y uso de internet

En los últimos tiempos, internet ha llegado pisando fuerte, colándose en el día a día de millones de usuarios que navegan a diario por la red. Sin duda los beneficios de internet son innumerables, pues con solo hacer un click, tenemos acceso a cualquier tipo de información. Pero lo que es una ventaja, también puede llegar a ser un inconveniente, sobre todo cuando esa ventana a todo tipo de información está también abierta a los menores. 

Los adultos, en mayor o menor medida, poseemos la capacidad de filtrar y juzgar con madurez aquellos contenidos que vamos encontrando en la red. Pero los niños, los adolescentes y muchos jóvenes no poseen la capacidad de discernir aquello que es real de lo que no lo es. Es por esto, que la exposición a internet conlleva unos riesgos de los que ya estamos comenzando a observar las consecuencias. 

¿Cómo está afectando la exposición a internet a los menores y a los jóvenes?

En primer lugar, un niño o un adolescente que tiene a su disponibilidad un móvil o una Tablet, lo primero que hará es dejar de realizar otras actividades acordes a su edad. En el caso de los más pequeños, hablamos de jugar en la calle con otros amigos, jugar al balón, jugar con juguetes y juegos, colorear, interesarse por libros, películas, etc. En el caso de los adolescentes, también se dejan de lado actividades como el deporte, música, películas, lectura, etc., o incluso las relaciones sociales. El repertorio de actividades y de intereses se reduce muchísimo cuando hay un móvil con internet 24 horas disponible. Un niño que juega poco, o a un adolescente que hace poco más que mirar su teléfono, ven muy limitadas sus oportunidades de interacción con el entorno, y con ello, su aprendizaje. Las relaciones con los iguales son bastante más limitadas, la interacción cara a cara se resiente y lo que predomina es la relación a través de las redes sociales. Esto les convierte en más inmaduros y vulnerables.

¿Qué es lo que las redes sociales enseña a los niños y a los jóvenes? 

Se puede decir que, hoy por hoy, Instagram es la ventana por la cual los más jóvenes ven el mundo. Y sobra decir que la imagen que enseña Instagram (al igual que todas las redes sociales) está bastante lejos de la realidad del día a día. Con esto, encontramos que los más jóvenes giran más en torno a enseñar, mostrar y parecer, que a realmente ser. Lo más importante ahora no es hacer cosas, conocer lugares o personas, es sacar todo eso en fotos y colgarlas en las redes sociales para que todo el mundo las vea.
Aún es pronto para poder conocer de forma certera las consecuencias que todo esto acarreará en las nuevas generaciones. Pero lo que sí se puede intuir, es que esta tendencia a querer mostrar al mundo cada paso que se da y la búsqueda constante de la aprobación de otras personas a través de likes y comentarios, es probable que vaya a estar ligado a problemas emocionales.
Existe una serie, “Black mirror” (disponible en Netflix) que, desde la ciencia ficción, en el capítulo 1 de su 3ª temporada ilustra muy bien este fenómeno. Es una forma de poder entender, dejando a un lado los elementos de la ficción, de qué manera las redes sociales pueden llegar a condicionar la vida de una persona.

¿Qué otros peligros entraña internet para los más jóvenes?

Quizás un aspecto aún  más preocupante dentro de todo este asunto es el acceso a la pornografía.
En el momento en el que un niño (sí, un niño) tiene un móvil entre sus manos, la probabilidad de que antes sus ojos aparezcan imágenes de índole sexual son bastante altas. ¿Cuántas veces al visitar alguna web hemos sido asaltados con esas molestas ventanas que se colaban en nuestro dispositivo mostrando todo tipo de escenas sexuales? Aparte de esto, no podemos olvidar el hecho de que el contenido adulto en muchos casos aparece entre los resultados del navegador sin que realmente sea eso lo que se está buscando.
Los pequeños manejan bastante bien las distintas aplicaciones de internet, y si el uso no lo hacen bajo la supervisión de un adulto, hay que dar por sentado que en un momento u otro, acabarán viendo contenido sexual. 

Como hemos mencionado antes, los niños y los adolescentes no tienen madurez suficiente para filtrar y analizar la veracidad del contenido que están viendo. Parece que esto está dando lugar a que los chicos asuman como algo normal la práctica de relaciones abusivas hacia la mujer y las relaciones sin protección. Quizás esto guarde cierta relación con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud, que apunta a un incremento alarmante en los últimos años de las infecciones de transmisión sexual.

Los que hemos mencionado aquí, son solamente algunos de los riesgos que entraña el uso de internet por parte de los menores y los jóvenes. Existen otros peligros que pasaremos a describir en posteriores publicaciones.

En definitiva, es importante que los padres establezcan un control y una supervisión sobre el uso que hacen sus hijos de internet, como forma de evitar tanto el uso indebido, como la exposición a contenidos inadecuados.

Ana Ponce Rodríguez

PorInstituto Bitácora

DIFERENTES TIPOS DE DEMANDA Y CÓMO PUEDE ACTUAR LA FAMILIA (II PARTE)

En el artículo anterior hablábamos de cómo en los problemas adictivos, un porcentaje muy significativo de los pacientes que acuden a tratamiento no cuentan con la motivación suficiente para iniciar y/o mantener el cambio de conducta, y dejar de consumir alcohol, drogas o la conducta adictiva. Que la motivación del paciente es un continuo de diferentes etapas que el terapeuta tiene que identificar, para aplicar las estrategias de intervención más adecuadas para ayudar al paciente y también a la familia, a avanzar en la recuperación.

Explicamos cómo en la primera de estas etapas, LA PRECONTEMPLACIÓN, el paciente acude a tratamiento por presión externa, fundamentalmente por presión familiar pero sin intención de cambiar. Y qué estrategias aplicar para aumentar la conciencia de problema.

A continuación seguimos avanzando por las diferentes etapa, la segunda de ellas, hasta lograr el mantenimiento de la abstinencia.

PACIENTE QUE ACUDE A TRATAMIENTO AMBIVALENTE: CONTEMPLACIÓN

El paciente puede haber pasado de precontamplación, o negación del problema, a esta nueva etapa, mediante el trabajo terapéutico o acudir a tratamiento con este nivel de motivación al cambio. Los pacientes presentan tanto razones para cambiar, como razones para mantener la conducta de consumo. Esta etapa se denomina Contemplación.

La demanda de tratamiento en este caso, sigue siendo principalmente por parte de la familia. El papel de la familia, como a lo largo de todo el proceso de recuperación, sigue siendo fundamental, ya que puede ser un gran facilitador del cambio, o todo lo contrario.

El paciente en esta etapa, es más conscientes de los problemas derivados de su conducta adictiva, lo que le ayuda a reevaluarse a nivel cognitivo y afectivo, estando más abierto a hablar sobre la conducta problema y sus consecuencias. Incluso puede valorar la posibilidad de dejar de consumir, aunque no ha elaborado un compromiso firme de cambio. El cambio se plantea a nivel intencional, pero no se observa ninguna conducta que manifieste de manera objetiva esa intención cognitiva. Las consecuencias positivas y negativas del consumo empiezan a equilibrase, y la persona empieza a plantearse dejar de consumir, aunque básicamente mantiene su ambivalencia. Los pacientes en esta etapa se caracterizan por la necesidad de hablar sobre su problema, tratando de comprender su adicción, sus causas, consecuencias y posible tratamiento. La persona sin tratamiento o sin el tratamiento adecuado, puede permanecer en esta etapa durante años.

En esta etapa el terapeuta debe facilitar el análisis de las razones para dejar la conducta de consumo y los riesgos de no cambiar, para así inclinar la balanza a favor del cambio.

El paciente se está planteando la posibilidad de dejar de consumir, pero aun no ha dejado el consumo, y como en etapas anteriores la familia debe evitar el enfrentamiento directo, mantener siempre la calma, y mantenerse firme, sin ceder ante amenazas o chantajes. Ya que el paciente está más receptivo a hablar sobre su conducta de consumo, la familia debe favorecerlo desde el cariño, el respeto y sin culpabilizar.

PACIENTE QUE ACUDE A TRATAMIENTO CON INTENCIÓN DE DEJAR DE CONSUMIR: PREPARACIÓN O DETERMINACIÓN.

En estos casos la demanda de tratamiento no sólo está en la familia, también existe un mínimo de motivación interna en el paciente.

Es el momento en que el que la persona con problemas por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, toma la decisión y realiza pequeños cambios en su conducta adictiva, destinados a abandonar el consumo. Entre los cambios que realiza destaca, por ejemplo, el disminuir la cantidad de alcohol o drogas, o tiempo dedicado a la conducta, en el caso de ser una adicción comportamental.

Se “abre la puerta” para el cambio. El terapeuta debe ayudar al paciente a decidir el recurso terapéutico más adecuado, accesible, apropiado y efectivo para conseguir el cambio.

La familia debe implicarse en el proceso para también ella aceptar y entender la enfermedad e irse adaptando a los cambios que se irán produciendo como consecuencia del proceso de recuperación. A veces, la familia también tiene que cambiar para que el cambio en el paciente se produzca y se mantenga.

PACIENTE QUE ACUDE A CONSULTA CON LA INTENCIÓN DE DEJAR DE CONSUMIR: ACCIÓN

Aunque no es lo habitual, en el tratamiento de las adicciones también se puede presentar el caso de un paciente que acude a consulta dispuesto y decidido a ponerse en manos de los profesionales y cambiar. Pero como hemos indicado al principio, lo normal es que el paciente llegue a esta etapa del cambio a través del propio proceso de recuperación y de manos de los terapeutas, de compañeros de terapia de grupo, y de su familia.

El paciente deja de consumir, empieza a mantenerse abstinente y esto supone un gran cambio en positivo a todos los niveles, sobre todo en cuanto a las relaciones familiares. El paciente obtiene apoyo y refuerzo de su familia, lo que retroalimenta los cambios que está realizando.

Pero también se requiere por parte de la persona, y de la familia, un compromiso importante que le exigirá un gran esfuerzo y tiempo. Es por ello, que aunque en este momento, que parece que las cosas empiezan a normalizarse, y el paciente se siente bien, la familia lo ve bien, y también ella se siente bien, para que no se produzcan abandonos de tratamiento o recaídas por exceso de confianza, hay que continuar con más responsabilidad si cabe en el proceso de recuperación, ya que ésta va más allá de la abstinencia.

PACIENTE QUE LLEVA UN TIEMPO SIGNIFICATIVO SIN CONSUMIR: MANTENIMIENTO

En esta etapa la persona intenta consolidar los logros de la etapa anterior y prevenir posibles recaídas. El periodo de mantenimiento se inicia, cuando ya hay una abstinencia significativa, mínimo seis meses de iniciado el cambio. El paciente (y también la familia) puede tener miedo no solo a la recaída, sino también al cambio en sí mismo, porque puede creer que cualquier cambio puede llevar a una recaída. Por ello hay que trabajar para que no se produzca un retraimiento y búsqueda de la máxima estructuración del nuevo estilo de vida. Hay que trabajar para buscar la normalidad, teniendo siempre presente, que la única posibilidad de normalizar es desde una abstinencia satisfactoria.

Probablemente en esta etapa lo más importante para el paciente es su sensación de que se está convirtiendo en el tipo de persona que quiere ser.

PACIENTE QUE TRAS UN TIEMPO EN ABSTINENCIA HA REINICIADO EL CONSUMO: RECAÍDAS

Las personas con problemas por consumo de alcohol, drogas o conductas potencialmente adictivas, no avanzan a través de las distintas fases de forma lineal, lo normal es que pasen varias veces por la misma fase hasta que consiguen mantenerse abstinentes. Esto viene a reflejar que a lo largo del proceso de recuperación están contempladas las recaídas, los pacientes recaen, en ocasiones hasta varias veces, hasta que consiguen dejar de consumir definitivamente.

La recaída ocurre cuando las estrategias que emplea la persona para mantener su estado de abstinencia fallan. Generalmente, los pacientes ante una recaída presentan sentimientos de culpa, de fracaso y posible desesperanza, lo que suele afectar negativamente a su autoeficacia. Afortunadamente, la recaída no siempre lleva a los pacientes a abandonar el tratamiento, sino que los sitúa en una fase que les permite continuar reciclándose y preparándose para continuar nuevamente el cambio iniciado. Son muy pocos los pacientes que regresan al estadio de precontemplación, es decir, a la negación del problema.

Que las recaídas se interpreten como algo que forma parte del proceso de recuperación, no significa que sea lo deseable, ya que siempre suponen un receso en la recuperación… de lo que más se aprende, y lo que más satisfactorio resulta es la abstinencia.

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